(CNN) – La nave espacial Voyager 1 está enviando un flujo constante de datos científicos desde territorio inexplorado por primera vez desde que un fallo informático dejara a un lado la histórica misión de la NASA hace siete meses.
La nave espacial más alejada de la Tierra, la Voyager 1, dejó de comunicarse coherentemente con el control de la misión en noviembre de 2023. La sonda parecía atrapada en un escenario del “Día de la Marmota”, con la unidad de modulación de telemetría de su sistema de datos de vuelo enviando de vuelta un patrón repetitivo indescifrable de código desde miles de millones de kilómetros de distancia.
Una solución creativa del equipo de la misión Voyager restableció la comunicación con la nave, y los datos de ingeniería comenzaron a llegar al control de la misión en abril, informando al equipo de la salud y el estado operativo de la nave.
Sin embargo, los datos de los cuatro instrumentos científicos de la Voyager 1, que estudian las ondas de plasma, los campos magnéticos y las partículas, siguieron sin llegar. Esta información es importante para mostrar a los científicos cómo cambian las partículas y los campos magnéticos a medida que la sonda se aleja.
El 19 de mayo, el equipo de la Voyager envió una orden a la nave para que comenzara a enviar datos científicos. Dos de los instrumentos respondieron, pero la obtención de datos de los otros dos llevó tiempo y fue necesario recalibrarlos. Ahora, los cuatro instrumentos están enviando datos científicos utilizables, según una actualización publicada por la NASA el 13 de junio.
Una reparación a larga distancia
El sistema de datos de vuelo de la Voyager 1 se encarga de recopilar información de los instrumentos científicos de la nave y de combinarla con datos de ingeniería que reflejan el estado de salud de la sonda. El control de la misión en la Tierra, situado en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, recibe esos datos en código binario, o una serie de unos y ceros.
A los especialistas de la misión Voyager les llevó tiempo descifrar el código confuso de la nave. Pero una vez que lo hicieron, determinaron la causa del problema: el 3% de la memoria del sistema de datos de vuelo estaba dañada.
Un único chip responsable de almacenar parte de la memoria del sistema, incluido parte del código de software del ordenador, no funciona correctamente y la pérdida del código en el chip provocó que los datos científicos y de ingeniería de la Voyager 1 quedaran inutilizables.
Dado que no hay forma de reparar el chip, el equipo almacenó el código afectado del chip en otro lugar de la memoria del sistema. No pudieron encontrar un lugar lo suficientemente grande como para contener todo el código, así que lo dividieron en secciones y lo almacenaron en diferentes lugares dentro del sistema de datos de vuelo.
Aún es necesario realizar pequeñas correcciones para controlar los efectos del problema inicial.
“Entre otras tareas, los ingenieros volverán a sincronizar el software de cronometraje en los tres ordenadores de a bordo de la nave espacial para que puedan ejecutar comandos en el momento adecuado”, según la agencia. “El equipo también realizará tareas de mantenimiento en la grabadora digital, que registra algunos datos para el instrumento de ondas de plasma que se envía a la Tierra dos veces al año”.
(La mayoría de los datos científicos de las Voyager se envían directamente a la Tierra y no se graban).
Misiones espaciales de larga duración
Mientras tanto, la Voyager 1 vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer: compartir información sobre un territorio cósmico desconocido.
La nave se encuentra actualmente a unos 24.000 millones de kilómetros de la Tierra, mientras que su hermana, la Voyager 2, se ha alejado más de 20.000 millones de kilómetros de la Tierra. Las sondas gemelas despegaron con semanas de diferencia en 1977, y tras volar inicialmente por Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, sus misiones se han prolongado hasta 46 años y contando.
Ambas se encuentran en el espacio interestelar y son las únicas naves espaciales que operan más allá de la heliosfera, la burbuja de campos magnéticos y partículas del Sol que se extiende mucho más allá de la órbita de Plutón.
Como únicas extensiones de la humanidad fuera de la burbuja protectora de la heliosfera, las dos sondas están solas en sus viajes cósmicos en distintas direcciones.
Piensa en los planetas del sistema solar terrestre como si existieran en un plano. La trayectoria de la Voyager 1 la llevó hacia arriba y fuera del plano tras pasar por Saturno, mientras que la Voyager 2 pasó por encima de Neptuno y se desplazó hacia abajo y fuera del plano, según declaró anteriormente a la CNN Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager en el JPL.
La información recopilada por estas sondas de larga vida, las dos únicas naves espaciales que han muestreado directamente el espacio interestelar con sus instrumentos, está ayudando a los científicos a aprender sobre la forma de cometa de la heliosfera y cómo protege a la Tierra de las partículas energizadas y la radiación en el espacio interestelar.
Con el paso del tiempo, ambas naves han tenido problemas inesperados y han dejado de funcionar, incluido un periodo de siete meses en 2020 en el que Voyager 2 no pudo comunicarse con la Tierra. En agosto de 2023, el equipo de la misión utilizó una técnica de “grito” de larga duración para restablecer las comunicaciones con Voyager 2 después de que un comando orientara inadvertidamente la antena de la nave espacial en la dirección equivocada.
“Nunca sabemos con certeza qué va a ocurrir con las Voyager, pero no deja de sorprenderme que sigan adelante”, declaró Dodd en abril.