(CNN) – Alderney, una tranquila isla británica del Canal de la Mancha conocida por su destacada belleza natural, fue en su día el emplazamiento de los únicos campos nazis en suelo británico, y un infierno en la Tierra para sus miles de reclusos.
Una nueva investigación, ordenada por el enviado especial del Reino Unido para cuestiones posteriores al Holocausto, Eric Pickles, y dirigida por un grupo de expertos, ha tratado de determinar el número exacto de muertos entre prisioneros y trabajadores en Alderney, al tiempo que ha puesto fin a las teorías conspirativas y la desinformación que rodean a la isla.
Las conclusiones se publicaron este miércoles y determinaron que hubo un mayor número de muertes que el documentado inicialmente tras la liberación, pero no hallaron pruebas de un “mini-Auschwitz”.
La investigación también analizó por qué los responsables nazis -la mayoría de los cuales eludieron la justicia- nunca fueron juzgados en el Reino Unido.
La isla, de cinco kilómetros cuadrados, estuvo ocupada por los nazis durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial. Durante ese tiempo, se construyeron tres campos de trabajos forzados y un campo de concentración llamado Lager Sylt.
Casi ocho décadas después, las huellas de la ocupación nazi siguen siendo visibles en la pintoresca isla, incluidos búnkeres, muros antitanque y los tristemente célebres túneles de Water Lane, construidos por las fuerzas de ocupación para almacenar municiones y combustible.
Según su oficina de turismo, los habitantes de Alderney -que cuenta con poco más de 2.000 habitantes- se reúnen una vez al año, en mayo, para celebrar una misa en memoria de las víctimas de la isla.
Descrito por Pickles como el “campo de concentración más al oeste del Tercer Reich”, las preguntas sobre la magnitud del horror que se produjo en la isla han persistido tanto entre la población local como a nivel internacional, y el número exacto de muertos nunca ha estado claro, hasta ahora.
Las Islas del Canal fueron el único territorio británico ocupado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de Jersey y Guernesey -las otras islas ocupadas por los nazis-, Alderney fue evacuada de casi todos sus residentes, lo que significa que la isla no cuenta con registros exhaustivos de la época de la guerra.
Según Pickles, la falta de registros ha dado lugar a afirmaciones infundadas sobre Alderney y los crímenes de guerra que tuvieron lugar allí.
“Se han aceptado sin más afirmaciones sobre asesinatos en masa que en cualquier otro lugar se habrían examinado minuciosamente”, afirmó Pickles, que ha subrayado la importancia de la exactitud histórica en relación con el Holocausto.
“Testimonios de tercera o cuarta mano sobre atrocidades, sin ninguna prueba que los respalde, se dan como un hecho… Lo que ocurrió en Alderney ya fue suficientemente malo con su brutalidad, sadismo y asesinatos, sin necesidad de adornos”.
La verdad sin tapujos
Tras la liberación de la isla de los nazis, las cifras oficiales de una investigación de posguerra cifraron en 389 el número de muertos.
Esta cifra ha sido cuestionada durante mucho tiempo. Historiadores, miembros de la comunidad judía y el público en general tienen estimaciones que van de cientos a varios miles.
También se ha especulado con la posibilidad de que el Gobierno británico ocultara deliberadamente la verdadera magnitud de lo ocurrido en la isla.
La investigación niega tales teorías. La investigación concluyó que es improbable que el número de muertos en Alderney superara los 1.134, siendo más probable que se situara entre 641 y 1.027.
Además, al menos 97 personas murieron y una desapareció durante el tránsito hacia y desde la isla.
El número mínimo estimado de prisioneros o trabajadores enviados a Alderney a lo largo de la ocupación alemana se sitúa entre 7.608 y 7.812, según el panel.
Los campos de Alderney, según la investigación, compartían muchos de los rasgos de los de la Europa continental. A los trabajadores se les mantenía en condiciones atroces y se les obligaba a trabajar largas horas realizando peligrosas tareas de construcción. Eran sometidos a palizas, mutilaciones, torturas y, en algunos casos, ejecuciones.
La investigación concluyó que “no hay pruebas” para sostener que murieron varios miles de víctimas.
Las afirmaciones de que Alderney albergaba un centro de exterminio y constituía un “mini-Auschwitz” también son falsas, concluyó el panel.
“Los prisioneros recibían un trato atroz y la vida era miserable, pero Alderney no albergaba un ‘mini-Auschwitz’; no había ningún centro de exterminio en la isla”, declaró Pickles.
Y añadió: “Quien así lo afirme nunca ha visitado Auschwitz ni ha comprendido el alcance de las fábricas de la muerte de los nazis en Europa del Este”.
Pickles cree que sobrestimar el número de muertos a manos de los nazis puede ser perjudicial y hacer el juego a los negacionistas del Holocausto.
“En un momento en que algunas partes de Europa pretenden enjuagar su historia con el Holocausto, las Islas Británicas deben decir la verdad sin tapujos”, afirmó. “Los números importan. Es una distorsión del Holocausto tanto exagerar el número de muertos como infravalorar las cifras”.
Y añadió: “La exageración hace el juego a los negacionistas del Holocausto y socava los seis millones de muertos. La verdad nunca puede perjudicarnos”.
“Injusticia atroz”
Una sección separada de la investigación se centró en la falta de enjuiciamiento de los crímenes de guerra cometidos en Alderney, algo que describió como una “injusticia atroz”.
Esto se debió a la decisión del Gobierno británico de entregar el caso a la Unión Soviética tras la Segunda Guerra Mundial, ya que la mayoría de las víctimas eran ciudadanos soviéticos.
La investigación llevada a cabo por Anthony Glees, académico y asesor de Pickles, descubrió que había habido una “sucesión de encubrimientos” por parte del Gobierno británico, que entregó todos los archivos de pruebas de Alderney a la Unión Soviética a través de la comisión de Crímenes de Guerra de Naciones Unidas el 12 de septiembre de 1945.
A partir de ahí, la URSS decidió “no hacer nada con las pruebas”, según Glees, lo que significa que la mayoría de los autores que habían torturado sistemáticamente y en algunos casos asesinado a sus víctimas escaparon a los juicios.
Glees cree que el Gobierno británico ha ocultado deliberadamente estos hechos a la opinión pública. Está pidiendo al Gobierno que se disculpe.
“Parece apenas comprensible que el Reino Unido, de entre todos los países, se negara a juzgar a los criminales de guerra nazis por las atrocidades atroces cometidas en suelo británico contra ciudadanos de unas 30 naciones”, afirmó.
“En su lugar, las autoridades británicas pasaron todas las pruebas que habían recogido cuidadosamente en el llamado ‘Caso Alderney’ a la URSS… a pesar de que la URSS no las había solicitado y, por tanto, aparentemente, contraviniendo directamente las obligaciones del Reino Unido en virtud de los tratados internacionales”.
Según Glee, la falta de juicios a los criminales de guerra de Alderney ha supuesto la denegación de justicia a las víctimas y sus familias.
Pickles, por su parte, dijo que el hecho de que los autores nunca se enfrentaran a la justicia británica es una “mancha en la reputación de los sucesivos gobiernos británicos”.