(CNN) – Después de pasar sus días elaborando vino en las estribaciones de las montañas del Cáucaso, Tsotne Jafaridze regresa a su hogar en Tbilisi, la capital de Georgia, y comienza su nueva rutina. Lleva gafas protectoras, una máscara antigás y suficiente agua y refrigerios para varias horas. Tiene otra larga noche por delante.
Jafaridze es uno de los miles de georgianos que desde hace un mes se concentran todas las noches ante el Parlamento del país, haciendo frente a los gases lacrimógenos y los cañones de agua disparados por una policía cada vez más brutal, para protestar contra un proyecto de ley que temen que torpedee su intento de adhesión a la Unión Europea y lo empuje aún más a la órbita del Kremlin.
“Esto se ha convertido en mi rutina”, declaró a CNN. “Si no protegemos nuestra libertad ahora mismo —nuestro futuro europeo y occidental— mañana nos despertaremos en Rusia. Y eso será todo”.
El partido gobernante, Sueño Georgiano, está intentando imponer una ley de “agentes extranjeros”, que los críticos comparan con una medida introducida por el presidente Vladimir Putin para reprimir la disidencia. El proyecto de ley, que ha superado la segunda de tres votaciones, exigiría a las organizaciones de la ex república soviética que reciban más del 20% de su financiación del extranjero que se registren como “agentes extranjeros” o se enfrentarán a multas paralizantes.
Jafaridze, que también tiene un negocio de viajes y dice que recibe el 95% de sus ingresos de fuentes extranjeras, afirma que “inmediatamente” figuraría en la lista de agentes extranjeros en virtud de la amplia redacción de la ley. Pero los críticos afirman que el objetivo de la legislación no son los empresarios como él, sino los medios de comunicación independientes y las organizaciones de la sociedad civil de Georgia, antes de las elecciones de octubre, en las que Sueño Georgiano, cuya popularidad está disminuyendo, está desesperado por mantener el poder.
El gobierno de Georgia intentó aprobar la misma ley el año pasado, pero se vio obligado a dar marcha atrás tras una semana de intensas protestas, en las que ciudadanos que ondeaban banderas de la Unión Europea fueron repelidos con cañones de agua. En una medida ampliamente vista como un esfuerzo por recompensar a los ciudadanos de Georgia –de los cuales alrededor del 80% apoya unirse al bloque– y revertir la tendencia del país hacia Rusia, la UE le otorgó el estatus de candidato en diciembre.
“Las imágenes casi crearon una presión moral sobre Bruselas para recompensar a esta gente, aunque su gobierno no lo esté haciendo muy bien”, declaró a CNN Natalie Sabanadze, ex embajadora de Georgia ante la UE, en un momento en que la candidatura era casi inimaginable.
Pero el gobierno volvió a presentar el mismo proyecto de ley en marzo y parece decidido a imponer su aprobación, a pesar de unas protestas que se recrudecen cada semana.
Las protestas han ido acompañadas de una respuesta policial más feroz. Levan Khabeishvili, presidente del partido de la oposición Movimiento Nacional Unido, compartió una foto de su cara hinchada y ennegrecida después de que, según dijo, fuera brutalmente golpeado el martes por la noche. Khabeishvili declaró a CNN que estaba concediendo una entrevista a las puertas del Parlamento cuando vio a un joven detenido por la policía e intentó intervenir.
“En ese momento me agarraron, me arrastraron y me agredieron”, relató, en un calvario que duró unos 15 minutos. “Me decían que hablaba demasiado y que se asegurarían que no pudiera hacerlo más”. Khabeishvili fue visto hablando en el Parlamento al día siguiente con la cara envuelta en vendas.
Eto Buziashvili, exasesor del Consejo de Seguridad Nacional de Georgia que ha asistido a la mayoría de las protestas, dijo que la policía en la noche del martes se volvió “excepcionalmente brutal”. Declaró a CNN que vio a “muchos agentes del orden que no llevaban distintivos de identificación”. “Estaban golpeando a la gente, pero no sabíamos que estaban con la policía. Esto es muy peligroso”.
Varios manifestantes dijeron a CNN que el gas lacrimógeno utilizado era notablemente más potente que antes, dificultando la respiración y obligando a los manifestantes a dispersarse brevemente y reagruparse. Muchos huyeron al Parque 9 de Abril, llamado así por una noche de 1989 en la que el ejército soviético intentó aplastar una protesta independentista, matando a 21 personas e hiriendo a cientos. Georgia declaró su independencia de la Unión Soviética exactamente dos años después.
