(CNN) – El colibrí más grande del mundo lleva siglos escondiéndose a plena vista, y los científicos apenas descubrieron que se trata de una especie distinta de otra gigantesca hasta que le colocaron mochilas diminutas para entender sus patrones migratorios.
Los investigadores también identificaron el viaje migratorio más largo de un colibrí: 8.368 kilómetros de ida y vuelta, o lo que es lo mismo, la distancia entre Nueva York y Buenos Aires.
Los interrogantes en torno al colibrí gigante de Sudamérica persisten desde que el naturalista Charles Darwin los observó por primera vez en 1834 durante su expedición a bordo del HMS Beagle.
Darwin observó a estas aves, cuyo tamaño es unas ocho veces mayor que el de los colibríes típicos, reproduciéndose a lo largo de la costa pacífica de Chile, pero después parecían desaparecer por completo tras la reproducción. Darwin especuló con la posibilidad de que los colibríes gigantes emigraran a la región del desierto de Atacama, en el norte de Chile.
Ahora, una nueva investigación reveló que existen dos especies distintas de colibríes gigantes en Sudamérica -el colibrí gigante del norte, que vive todo el año en los Andes, y el colibrí gigante migratorio del sur- y que llevan millones de años evolucionando por separado.
Un nuevo estudio sobre estas aves se publicó el lunes en la revista académica Proceedings of the National Academy of Sciences.
“No hay muchas migraciones animales de especies grandes y carismáticas que sigan siendo totalmente desconocidas, pero ése fue el caso de los colibríes gigantes del sur”, dijo la autora principal del estudio Jessie Williamson, becaria postdoctoral de la Fundación Nacional de Ciencias y becaria postdoctoral Rose en el Laboratorio de Ornitología de Cornell en Ithaca, Nueva York. “Queríamos resolver por fin este misterio”.
Diseñar mochilas para colibríes
Los colibríes gigantes difieren de cientos de otras especies de colibríes en muchos otros aspectos.
“Todo en los gigantes es anómalo: no solo son mucho más grandes (dos veces o más) que el segundo colibrí más grande, sino que sus aleteos y latidos son mucho más lentos”, explica Williamson. “Y sus alas son proporcionalmente más largas, por lo que tienen una apariencia completamente única en vuelo, casi como un vencejo planeando”.
Los vencejos son aves medianas de vuelo rápido de la familia Apodidae, que también incluye a los colibríes.
Pero estudiar a los colibríes, sea cual sea su tamaño, es una tarea ardua. Durante el trabajo de campo, el equipo colaboró con propietarios de tierras y habitantes de pueblos de todo Perú y Chile.
“Capturar colibríes gigantes es todo un reto”, afirma en un comunicado Emil Bautista, coautor del estudio e investigador del Centro de Ornitología y Biodiversidad de Lima. “Lo observan todo y conocen bien sus territorios. Tuvimos que ser estratégicos a la hora de elegir los sitios para nuestras redes. Si los colibríes gigantes ven algo inusual, no visitarán ese lugar. Son más observadores que otras aves”.
El equipo de investigación pasó nueve meses acampando en zonas rurales de Chile y Perú, trabajando desde el nivel del mar hasta las escarpadas laderas de los Andes, repletas de cactus, y pasando semanas enteras sin electricidad ni agua corriente, explica Williamson.
Williamson diseñó un arnés de mochila, utilizando un tipo de cordón de joyería para sujetar un dispositivo de microrastreo a 57 colibríes en Chile.
“El diseño de arneses de mochila adecuados para colibríes gigantes requirió dos temporadas de campo de ensayo y error, incluida la práctica del diseño del arnés en una marioneta de dedo de colibrí de peluche … con un dispositivo geolocalizador de papel maché, además de muchas consultas con colegas que tienen experiencia en el seguimiento de pequeñas aves migratorias”, dijo Williamson.
Las mochilas geolocalizadoras pesaban 0,3 gramos y se diseñaron para que fueran lo bastante pequeñas y ligeras como para no interferir en el estilo de vuelo de las aves.
Williamson publicó un artículo en junio de 2021 en la revista académica Journal of Avian Biology en el que describe su diseño y cómo fijarlo de forma segura a los colibríes.
“Es difícil trabajar con colibríes porque son ligeros, con alas largas y patas cortas. Son los pequeños acróbatas de la naturaleza”, explica.
