(CNN) – Es uno de los mayores misterios del alpinismo: ¿se conquistó realmente el Everest por primera vez en 1953, o dos alpinistas llegaron a la cumbre en 1924, antes de morir en misteriosas circunstancias?
Los alpinistas británicos George Mallory y Andrew “Sandy” Irvine fueron vistos por última vez el 8 de junio de 1924, a unos 250 metros de la cima, antes de desaparecer entre las nubes. Nunca volvieron a aparecer.
Cuando se encontró el cuerpo de Mallory en 1999, se abrigaron grandes esperanzas de que pudiera dar una pista sobre si la pareja alcanzó la cumbre. Sin embargo, la cámara que llevaba consigo —con la que habría documentado el punto más alto que habían alcanzado— no estaba junto al cuerpo. Nunca se encontró el cuerpo de Irvine.
Pero ahora que se acerca el centenario de su desaparición, un investigador cree haber resuelto el mayor misterio del alpinismo.
Mediante el estudio de los partes meteorológicos de la expedición, el autor Graham Hoyland cree haber averiguado qué le ocurrió a la pareja y si llegaron a la cumbre antes de morir.
Hoyland —pariente lejano de otro miembro del grupo expedicionario, que ha visitado el Everest nueve veces en busca de sus restos— cree que la clave del misterio es la presión atmosférica.
Su pariente lejano, Howard Somervell —otro alpinista, que se había acercado a 300 metros de la cumbre en la misma expedición antes de que la falta de oxígeno le obligara a retroceder— fue el encargado de seguir el clima durante la expedición.
¿La pista definitiva?
Sus registros —que presentó después de que se elaborara el informe oficial sobre la expedición de 1924, tras regresar a su trabajo como cirujano en la India— muestran que la presión barométrica descendió entre la mañana del 8 de junio y el 9 de junio en el campamento base, donde Somervell estaba tomando las lecturas.
Somervell registró que la presión en pulgadas de mercurio bajó de 16,25 a 15,98. Hoyland cree que estas cifras equivalen a una caída de presión de 10 milibares. Las muertes relacionadas con el clima en el Everest se asocian generalmente con un descenso de la presión barométrica en la cumbre.
Un descenso de sólo 4 milibares puede provocar hipoxia; una caída de 6 milibares fue suficiente para causar el incidente de 1996 en el que 20 personas quedaron atrapadas en la montaña, ocho de las cuales murieron. Esa historia se relata en el libro del escritor Jon Krakauer “Into Thin Air”. El factor del clima también fue explorado en un trabajo de 2010 por expertos de la Universidad de Toronto, dirigido por G.W. Kent Moore.
“Estaban escalando en medio de una tormenta de nieve absoluta, no sólo una ventisca, sino una especie de bomba de nieve”, dijo Hoyland a CNN. Hoyland ya había experimentado “bombas de nieve” en el Everest. “Es aterrador: la temperatura baja muchísimo, te falta el aire. Hay vientos de 1.000 nudos. Un tipo que conozco salió volando por los aires y acabó más arriba”, explica.
En efecto, la caída de la presión atmosférica hizo que la montaña se elevara de repente, unos 200 metros más, para ser exactos. Hoyland lo llama “una trampa mortal invisible”.
La pareja, que ascendía por la cresta noroeste, ya estaba escalando contra todo pronóstico. Mallory escribió en una carta a su esposa que calculaba que sus posibilidades de hacer cumbre eran de 50 a una. Hoyland cree que era más de 20 a una. Pero, él piensa, que no habrían tenido idea de lo que estaba a punto de golpearlos.
“Mallory había visto a Norton y Somervell llegar a menos de 300 metros de la cima el 4 de junio sin equipo de oxígeno; habría parecido razonable suponer que era posible llegar a la cima con el aparato”, escribe en un libro de próxima aparición.
“Lo que no sabía era que el rápido descenso de la presión atmosférica estaba haciendo que la montaña fuera aún más alta”.
Es más, la tormenta y la ventisca no se habrían limitado a provocar un descenso de la presión atmosférica. La pareja llevaba capas de seda, algodón y lana. Hoyland —que llevaba un atuendo similar hecho a medida en un viaje al Everest— dice que la ropa es excepcionalmente cómoda, pero no habría proporcionado el calor necesario para sobrevivir a una ventisca o a una noche.
