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Vladimir Putin y Kim Jong Un firman un pacto de asociación estratégica
03:57 - Fuente: CNN

(CNN) – La primera visita de Vladmir Putin a Corea del Norte en casi un cuarto de siglo ha sido objeto de un intenso escrutinio en todo el mundo. Rusia sabía que Occidente estaba observando y la óptica no era sutil.

Últimamente, Putin ha quedado excluido de muchas reuniones mundiales y corre el riesgo de ser detenido en gran parte del mundo debido a una orden de detención de la Corte Penal Internacional por su invasión de Ucrania.

Pero el miércoles, el cada vez más aislado presidente de Rusia fue recibido con entusiasmo en Pyongyang.

Los niños ondeaban banderas rusas mientras la gigantesca foto de Putin adornaba un lado de la plaza Kim Il Sung, mientras imágenes difundidas por los medios estatales rusos mostraban carteles del líder del Kremlin alineados en las calles.

Todo ello fue una señal al mundo de que Putin no solo no está aislado, sino que su patrocinio sigue siendo apreciado en algunas partes del mundo.

Y aquí, a diferencia de China, nadie podía acusarle de ser el socio menor.

Ni la retórica de los dos líderes, ni el llamado “pacto de asociación estratégica integral” que firmaron, dejaron lugar a dudas de que el objetivo general era unirse contra lo que Putin describió como “la política imperialista de Estados Unidos y sus satélites”.

Al parecer, el pacto contiene una cláusula similar al artículo V de la OTAN, que prevé, según Putin, “la prestación de asistencia mutua en caso de agresión contra una de las partes de este acuerdo”.

Putin continuó acusando a Occidente de violar sus “responsabilidades internacionales” al entregar F-16 y otras armas a Ucrania, añadiendo que Rusia, por lo tanto, “no descarta el desarrollo de la cooperación técnico-militar con la RPDC de acuerdo con el documento firmado hoy”.

En otras palabras, ambos se están prometiendo ayuda militar mutua en un momento de escalada de enfrentamientos con sus vecinos y con Occidente. Y esto plantea grandes interrogantes.

Si se trata de un pacto de defensa colectiva, ¿se extiende ahora la disuasión nuclear de Rusia a la de Corea del Norte y viceversa? ¿Incluirá esa “cooperación técnico-militar” la realización de ejercicios militares conjuntos y el establecimiento de fuerzas conjuntas para proteger sus fronteras? ¿Quién más podría unirse a este pacto en el futuro? Ni Putin ni Kim dieron detalles concretos.

“En cierto sentido, se trata de exponer lo que ya han estado construyendo en los últimos meses y años”, declaró Jo Bee-yun, investigador asociado del Korea Institute for Defense Analyses. “Pero sin duda diría que esta cláusula es muy alarmante”.

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue recibido con entusiasmo en Pyongyang. Crédito: Vladimir Smirnov/Sputnik/Pool/Reuters

“Como está en la fase inicial, dependiendo de cómo se desarrollen las cosas, ellos, si yo fuera ellos, interpretarían la cláusula según sus necesidades”.

Y existe la preocupación más inmediata de que la “cooperación técnico-militar” pueda significar que más proyectiles y misiles salgan de las fábricas norcoreanas hacia las líneas del frente en Ucrania.

Tanto Moscú como Pyongyang han negado que esto esté ocurriendo y, sin embargo, Rusia, que en su día apoyó las sanciones de la ONU que impiden explícitamente a Corea del Norte exportar armas, aprovechó esta oportunidad para denunciar de nuevo la “sanción por motivos políticos”.

Ya en marzo, Rusia había utilizado su posición en el Consejo de Seguridad de la ONU para poner fin al mandato de un panel que supervisaba las violaciones de las sanciones por parte de Corea del Norte.

Los medios de comunicación estatales rusos no perdieron la oportunidad de golpear a Occidente. “Occidente admite una terrible preocupación por la visita de Putin a Corea del Norte”, titulaba el martes el diario nacional Moskovsky Komsomolets.

“¿Qué diferencia hay para los estadounidenses si hablamos con nuestro vecino [Corea del Norte]?”, se burló el propagandista del Kremlin Vladimir Solovyov en su programa de entrevistas del martes por la noche, antes de añadir, menos tranquilizador, “ya estamos viviendo una Tercera Guerra Mundial”.

Este comentario quizás refleje otra parte de la estrategia de Moscú: es posible que Rusia haya calculado que su amenaza nuclear ya no es suficiente para impedir que Occidente aumente la ayuda a Ucrania.

La reunión con Kim Jong Un y este pacto de “gran avance” se producen al mismo tiempo que las tan esperadas armas estadounidenses empiezan a llegar a Ucrania, y se levantan algunas restricciones sobre su uso para golpear a Rusia.

Rusia también necesita armas para mantener su estrategia de agotar y destruir Ucrania hasta que se rinda.

Así que, aunque puede que a Rusia no le interese estratégicamente proporcionar financiación o tecnología explícitas para ampliar el arsenal nuclear de su impredecible vecino, y arriesgarse a disgustar a China, puede que al menos quiera que Occidente crea que está dispuesto a hacerlo.