Pero no bastaba con atrapar a los pájaros, colocarles las mochilas y soltarlos: había que volver a capturarlos para que el equipo recopilara los datos.
Los investigadores pudieron recuperar los datos de ocho de los geolocalizadores recapturando a las aves con redes de malla fina llamadas “redes de niebla”, utilizadas habitualmente por los ornitólogos, explica Williamson.
Lo que el equipo descubrió fue que los colibríes gigantes migratorios del sur son como alpinistas humanos.
Vuelos a gran altitud
Los datos del geolocalizador revelaron que los colibríes gigantes migratorios pueden ascender desde el nivel del mar hasta más de 3.962 metros de altitud, y que sus viajes los llevan tan al norte como los Andes peruanos.
Pero los pájaros no vuelan directamente a estas alturas. Al igual que los alpinistas, hacen una pausa de varios días en su ascenso para que su sangre y sus pulmones se aclimaten a los bajos niveles de oxígeno.
Los científicos siguieron la migración de las aves con geolocalizadores y transmisores por satélite y descubrieron lo que consideran la migración más larga conocida de un colibrí: 8.368 kilómetros desde la costa chilena hasta los Andes peruanos y de regreso.
Al estudiar las aves y compararlas con datos genéticos de especímenes de museo, los investigadores se dieron cuenta de que había dos tipos de colibríes gigantes.
“Nadie había descubierto adónde iban los colibríes gigantes migratorios porque se escondían entre los colibríes gigantes no migratorios”, afirma en un comunicado Christopher Witt, autor principal del estudio, profesor de Biología y director del Museo de Biología del Suroeste de la Universidad de Nuevo México. “Las dos formas de colibrí gigante parecen casi idénticas - durante siglos, los ornitólogos y observadores de aves nunca se dieron cuenta de que eran diferentes. No podríamos haberlo descubierto sin los rastreadores en miniatura”.
Es probable que la diferencia entre las dos especies se deba a un cambio en el comportamiento migratorio. Los investigadores estudiaron especies de museo, incluido un ejemplar de 154 años de antigüedad, y se dieron cuenta de que los dos tipos de colibrí gigante habían evolucionado por separado durante unos 3 millones de años.
“Son tan diferentes entre sí como los chimpancés lo son de los bonobos”, afirma Witt. “Las dos especies coinciden en sus zonas de invernada a gran altitud. Es desconcertante que hasta ahora nadie haya descifrado el misterio del colibrí gigante y, sin embargo, estas dos especies hayan estado separadas durante millones de años”.
El colibrí gigante del norte, que vive todo el año en las alturas de los Andes, tiene una capacidad pulmonar y sanguínea diferente a la del colibrí gigante del sur.
Tras darse cuenta de que las dos aves eran especies completamente distintas, el equipo de estudio bautizó al colibrí gigante del norte con el nombre de Patagona chaski, un guiño a “chaskis”, la palabra quechua para mensajeros, del Imperio Inca. El quechua es un grupo de lenguas indígenas utilizadas en Perú y los países vecinos.
“Los corredores chaski eran velocistas seguros, capaces de alcanzar velocidad y resistencia en pendientes pronunciadas, en parte debido a su gran capacidad pulmonar y a un riguroso entrenamiento aeróbico a gran altitud”, escriben los autores en el estudio.
Surgen nuevos misterios sobre las aves
Los investigadores informaron que ambas poblaciones de colibríes gigantes son estables, y algunos incluso pueden ser vistos disfrutando del néctar de comederos domésticos.
Ahora que se confirmó la existencia de dos especies distintas, el equipo quiere entender mejor cómo interactúan las poblaciones, sobre todo cuando viven en las mismas zonas de los Andes durante el invierno.
“Tenemos que averiguar dónde se reúnen estas dos formas y cómo interactúan”, explica Witt. “¿Compiten, domina una sobre la otra, cómo se reparten los recursos y se mezclan o segregan espacialmente en el área de distribución invernal? Muchas preguntas interesantes”.
Williamson también quiere trabajar con especialistas en Botánica para entender cómo las pautas migratorias de las aves pueden haber coevolucionado con las plantas con flores que utilizan como sustento en sus viajes.
“Me interesa mucho saber por qué los colibríes gigantes del sur cambian tan drásticamente de altitud durante la migración”, explica Williamson. “Son como alpinistas miniatura. ¿Cómo cambian su fisiología para facilitar estos movimientos?”.