“Esto no es Belarús”
Muchos georgianos sienten una profunda hostilidad hacia Rusia, que invadió Georgia en 2008 y ocupa cerca del 20% de su territorio internacionalmente reconocido, aproximadamente la misma proporción que ocupa en Ucrania. A pesar de la reciente agresión rusa contra Georgia, Sueño Georgiano ha sido acusado durante mucho tiempo de albergar simpatías prorrusas y su multimillonario fundador, Bidzina Ivanishvili, hizo su fortuna en la Unión Soviética.
“No mucha gente cree que a una persona que gana miles de millones en Rusia se le deje salir de Rusia sin ningún compromiso”, dijo Buziashvili. Muchos georgianos describen a Ivanishvili como un “maestro de marionetas” y creen que la mayoría de los cargos electos bailan a su son.
Ivanishvili, antaño un político de primera línea pero ahora una figura apartada, hizo una rara aparición el lunes por la noche, dirigiéndose a una multitud de contramanifestantes después de que miles de personas fueran trasladadas en autobús a Tiflis desde las regiones rurales de Georgia, donde Sueño Georgiano goza de más apoyo.
Su discurso mostró una profunda paranoia y conspiracionismo y tuvo una vena autocrática. Ivanishvili afirmó que Georgia estaba controlada por “una pseudoélite alimentada por un país extranjero”. Afirmó que el mundo estaba dirigido por un “Partido de la Guerra Global”, al que responsabilizó de la invasión rusa de 2008. Y prometió perseguir a sus oponentes políticos tras las elecciones de octubre.
“El gobierno georgiano se está poniendo claramente del lado de las fuerzas pro-Putin y antiliberales del mundo”, afirmó Sabanandze, exembajador de la UE. “Se está convirtiendo en un instrumento en manos de Rusia. No puedo especular. No tengo ni idea de si trabajan siguiendo instrucciones de Rusia, pero desde luego están cumpliendo sus intereses”.
Mientras crecían las protestas en Tiflis, el primer ministro georgiano, Irakli Kobakhidze, también compareció en la reunión anual de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC, por sus siglas en inglés), celebrada en Hungría. En su discurso, Kobakhidze denunció a los “llamados liberales” que protestaban frente al Parlamento y dijo que estaban atacando “la patria, la lengua y la fe”. Sabanadze destacó el atractivo que el primer ministro húngaro, Viktor Orban, el líder más longevo de Europa, tiene para los gobiernos que buscan aferrarse al poder.
Estados Unidos ha criticado el reciente giro de Georgia. El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, dijo que la legislación sobre agentes extranjeros y la “retórica antioccidental de Sueño Georgiano colocan a Georgia en una trayectoria precaria”.
Kobakhidze ha contraatacado a las críticas estadounidenses y el viernes acusó a Washington de intentar atizar una revolución en Georgia “llevada a cabo a través de ONG financiadas desde fuentes externas”.
Algunos se han preguntado por qué Sueño Georgiano ha vuelto a presentar el proyecto de ley de agentes extranjeros en este momento, casi exactamente un año después de que fuera derrotado por primera vez. Ivanishvili explicó en su discurso que había calculado el momento “a la perfección”: al presentar el proyecto de ley ahora, esperaba que la energía de los manifestantes se “malgastara prematuramente” y que su poder se “agotara” antes de octubre.
En un interesante paralelismo, Ivanishvili dijo que él no era como Víktor Yanukóvich, el expresidente de Ucrania derrocado por las protestas del Maidán en 2014, cuando miles de ucranianos exigieron un futuro europeo, en escenas similares a las que se viven hoy en Tiflis.
“Sabanadze cree que la situación aquí es diferente, que tiene más control y que no permitirá que en Georgia se produzcan protestas como las del Maidán”, dijo. “Pero puede que esté subestimando la indignación popular”.
Como las protestas no muestran signos de desaceleración, algunos se preguntan si podrían convertirse en algo parecido a una revolución. “Si este gobierno no retira este proyecto de ley ahora, cuando aún tiene la oportunidad, le será difícil llegar a las elecciones. Es una espiral en este momento”, dijo Sabanadze.
Jafaridze dice que nunca ha vista el país tan unido. “No creo que sea posible derrotar a esta gente. Esto no es Belarús. Esto no es Rusia”.