Nota del editor: Juan Carlos López es presentador y corresponsal en jefe de CNN en Español en la ciudad de Washington, D.C., y ha colaborado como reportero de CNN desde 1993. López es el presentador de Directo USA. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – El presidente Joe Biden no perdió tiempo. El lunes 3 de junio llamó a Claudia Sheinbaum, ganadora de la elección presidencial de México, para felicitarla por su victoria y reiterar su interés, según el comunicado de la Casa Blanca, en mantener una “asociación fuerte y de colaboración para avanzar la democracia, la seguridad y la prosperidad de ambos países”.
Sheinbaum asume la presidencia el primero de octubre, un mes y cuatro días antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en las que la inmigración será un tema decisivo. Según un resumen de encuestas de CNN, en mayo de 2020 apenas el 1% de los consultados consideraba a la inmigración un tema clave y ocupaba el número 15 entre sus prioridades, pero en mayo de 2024 esto quedó en segundo lugar de importancia, con un respaldo del 18% de los participantes.
Joe Biden lo sabe. Sin duda, esos 35 días desde que Sheinbaum asuma el cargo hasta las elecciones presidenciales del 5 de noviembre mostrarán a una Casa Blanca tratando con guantes de seda a la lideresa del segundo socio comercial de Estados Unidos, después de Canadá, con un comercio superior a los US$ 779.000 millones para 2022, además de que México será clave para que Estados Unidos pueda implementar las medidas anunciadas por Biden este martes para reducir el ingreso irregular de inmigrantes por la frontera sur.
Ahora, ¿es Claudia Sheinbaum la continuación del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador? Sí y no. Según la analista Raquel López-Portillo “mucho se ha hablado de cómo el liderazgo, nivel de carisma y personalidad de la presidenta electa difieren diametralmente de la de su antecesor. Durante seis años, AMLO ocupó todos los reflectores, el Estado era él. Esta diferencia de fondo puede ser positiva en términos de una posible administración más técnica, pragmática, orientada a procesos y libre del egocentrismo que caracterizó a la gestión de AMLO”. Para Carl Meacham, presidente del centro de pensamiento Global Americans, “Sheinbaum comparte con AMLO el apoyo a los sectores pobres y la soberanía energética, pero es más pragmática y entendida en economía, abierta a inversiones en renovables. No es una extensión de AMLO, es una mejora de AMLO a AMLO 2.0”.
Más allá del cambio de gobierno en México, lo cierto es que la política exterior de Joe Biden ha mostrado pragmatismo hacia gobiernos de izquierda en la región, como el de Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile o Nicolás Maduro en Venezuela, con los que Sheinbaum tiene afinidad.
La presidenta electa respondió a la felicitación de Biden con un mensaje claro: “Estoy convencida que seguiremos colaborando en beneficio de nuestros pueblos y nuestras naciones, como vecinos, socios y amigos que somos, con el respeto que nos merecen nuestras soberanías”.
Eso señala una continuidad, en una relación que Raquel López-Portillo describe así: “La relación México-Estados Unidos históricamente se ha caracterizado como una relación asimétrica con períodos de tensiones y distensiones, particularmente en los temas de narcotráfico, seguridad y migración. Durante la campaña, Sheinbaum dijo que seguiría al pie de la letra la política exterior de AMLO, pero su proyecto de gobierno, su discurso de victoria y las señales que ha dado en su primer día como presidenta electa apuntan a que seguirá una postura mucho más activa y práctica en esta arena”. Es decir, nada indica que la relación Biden-Sheinbaum genere mayor tensión, más allá de la compleja relación entre ambos gobiernos.
Pero con Donald Trump en la Casa Blanca, la cosa podría ser diferente… A pesar de sus constantes ataques a México y los mexicanos, el expresidente y ahora delincuente convicto tuvo una relación cordial con Andrés Manuel López Obrador, ambos líderes populistas, de corte autoritario y amantes de la atención pública.
Pero Trump ha mostrado poca paciencia y respeto por las mujeres. A Hillary Clinton, su rival en 2016, no la bajó de corrupta y hasta amenazó con meterla a la cárcel de llegar a la presidencia, algo que no pudo hacer, aunque ahora niegue haberlo dicho, a pesar de que numerosas grabaciones lo confirman. A Nikki Haley, su rival republicana en las breves primarias de 2024, la bautizó como “birdbrain” o “cerebro de pájaro”; a Stormy Daniels, la actriz pornográfica con quien niega haber sostenido una relación íntima, asunto que terminó en un juicio en el que fue hallado culpable de 34 delitos graves, la llamaba públicamente “cara de caballo”, y a las fiscales de Nueva York, Letitia James, y del condado Fulton de Georgia, Fani Willis, las ataca repetidamente: a James la llama racista, a Willis la acusó ―sin evidencia alguna― de sostener una relación íntima con un pandillero al que estaba procesando.
¿Como sería su relación con Claudia Sheinbaum? Antes de incursionar en la política, Sheinbaum se dedicó a la ciencia con gran éxito, la cual ha sido la primera en muchas etapas de su vida, desde la academia hasta los cargos de elección popular. Para Raquel López-Portillo, “preocupa mucho más un eventual triunfo de Donald Trump. Su política con México se rigió por las amenazas e insultos, lo cual únicamente se recrudecería con sus amenazas de imposición de aranceles, de deportaciones históricas y de intervención militar en territorio mexicano”.
Pero hay algo a favor de la próxima presidenta de México, quien comenzó su carrera pública en 2000 como secretaria de Medio Ambiente del entonces jefe de Gobierno de la capital de México, Andrés Manuel López Obrador. Lleva 24 años trabajando con un líder con un estilo de gobernar parecido al de Trump, eso la debe haber preparado para lidiar con su posible homólogo en Washington, que, en medio de la dinámica de la llegada de miles de inmigrantes a la frontera entre ambos países, necesita de la colaboración de México, ventaja estratégica que AMLO ha sabido capitalizar y que Claudia Sheinbaum debe tener muy clara.