(CNN) – “El pueblo llama a Stormy Daniels”.
Fue el momento en que el juicio de Donald Trump por el pago de dinero por silencio, enfrascado en los últimos días en monótonos testimonios sobre contabilidad, volvió a cobrar vida el martes.
Un expresidente, que podría encontrarse de nuevo tras el escritorio del Despacho Oval en enero, se enfrentó cara a cara por primera vez en años con la estrella de cine para adultos a quien está acusado de silenciar con un pago de dinero por silencio.
Lo que vino después fue sórdido, contundente y dolorosamente vergonzoso para Trump, que se vio obligado a permanecer sentado con el ceño fruncido mientras Daniels describía una escena detallada de una suite de hotel con baldosas negras en la que supuestamente tuvo lugar una relación que el expresidente sigue negando.
Fue el último bandazo insondable de una campaña electoral como ninguna otra. Y para un candidato normal que careciera de la piel política de teflón de Trump, probablemente sería el final del camino.
Pero como suele ocurrir, un golpe legal devastador para el expresidente fue seguido de un resquicio de esperanza. A última hora de la tarde del martes se enteró de que la jueza Aileen Cannon, nombrada por él, aplazó indefinidamente un juicio en su caso de documentos clasificados en Florida. Esto significa que Trump casi con toda seguridad no se enfrentará a un jurado por cargos federales de manejo indebido de información clasificada antes de las elecciones, una realidad que llevó a su exasesor de la Casa Blanca Ty Cobb a acusar a Cannon de retrasar el caso, consentir mociones frívolas y malinterpretar la ley aplicable. “Este es un caso de parcialidad e incompetencia”, dijo Cobb a Erin Burnett, de CNN.
La decisión de Cannon se produce en un momento en el que es poco probable que los dos casos de injerencia electoral de Trump, ambos desbordados por sus tácticas dilatorias previas al juicio y sus fulminantes apelaciones, lleguen a juicio antes de que los votantes hagan su fatídica elección en noviembre. El Tribunal de Apelaciones de Georgia dijo el miércoles que considerará un esfuerzo de Trump y sus coacusados para descalificar a la fiscal de distrito Fani Willis del caso de subversión electoral de 2020 - otra señal de que los esfuerzos previos al juicio para retrasar un juicio están teniendo éxito.
Así, mientras que el caso del dinero por silencio es ampliamente considerado como el más débil de los que enfrenta Trump, es probable que sea el único que podría crear el escenario nunca antes visto de un delincuente convicto pidiendo a los votantes que lo elijan presidente
Eso hizo que el testimonio de Daniels fuera aún más crítico. Y la pregunta más importante después de sus primeras y contundentes tres horas y tres cuartos en el estrado es si su testimonio salaz hizo más probable un veredicto de culpabilidad, o terminó por socavar el caso.
Además, ¿podrá la naturaleza atrevida de su descripción de su relación con Trump abrirse paso de una manera que anteriores revelaciones poco favorecedoras del carácter del expresidente no han logrado y cambiar algún voto crítico de los estados indecisos en noviembre?
Daniels revela nuevos detalles sobre su supuesta relación con Trump hace casi dos décadas
Daniels, junto con el exabogado de Trump Michael Cohen, es uno de los dos testigos estrella en el primer juicio penal de la historia contra un expresidente de EE UU. Ella habló al jurado el martes sobre un pago de US$ 130.000 de dinero por silencio que recibió de Cohen antes de las elecciones de 2016. Esos pagos no son ilegales. Pero los fiscales alegan que Trump falsificó registros comerciales para ocultarlo y engañar a los votantes en un primer ataque de interferencia electoral. Se ha declarado inocente.
“Stormy dio nueva información sobre su breve enlace con Donald Trump e información adicional sobre muchos de los elementos clave del caso”, dijo el analista legal Norm Eisen a Wolf Blitzer de CNN. “Fue uno de los días más importantes hasta ahora en este juicio tan lleno de acontecimientos”.
El drama fue incluso mayor de lo que parecía en un principio.
Una transcripción de los procedimientos del día reveló un intercambio entre el juez Juan Merchan y el abogado de Trump que no había sido audible en la corte. El magistrado se quejó de que el expresidente estaba “maldiciendo audiblemente” durante el testimonio de Daniels y negaba con la cabeza. “Tiene el potencial de intimidar a la testigo y el jurado puede verlo”. El juez dijo al abogado, Todd Blanche, que habló con él en el banquillo para evitar avergonzar al acusado, pero que el comportamiento tenía que parar. Jeremy Herb, de CNN, que estaba en el tribunal, informó que Trump estaba más interesado el martes que en cualquier momento anterior del juicio.
