(CNN) – Cancún. Todo es sol, playa y fiesta, ¿verdad? Pues te equivocas. Puede que este famoso punto turístico de la península de Yucatán se haya convertido en sinónimo de excesos, pero desde la Lucha Libre hasta la historia maya, pasando por la belleza natural de sus selvas cercanas, Cancún ofrece mucho más que unas vacaciones en la playa.
Venir aquí ahora también es especial. Hace 50 años que se inauguró el primer hotel en Cancún. A principios de la década de 1970, la costa estaba vacía, salvo por un pequeño pueblo pesquero. Pero el auge no fue orgánico, sino parte de un plan para crear lo que el gobierno mexicano de la época llamó un “multimillonario patio de recreo”.
Ese plan, llamado El Proyecto Cancún, obtuvo la aprobación en 1969 y se puso la primera piedra en 1970, con el propósito de construir una nueva ciudad desde cero. Contaría con un área que aún se conoce como la Zona Hotelera, una parte de la ciudad para que vivieran los residentes locales y los trabajadores, y un aeropuerto para que volaran personas ansiosas de buen tiempo y diversión.
Quintana Roo, que se convirtió en estado mexicano en 1974, el mismo año en que se inauguró el primer hotel, alberga ahora una serie de complejos turísticos, de los cuales Cancún es el original.
Cancún se ha convertido en un éxito rotundo. Alrededor de 21 millones de visitantes llegaron aquí en 2023, superando las previsiones de la Secretaría de Turismo y recordando a todo el mundo que es la visita obligada de México.
Luchando con el pasado
Una noche de fiesta en Cancún no tiene por qué implicar tragos, golpearse unos a otros con globos y bailar en la calle, aunque todas estas cosas tienen su lugar. Para disfrutar de algo verdaderamente local, lo mejor es ponerse deportivo, con una noche de Lucha Libre.
Un deporte con un gran número de seguidores, en el que los luchadores combaten con máscaras que, cuando pierden, no pueden volver a ponerse. Todo ello da lugar a una experiencia colorida pero brutal, de la que uno no puede evitar disfrutar, tanto si es por los luchadores que son arrojados del cuadrilátero como por los deliciosos tamales que puedes comerte antes del espectáculo.
Aunque esta forma histórica de entretenimiento, que se remonta al siglo XX, ofrece a los visitantes una visión de la cultura local, en Cancún hay algo aún más antiguo por lo que maravillarse. Miles de años antes de la llegada de Cancún a la escena turística, el Imperio Maya construyó aquí templos y ciudades, cuyas ruinas aún son visibles entre los hoteles piramidales que imitan su diseño original.
Sumergirse en la historia
Para conocer a fondo la civilización altamente desarrollada que creció aquí, merece la pena adentrarse en la selva. A Puerto Morelos y sus emblemáticos cenotes. Estos profundos sumideros, que se encuentran por todo Quintana Roo, se formaron durante la última glaciación, cuando la piedra caliza debilitada se derrumbó, ofreciendo la única fuente de agua dulce de la selva.
La palabra deriva de la lengua maya, cuyo pueblo creía que eran espacios sagrados, una forma de acceder al inframundo.
“Lo llaman Xibalba”, explica Roberto Rojo, biólogo y fundador de Cenotes Urbanos, una organización sin fines de lucro dedicada a la conservación. “Xibalba, es la palabra maya para el inframundo… no es como el infierno. Es solo otro lugar de su universo”.
“Muchas de las pirámides o los templos están construidos sobre un cenote o una cueva, o muy cerca de estos lugares, porque eran muy importantes para ellos”.
Tan importantes, de hecho, que a su alrededor se construyeron ciudades y templos enteros, como Chichén-Itzá, designada una de las nuevas siete maravillas del mundo en 2000. También se hacían sacrificios, arrojando animales a las profundidades del agua para apaciguar a los dioses mayas.
En el Cenote Zapote, en Puerto Morelos, es posible sumergirse hasta el fondo y ver algo que lleva allí más de 10.000 años.
“Es un cenote muy especial porque en el fondo hay un esqueleto completo de un gran perezoso de tierra gigante que vivió aquí durante la Edad de Hielo”, explica Rojo.
Una experiencia espiritual
La selva de la península también esconde otros secretos. A dos horas de Cancún, en Tulum, se esconde un museo y centro de arte insólito, inverosímil y francamente alocado. SFER IK abrió sus puertas en 2019. Es en parte museo, en parte galería y en parte selva, en armonía con su entorno, sin suelos ni techos planos, construido con madera local, enredaderas e incluso árboles vivos.
Idea del arquitecto y filántropo Eduardo Neira Sterkel, también conocido como Roth, está diseñado para acercar a los visitantes a la naturaleza y a la belleza de la selva de Yucatán. Y lo hace con un estilo realmente único, desde sus ondulantes pasarelas hasta la forma en que las enredaderas caen por los senderos, mientras los árboles se elevan por encima.
Roth explica que, con los 200 árboles que componen SFER IK, es una forma de llevar la naturaleza a lo cotidiano.
“Creo que la naturaleza es el último recurso que tenemos, tenemos que cuidarla”, dice cuando se le pregunta por qué era tan importante para él crear este espacio asombroso. Sin duda, es un lugar en el que uno puede sentirse tranquilo y contento, en armonía con el mundo que le rodea. No es el Cancún conocido por su agitada vida festiva. Ni de cerca.
Asimismo, los poderes curativos de una ceremonia de temazcal se alejan de los estereotipos asociados a la región. Esta antigua tradición maya se sigue practicando hoy en día en la selva que rodea Cancún, una oportunidad para relajarse, desintoxicarse y purificarse entre la vegetación.
Incluso hay chamanes locales que dirigen la ceremonia en el temazcal, un iglú de piedra en cuyo interior hay una hoguera ardiente. Es como una sauna en la selva. La oscuridad del espacio está pensada para romper las barreras entre las personas, con ceremonias de hasta ocho horas en las que se comparten sentimientos y pensamientos.
“Esto es muy bueno para nuestro cuerpo; nos estamos curando, desintoxicando”, explica el chamán desde el interior del temazcal. Se cree que los mayas participaban en este tipo de ceremonias después de una batalla o una competición en la corte. Hace miles de años, ellos, como tantas civilizaciones antiguas de todo el planeta, comprendieron el poder de la atención plena.
Lo antiguo, lo nuevo y todo lo demás
Mientras las maravillas naturales alejan a los turistas de Cancún, la lluvia, que llega aquí más a menudo de lo que se piensa, hace que los turistas se queden bajo techo, en los innumerables centros comerciales de la ciudad. Puede que estemos en el México moderno, pero los souvenirs tienen una clara tendencia maya, desde la artesanía local hasta los imanes de nevera cubiertos de templos.
Afortunadamente, el sol nunca está lejos, lo que significa que hay tiempo para maravillarse con las aguas turquesas, las embarcaciones que surcan la superficie y los pájaros que salpican el cielo. Es imposible ignorar que se trata de un rincón del mundo de gran belleza.
Al igual que los mayas, los visionarios del Cancún actual sabían lo que hacían cuando crearon esta maravilla turística. Hoy es una embriagadora mezcla de lo antiguo y lo moderno, un lugar extraordinario que merece la pena explorar, desde sus playas a sus bares, pasando por sus cenotes y sus delicias selváticas.