(CNN) – “Esto no es cosa de temerarios”, dice el fotógrafo de arte Donn Delson, de 75 años, mientras estamos sentados en un helicóptero sin puerta, a casi 600 metros sobre Londres. A esta altura, los vientos son entumecedores incluso en mayo, pero Delson, en el asiento más externo, balancea las piernas mientras un diminuto Big Ben y el Tower Bridge pasan debajo de nosotros. “En un buen día, saldré por el patín”, dice despreocupado refiriéndose a las dos delgadas barras de aterrizaje de helicópteros debajo nosotros. “Pero con arnés, por supuesto, y sólo cuando estemos planeando”.
Si bien muchos pueden descomponerse con la idea de colgarse en un helicóptero sin puertas, esta es la configuración deseada por Delson, quien se niega a colocar la lente de su cámara cerca de una ventana. “Es realmente la única forma en la que quiero sacar fotografías”, dijo de regreso a tierra al día siguiente, sobre su gusto por trabajar en las alturas. “Hago todo a gran escala, porque quiero que la gente tenga la sensación que tengo yo cuando estoy allá arriba”.
Sentado junto a Delson en ese mismo helicóptero, la sensación es de calma absoluta. En mitad del vuelo, se queja de los fuertes vientos y pide al piloto que reduzca la velocidad hasta dejarlo planear. De repente, estamos suspendidos, bamboleándonos en el aire en algún punto sobre el río Támesis (un carril para helicópteros destinado a salvar el resto de la ciudad en caso de accidente), mientras Delson mete la mano bajo los auriculares para quitarse la gorra negra que lleva al revés en la cabeza. “Mucho mejor”, dice, y da la señal de seguir volando.
Delson, quien reside en Los Ángeles, comenzó su carrera como fotógrafo aéreo hace casi una década. Desde entonces, pasó más de 300 horas en un helicóptero capturando todo, desde los efímeros cerezos en flor de Japón hasta los escarpados senderos montañosos escondidos en el Mar Rojo, a veces desde una altura de hasta 3.600 metros. Su preferencia por el alquiler de helicópteros privados, que le cuesta entre US$ 800 y 2.500 la hora, se debe a que ésta es su novena carrera profesional. “He tenido la suerte de haber sido emprendedor la mayor parte de mi vida y de tener éxito en mis actividades comerciales”, dijo Delson a CNN. Después de vender su última empresa, BandMerch, una de las empresas de productos de entretenimiento más grandes del mundo con Rihanna, Outkast y Billy Joel como clientes, Delson pudo retirarse, brevemente, antes de que una excursión casual de vacaciones lo pusiera en un nuevo camino.
“Estábamos de viaje a Nueva Zelandia y mi esposa y yo tuvimos la oportunidad de subir en helicóptero para ver un glaciar”, dijo. El piloto, al notar una cámara pesada atada a Delson, se ofreció a abrir la puerta para permitirle disparar sin obstáculos. “Mi esposa dijo que no, yo dije: ‘Suena fabuloso’”.
Hay algo extraño en mirar el mundo desde arriba. Los indicadores habituales de tu experiencia en la calle desaparecen, al igual que todos los demás en el mundo. Es tranquilo y está quieto. Si no existiera la inminente ansiedad de un posible mal funcionamiento del helicóptero, incluso podría ser pacífico. El trabajo de Delson se apoya en este sentimiento extraño e incorpóreo al capturar escenas que engañan a la vista. Un estacionamiento lleno de contenedores de carga que parecen barras musicales en un xilófono; o los extensos cañones y barrancos del Mar Rojo que podrían ser las ramas de un árbol antiguo. “El término francés trompe l’oeil (trampantojo) fue utilizado por pintores cuyas pinturas eran tan realistas que no parecían cuadros. Yo quiero que el público reconsidere las suposiciones sobre lo que está viendo”.
Sin embargo, nunca hay garantías de que Delson vaya a obtener una de estas imagénes. En Japón, el fotógrafo pasó entre 20 y 25 horas en el aire a lo largo de una semana; en Israel, voló durante un total de 36 horas. Pero a veces no toma ni una sola fotografía. “Es un riesgo”, dijo Delson. “No tengo idea cuando subo si voy a encontrar algo o no”.
Incluso si regresa con las manos vacías, Delson cree que se puede ganar más con la experiencia que simplemente realizar un nuevo trabajo. “Definitivamente soy diferente a antes de empezar a volar”, le dijo a CNN. “Siempre me he considerado una persona bastante espiritual, pero la perspectiva que uno obtiene cuando tiene la oportunidad de hacer estas cosas es transformadora”, agregó.
Al regresar a mi oficina en una planta baja, Londres parece mucho más pequeña. Apenas unas horas antes, la capital era una metrópolis intimidante y en expansión que albergaba a casi 9 millones de personas. Ahora se siente casi un detalle. El London Eye, lo que yo consideraba el pináculo vertiginoso de la ciudad cuando tenía 10 años, ahora parece una miniatura ridícula; nada más que la rueda de un hámster. Incluso Canary Wharf lucha por parecer tan imponente una vez que has visto el emblemático One Canada Square de 50 pisos desde 365 metros, reducido al tamaño de un ladrillo Lego.
“El mundo visto desde arriba es muy diferente al mundo que conocemos”, dijo Delson. Para los recién llegados o para turistas que luchan con los numerosos rascacielos, distritos, líneas de metro o demarcaciones de zonas, intenta subirte a un helicóptero. El resultado es una ciudad que parece mucho más manejable.