Anteriormente se había especulado con la posibilidad de que la pareja hubiera alcanzado la cumbre antes de morir en el descenso, algo que Hoyland califica de “ilusión”.
“Llevaba años y años intentando demostrar que Mallory había escalado el Everest; quería demostrar que era el decimosexto británico en escalarlo, no el decimoquinto. Pero, por desgracia, cuando lees los hechos y difieren de lo que piensas, tienes que cambiar de opinión. No puedes seguir siendo un iluso”, afirma.
Hasta Hoyland, nadie había estudiado de cerca los partes meteorológicos, que se conservaban en la Royal Geographical Society de Londres.
El alpinista neozelandés Edmund Hillary alcanzó la cumbre en 1953, la primera ascensión documentada.
Un siglo de especulaciones
El misterio de Mallory e Irvine ha intrigado a los aventureros durante décadas.
En 1933, otro alpinista, Percy Wyn-Harris, encontró un hacha cerca de la cumbre. Se supuso que pertenecía a Irvine.
En 1936, otro montañero, Frank Smythe, creyó haber visto dos cuerpos en la distancia. Utilizando un telescopio, los vio a unos 8.100 metros.
Y el alpinista chino Wang Hongbao creyó ver un cuerpo durante su ascensión de 1975.
Finalmente, una expedición en 1999, instigada por Hoyland, encontró el cuerpo de Mallory a 8000 metros, 700 metros por debajo de la cumbre.
Hoyland cree que la pareja, atada la una a la otra, resbaló al abortar la ascensión y regresar al campamento base. Cree que Mallory sobrevivió a la caída inicial, pero que sufrió otra caída fatal mientras regresaba tambaleándose al campamento base. Nunca se ha encontrado el cuerpo de Irvine.
El Everest “vuelve loca a la gente”
Aunque se encontraron algunas pertenencias de Mallory en su cuerpo, incluidas unas gafas en el bolsillo —lo que sugiere que estaba en la oscuridad o con poca visibilidad—, no había rastro de la foto de su esposa que había llevado, con la intención de dejarla en la cumbre.
Durante décadas, los investigadores han postulado que, a falta de pruebas más precisas, la ausencia de fotos sugiere que la pareja podría haber llegado a la cumbre y haberse caído al regresar.
Sin embargo, tras revisar las nuevas pruebas, Hoyland cree que no es así. Según los informes de la expedición, una ventisca azotó la montaña a las 2 p.m., mucho antes de que pudieran haber llegado a la cumbre. La falta de fotos, piensa, no significa nada. Mallory a menudo olvidaba cosas, señala.
En la última carta que escribió a su mujer el 27 de mayo —digitalizada con motivo del centenario de su ascensión—, Mallory contaba que “miraba por la puerta de la tienda a un mundo de nieve y esperanzas que se desvanecían” y lo describía como “un mal momento en general”. Tanto él como Irvine se encontraban mal, y él escribió que “dudo bastante de si estaré en forma en la medida suficiente”.
Para Hoyland, que participa en un acto en la Royal Geographical Society sobre el centenario, “el Everest vuelve loca a la gente”.
“Mallory se obsesionó con el deseo de conquistar el Everest; eso lo habría convertido en alguien”, dijo.
Mallory era profesor, pero se movía en los márgenes del grupo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales, artistas y pensadores británicos basado en Londres a principios del siglo XX.
“Todos los que conocía eran o un novelista famoso o un premio Nobel, y quedó cautivado por ello [la idea del Everest]”, dijo.
“Hay una cosa peligrosa que se llama ‘fiebre de la cumbre’: ves la cumbre y piensas: ‘Bien, es la muerte o la gloria’. Te da igual morir. Conozco esa sensación. Te sientes completamente poseído por esta montaña. Mallory fue poseído por el Everest y eso le mató”.
Hoyland, que desde entonces ha cambiado el alpinismo por la navegación extrema, dice que el Everest se ha convertido en “una montaña de no alpinistas”.
“Hay hombres ricos que lo escalan como un trofeo. Ojalá no fuera la más alta”, afirma.
“Sinceramente, creo que lo mejor que podría pasar sería que se cayeran los 300 metros superiores”.