(CNN) – Panamá, la nación centroamericana en la encrucijada del comercio internacional y la migración, elegirá un nuevo presidente el domingo después de una temporada de campaña sumida en la incertidumbre jurídica.
“Es una elección muy importante, la más importante desde después de la invasión de Estados Unidos” en 1989, dijo Daniel Zovatto, miembro global del Programa de América Latina en el think tank Wilson Center.
“La situación es muy compleja y el próximo presidente, sea quien sea el elegido, va a tener una agenda sobrecargada de problemas en un país muy polarizado y sometido a mucha tensión política e incertidumbre”, añadió.
Está en juego la gestión financiera de un país de 4,4 millones de habitantes, que se enfrenta a una elevada inflación y a una economía estancada que han llevado a un un malestar generalizado. El acceso al agua también será un factor importante en la mente de los votantes, según los analistas: las sequías exacerbadas por El Niño han hecho que el acceso al agua potable sea escaso en algunas regiones y han reducido la capacidad del Canal de Panamá, una pieza central del PIB del país.
La economía panameña, antaño líder del PIB en la región, se ha ralentizado drásticamente en los últimos años, y el FMI prevé un crecimiento del PIB de solo el 2,5% este año, frente al 7,3% del año pasado. En marzo, la agencia de crédito Fitch rebajó la calificación de Panamá a la categoría de “basura” alegando “problemas fiscales y de gobernanza” tras la controvertida decisión de cerrar la mayor mina del país el año pasado.
Entre los favoritos, José Raúl Mulino, exministro de Seguridad Pública de derechas, ha prometido devolver al país a su apogeo económico y atajar el elevado desempleo con un plan para incentivar la contratación privada con fondos públicos.
Más controvertido, Mulino también ha prometido cerrar el tapón del Darién, el traicionero tramo de selva que comienza en Panamá y que se ha convertido en una carretera principal para los migrantes que se dirigen a Estados Unidos, un fenómeno que está alimentando el caos político en Estados Unidos mientras los estadounidenses se preparan para su propia votación presidencial este otoño.
Más de medio millón de migrantes, en su mayoría procedentes de Venezuela, cruzaron a través del tapón de Darién en 2023, según el gobierno panameño, el doble de la cantidad registrada en 2022. EE.UU. lleva meses trabajando con funcionarios de Panamá y Colombia, donde termina la selva, para intentar cerrar la ruta.
Mulino no ha dicho cómo llevaría a cabo el cierre de la selva a los migrantes, y algunos analistas “cuestionan si esto frenaría la migración o simplemente desembocaría en nuevas rutas”, según un informe de Americas Society/Council of the Americas.
La corrupción, al tope de las preocupaciones de los electores
Según un sondeo reciente de Gallup, la corrupción es la principal preocupación de los panameños a la hora de acudir a las urnas, seguida por el desempleo, una atención médica insatisfactoria y el coste de la vida.
Destaca el caso del expresidente Ricardo Martinelli, inhabilitado por una condena por corrupción.
Martinelli fue condenado a más de 10 años de prisión el año pasado tras ser declarado culpable de blanqueo de dinero en el escándalo de corrupción denominado New Business.
El caso estaba relacionado con un grupo editorial que, según el Ministerio Público del país, fue adquirido con fondos procedentes de contratos estatales que se gestionaron de forma irregular. Martinelli, que mantiene su inocencia, se encuentra actualmente refugiado en la embajada de Nicaragua en Ciudad de Panamá, y las autoridades nicaragüenses le han concedido asilo.
Martinelli, que llegó a ser el favorito para ganar las elecciones presidenciales de este año, fue inhabilitado en marzo por el tribunal electoral de Panamá a causa de la condena y la sentencia. Mulino, que había sido compañero de fórmula de Martinelli, asumió entonces la candidatura por el partido Realizando Metas.
Pero la candidatura de Mulino también fue impugnada y sometida a revisión judicial hasta pocos días antes de las elecciones, lo que inyectó incertidumbre en la contienda. El viernes, la Corte Suprema del país decidió que la candidatura de Mulino era constitucional y, por tanto, podía seguir adelante.
Hay otros siete candidatos presidenciales, entre ellos el actual vicepresidente, José Gabriel Carrizo, el expresidente Martín Torrijos y Rómulo Roux, otro exministro de Martinelli. En Panamá no hay segunda vuelta presidencial ni umbral mínimo para ganar, por lo que un eventual vencedor podría triunfar con mucho menos que el apoyo mayoritario del electorado.
Martinelli ha apoyado a Mulino, e incluso ha difundido videos de su campaña desde el interior de la embajada nicaragüense.
Mulino, a su vez, es visto como heredero del apoyo popular de Martinelli y refleja sus planes de revivir las políticas del presidente, que es “recordado en gran medida por el crecimiento económico y la reducción de la pobreza, que resuena entre los votantes que se enfrentan a altas tasas de inflación y desempleo”, escribió Americas Quarterly.