Crédito: Christine Cornell

Nota del editor: Norman Eisen es analista jurídico de CNN y editor de “Trying Trump: A Guide to His First Election Interference Criminal Trial”. Fue asesor de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes en el primer juicio político y proceso contra el entonces presidente Donald Trump. Las opiniones expresadas en esta nota le pertenecen exclusivamente a su autor. Lee más artículos de opinión en cnne.com/opinion

(CNN) – Después del gran drama del conflicto del lunes entre el juez Juan Merchan y el testigo de la defensa Robert Costello, y con el jurado en el juicio penal de Manhattan del expresidente Donald Trump siendo desalojado el martes mientras ambas partes discutían las instrucciones del jurado, mis expectativas para el día eran bajas. Pero, como suele ocurrir, el día 20 del proceso superó las expectativas.

Parte de la razón de esas modestas esperanzas era el hecho de que el caso de la defensa no incluiría el testimonio del acusado. Eso habría sido suicida debido a la notoria afición de Trump a las declaraciones falsas, que se puso en evidencia en sus apariciones diarias ante la prensa, y porque el juez ya había dictaminado que se le podría interrogar ampliamente sobre sus actos ilícitos anteriores. No obstante, contribuyó a la esperada sensación anticlimática.

Eso nos dejó con Costello como el testigo principal de la defensa. Y eso contribuyó a que el martes fuera otro día crucial, con la defensa perdiendo puntos que no podía costearse cuando los fiscales reanudaron el contrainterrogatorio de Costello, un abogado que una vez asesoró al exmediador de Trump Michael Cohen. Más tarde, la audiencia de instrucción de cargos para acordar las instrucciones al jurado mostró lo desalentadora que es la jurisprudencia a la que se enfrenta Trump.

La fiscal adjunta Susan Hoffinger tachó hábilmente a Costello con sus propias palabras, insinuando que intentó “controlar” a Cohen en beneficio del entonces abogado de Trump Rudy Giuliani y de su cliente, y evitar que cooperara con las autoridades. Llevó a Costello a través de sus propias palabras enviadas por correo electrónico en las que le decía a Cohen que tenía “amigos en las altas esferas”, que Costello confirmó que se referían a Trump, y que Cohen debería “dormir bien esta noche” sabiéndolo.

Esos correos electrónicos socavaron al testigo de la defensa y al mismo tiempo apoyaron el caso de la Fiscalía al ofrecer pruebas de que Trump mantenía una estrecha vigilancia personal sobre Cohen para mantener su lealtad después de que el FBI allanara la oficina y la habitación de hotel de Cohen en 2018 como parte de una investigación que incluía el pago de 130.000 dólares por silencio en el centro del juicio. Los fiscales alegan que el propósito del pago a la actriz de cine para adultos Stormy Daniels (quien dijo que tuvo un encuentro sexual con Trump), se ocultó en registros comerciales fraudulentos. La Fiscalía también dice que el pago benefició a su campaña presidencial y constituyó una contribución ilegal a la campaña.

Como el “Ojo de Sauron”, la atención del villano sobrenatural en “El Señor de los Anillos”, este ojo sobre Cohen, según se describió en el juicio, era una mirada incómoda.

El jurado pareció simpatizar con la narrativa que Hoffinger estaba reforzando durante este cruce de declaraciones y siguió mostrando hostilidad hacia Costello. Algunos miembros del jurado pusieron los ojos en blanco ante el testigo y sonrieron cuando ella le lanzó ataques. “Ese correo electrónico habla por sí solo, ¿verdad?”, preguntó, refutando las respuestas de Costello y devolviéndole su sarcástica réplica sobre los correos electrónicos que hizo durante la declaración del lunes, cuando los enfrentamientos del testigo con el juez Juan Merchan le llevaron a advertir a Costello que su “conducta es despectiva”.

Los jurados toman nota de las observaciones del juez, y este jurado pudo ver el visible enfado de Merchán con Costello el lunes; es probable que eso también influyera en su opinión sobre él.

Todo ello son malas noticias no solo para Costello, cuyo enfrentamiento con Merchan se ganó los elogios de Trump fuera de la sala el lunes, sino también para la defensa. Dado que Costello era uno de los únicos testigos de Trump, también existe el riesgo de que él, y la reacción del jurado a su mala actitud, empañen el caso de la defensa en general.

El caso de la defensa dio otro paso atrás durante la audiencia de acusación del martes, en la que el juez escuchó a ambas partes sobre cómo debería instruir al jurado sobre la ley y resolvió una serie de disputas sobre lo que les diría.

El problema para Trump es que, aunque Merchan decidió algunas cuestiones a favor del acusado (de su habitual manera imparcial), la ley que los jurados deben seguir para llegar a su veredicto es desfavorable para Trump.

Por poner quizá el ejemplo más notable, una de las cosas que la Fiscalía trata de probar es que Trump participó en una conspiración para promover su elección “por medios ilícitos”. La defensa quería una instrucción de que el jurado debía ponerse de acuerdo por unanimidad sobre cuáles eran los medios ilícitos. Pero, como señalaron los fiscales, la ley de Nueva York no exige tal cosa. Siempre que cada miembro del jurado considere que se ha infringido alguna ley, no tienen que ponerse de acuerdo sobre cuál es. Cada miembro del jurado puede elegir su propia aventura, por así decirlo, siempre que cada uno elija al menos una.

“Lo importante de la ley no es desviarse de ella; es aplicarla de la forma más coherente posible, como haría el tribunal en cualquier otro caso. Es decir, no hay razón para reescribir la ley para este caso”, señaló el ayudante del fiscal Matthew Colangelo, y el juez estuvo de acuerdo, diciendo: “No voy a hacer eso”.

Entre esto y mucha más jurisprudencia desfavorable a Trump, la calamitosa actuación de Costello y la sólida de Cohen en el juicio redirigido, pensé que el efecto neto de los últimos dos días era llevar el recuento general de puntos hasta donde estaba la Fiscalía la semana pasada después del interrogatorio directo de Cohen: más allá del umbral crítico de la duda razonable.

Poco podía hacer la defensa sobre la ley en la audiencia de acusación más allá de sus habituales y hábiles argumentos. Pero les habría convenido no llamar a Costello, igual que les benefició no haber llamado a Trump al estrado.