Nota del editor: Holly Thomas es una escritora y editora en Londres. Es editora matinal en Katie Couric Media. Tuitea en @HolstaT. Las opiniones expresadas en este comentario son las de la autora. Ver más opiniones en CNN.
(CNN) – Hay muchos momentos insoportables en “The Greatest Love Story Never Told”, el documental sobre el rodaje de “This Is Me… Now”, la película musical de 2024 sobre el último álbum homónimo de Jennifer López acerca de su reencuentro con su histórico amor y cuarto marido, Ben Affleck. Pero lo que sigue es uno de los peores.
Tras expresar su ansiedad por la reticencia de otros actores a protagonizar la película, López saca a colación a su cónyuge. “No creo que él se sienta muy cómodo conmigo haciendo todo esto”, explica a su representante, Benny Medina. “Pero me quiere, sabe que soy una artista y me va a apoyar en todo lo que pueda….. No puede detenerme”.
Inmediatamente, Affleck, tras hacer algunos comentarios empáticos, reflexiona: “Siempre he pensado que las cosas que son privadas son sagradas y especiales… porque, en parte, son privadas… Así que esto fue una especie de adaptación para mí”. Es la pistola de Chéjov de las frases hechas.
El primer romance de la pareja fracasó en 2003 bajo el peso de la atención mediática, pocos días antes de su boda. Ahora, con un álbum, una película y un documental sobre la segunda ronda de la relación, López ha vuelto a invitar a ese escrutinio, a pesar de la evidente reticencia de su amado. En el contexto de los rumores de ruptura surgidos en la última semana, parece un error de juicio catastrófico.
No es de extrañar que muchos de nosotros estemos pendientes de “Bennifer”, cuyo estado sentimental es actualmente el centro de intensas especulaciones. La primera vez que estuvieron juntos, representaban el epítome del glamour de principios de los 2000. Cada aparición pública canalizaba una devoción ostentosa, desde la aparición de Affleck en el video musical de López “Jenny From The Block” de 2002 hasta el diamante rosa de US$ 2,5 millones de su anillo de compromiso. Incluso fueron pioneros en el empalagoso apodo de “portmanteau”.
Su ruptura en 2003 fue como la muerte de un tipo muy particular de amor hollywoodiense, uno que parecía tan fastuoso y coreografiado que nunca podría haber sido real.
El reencuentro de la pareja en 2021 provocó una respuesta diferente. Recién salido del encierro, el mundo estaba hambriento de noticias edificantes e intrascendentes. La reaparición de Bennifer vino con un golpe de nostalgia añadido, y las fotos de la pareja celebrando el 52 cumpleaños de López en un yate parecían un guiño irónico a su apogeo en los años noventa.
Las imágenes también sirvieron como recordatorio de la atención de la prensa que había sofocado la relación la primera vez. En los años siguientes, Affleck se había convertido en el símbolo de la madurez y López había sufrido varias rupturas más. Cuando en 2022 se fugaron a Las Vegas en una ceremonia a medianoche libre de paparazzi, el mundo asintió con la cabeza. La pareja se merecía la felicidad, y todo el mundo, al parecer, había aprendido un par de cosas sobre la privacidad. Todo el mundo, aparentemente, excepto López.
Corte a 2024. El álbum “This Is Me… Now”, el disco hermano de “This Is Me… Then” de 2002, es una visita relámpago al romance de Bennifer, con temas como “Dear Ben, Pt. II” y “Midnight Trip to Vegas”. Si nos queda alguna duda sobre el efecto transformador del afecto de Affleck, la película que lo acompaña lo deja claro con una enorme “fábrica de corazones”.
Está bien, todo está bien. Quiero decir que la película es pueril, pero está bien. Hasta que descubrimos su génesis.
En “The Greatest Love Story Never Told” (el documental sobre el rodaje de la película, no te lo pierdas), López revela que la inspiración para su nueva música fue un álbum de recortes que Affleck le regaló con todas sus cartas de amor. Se lo presentó a su equipo de producción el primer día, como un regalo de los dioses del contenido. “Lo dejamos en el estudio y la gente lo hojeaba”, explica. Affleck, según parece, no lo sabía.
“Yo estaba como, ‘has estado enseñando a todos los músicos todas esas cartas que, uh…. Dios mío”, se estremecía él, claramente mortificado.
López pasa gran parte del documental reflexionando sobre las consecuencias que su película podría tener para su carrera, pero muy poco sobre sus posibles consecuencias para su relación. Su actitud hacia el rodaje es decididamente poco romántica. En un momento dado, su productora de toda la vida, Elaine Goldsmith-Thomas, intenta explicarle que el bailarín Derek Hough no estará disponible para rodar porque está casándose. “Quiero que le llames”, responde ella.
En otra entrevista, Affleck, que se declara alcohólico y ha hablado abiertamente de sus problemas y de su sobriedad, compara la necesidad de afirmación de López con su compulsión por la bebida. “En el caso de Jennifer, no creo que haya suficientes seguidores, o películas o discos… para calmar esa parte de ella que todavía siente anhelo y un dolor. En última instancia, ese es el trabajo que tiene que hacer por si misma”, dice.
Es el momento más perspicaz del documental, y probablemente mucha gente podría aprender de él. Pero cuanto más lo ves, menos parece que López lo este haciendo. Es como si Ícaro hubiera sobrevivido a ese primer viaje desastroso cerca del Sol, pero al estrellarse contra la tierra simplemente se sacudiera el polvo, se pegara las alas y volviera a volar. Su película pregona el adagio de que hay que aprender a quererse a uno mismo, pero hay menos aportes sobre el cuidado de un amor con un otro.
Ni López ni Affleck se han referido hasta ahora a los actuales rumores de ruptura. Cuando un reportero le preguntó a López si se estaban divorciando en el estreno de su película Atlas de Netflix la semana pasada, su coprotagonista Simu Liu la interrumpió con la galante reprimenda: “No estamos haciendo eso”. Al parecer, Affleck y López han estado viviendo separados, pero según ¡Hola! ambos han sido vistos llevando sus anillos de boda.
Quiero que las cosas funcionen para Bennifer. Ya estamos muy metidos en esto, y ver cómo todo vuelve a desmoronarse es como pagar una hipoteca y luego prender fuego a la casa. Pero si hay alguna prueba de que la ambición no sustituye a la satisfacción, es ésta.