Un día después de que Merchan le advirtiera de que podría ir a la cárcel si seguía violando una orden de silencio destinada a proteger a los miembros del jurado y a los testigos, Trump ya estaba en la cuerda floja con el juez. Logró evitar cruzar la línea mientras hablaba con los periodistas en un pasillo de la sala al final del día. Pero el testimonio sin tapujos de Daniels puede suponer la prueba más ardua de su inestable autodisciplina y acercar la posibilidad de un nuevo enfrentamiento con Merchan por la orden de silencio.
Es imposible saber cómo interpretarán los jurados los distintos capítulos de un juicio.
Pero con el nivel de detalle que Daniels proporcionó sobre su tiempo con Trump, incluido su pijama de “seda o satén”, pareció socavar seriamente sus negaciones de que tuvieran una relación. Eso podría ser fundamental para explicar a los miembros del jurado por qué Trump estaba tan interesado en supuestamente encubrirlo.
Pero la abogada de Trump, Susan Necheles, consiguió que Daniels admitiera su antipatía por Trump y que quería que rindiera cuentas. Esta admisión podría poner en duda sus motivos.
Solo hace falta un miembro del jurado para frustrar una condena. Y en un agresivo contrainterrogatorio que se reanudará el jueves, Necheles trató de crear una duda razonable y descalificar a Daniels como testigo creíble. “¿Estoy en lo cierto en que odia al presidente Trump?” , preguntó Necheles. Daniels respondió: “Sí”. A continuación, se le preguntó a la exestrella del cine para adultos si quería que el expresidente fuera a la cárcel. “Quiero que rinda cuentas”, respondió.
Un día de testimonios surrealistas
Mientras Trump trata de recuperar la Casa Blanca en noviembre, lastrado por cuatro acusaciones penales, una sentencia adversa en un juicio civil por fraude valorada en 500 millones de dólares, el estigma de dos juicios políticos y el recuerdo de su asalto a la democracia tras las elecciones de 2020, los supuestos hechos del caso tal y como se ventilaron el martes se sintieron muy por debajo de los golpes de martillo de la historia.
Para empezar, todo ocurrió hace mucho tiempo. El episodio en cuestión se remonta a 2006, cuando Trump y Daniels estaban juntos en una habitación de hotel en un torneo de golf de famosos en Lake Tahoe, cuando el futuro presidente estaba en los primeros estertores de su éxito como estrella de reality.
Daniels declaró que, al volver del baño, se sorprendió al ver a Trump sobre la cama en camiseta y bóxers. Testificó que se quitó la ropa y tuvieron sexo en la posición del misionero. “Yo estaba mirando al techo. No sabía cómo llegué allí”, dijo Daniels. “Llevaba unos tacones dorados con tiras y hebillas diminutas. Me temblaban mucho las manos. Me costaba vestirme. Me dijo: ”Oh, fue genial. Reunámonos de nuevo, cariño. Estuvimos muy bien juntos’. Yo solo quería irme”.
Ni Trump ni Daniels podrían haber imaginado hace casi dos décadas el improbable camino que ambos tomarían, hasta el momento en que los supuestos secretos de alcoba de un ex y posiblemente futuro presidente transfigurarían una sala de tribunal en plena década de 2020.
Aunque el alcance de las supuestas interacciones entre Trump y Daniels y los posteriores intentos de encubrirlas no son necesariamente importantes para cómo se decida el caso, podrían ser más significativos en la percepción pública sobre el juicio. Esto pareció ocurrirle al segundo hijo de Trump, Eric Trump, quien estuvo en el tribunal el martes y publicó en X, probando una nueva línea de ataque de la campaña de Trump. “Perspectiva: Sentado en primera fila tratando de averiguar cómo algo de esta basura de hace 20 años se relaciona con facturas ‘legales’ presentadas por un abogado personal desde hace mucho tiempo que está siendo registrado como un gasto ‘legal’”, escribió.
Como siempre, Donald Trump trató de dar su propio giro a los acontecimientos: “Este fue un día muy grande. Un día muy revelador, como ven, su caso se está cayendo totalmente a pedazos”, afirmó Trump tras ver cómo su abogado trataba de desmontar pieza a pieza la historia de Daniels. “No tienen nada en libros y registros”. Es probable que el expresidente sea demasiado optimista en ese punto, ya que Daniels es sobre todo importante para los fiscales a la hora de establecer la historia de fondo de por qué se produjo el supuesto encubrimiento y ella no tiene conocimiento de primera mano sobre las supuestas transgresiones contables.
Aún así, tras el escabroso relato de Daniels, el equipo del expresidente solicitó la anulación del juicio alegando que los detalles innecesarios sobre la relación podrían perjudicar al jurado en contra de su cliente. Merchan denegó la petición, pero sí admitió que parte del contenido más explícito “era mejor no decirlo”.
Es un sentimiento con el que muchos estadounidenses podrían estar de acuerdo.