(CNN Español) – Cuentan que a Marcelo Bielsa el apodo de “Loco” lo persigue desde incluso antes de atreverse a ser entrenador profesional. Que su pasión por los entrenamientos lo hacían estirar las prácticas de una categoría juvenil hasta el triple que otros entrenadores. Que su obsesión por la captación de jóvenes lo llevaron incluso a ir a buscar a un chico de 13 años a un pueblo de 3.000 habitantes a la 1 de la mañana, para convencer a sus padres de que el jovencito que dormía tenía “piernas de futbolista”. Le habían bastado cinco minutos en un entrenamiento para saber el destino de Mauricio Pochettino, uno de los tantos futbolistas en los que dejó huella.
Son solo algunas de las tantas “locuras” que le han hecho honor al apodo que Marcelo Bielsa ha llevado durante toda su carrera como DT. Pero, si hay algo en lo que todo el mundo coincide sobre él, es que Bielsa no está loco. Solo que lo obsesiona (y lo apasiona) el mundo de “la redonda”: “Para mí el fútbol lo es todo. Pienso en fútbol, hablo de fútbol, leo fútbol”, dijo alguna vez.
El historial de Bielsa como director técnico
La historia oficial de Bielsa en el banco de suplentes comenzó el 1 de julio de 1990 en su Rosario natal, en Argentina, cuando dio el salto desde las categorías juveniles a la primera división de Newell’s Old Boys.
Con la “Lepra” cazó gigantes: le ganó un torneo a River Plate y una final a Boca Juniors en la mítica Bombonera. También peleó mano a mano en la Copa Libertadores con el poderoso Sao Paulo de Brasil, que le ganó la final por penales en 1992.
Con dos títulos bajo el brazo, el entrenador armó las valijas y se fue a México para dirigir al América y al Atlas. Si bien no hubo brillo de plata u oro en las vitrinas, varios medios mexicanos han destacado su impulso a la cantera de juveniles.
En 1997 volvió a Argentina para dirigir a Vélez Sarsfield, con el que logró el título en el Clausura 1998, que le abrió definitivamente las puertas para hacerse cargo de la selección argentina rumbo al Mundial de Corea y Japón 2002.
Bielsa tocó el cielo y el infierno al mando de la Albiceleste. A pesar de una deslucida actuación en la Copa América de 1999 (eliminación en cuartos de final ante Brasil), encontró su mejor versión en las Eliminatorias, donde arrasó con un fútbol ofensivo de alto vuelo.
Todos hablaban de la Argentina de Bielsa, pero la aventura en tierras asiáticas fue una pesadilla: histórica eliminación en primera ronda. Un auténtico golpe para la selección y para el entrenador que, sin embargo, fue mantenido en el cargo para sorpresa de muchos después del fracaso.
Dos años más tarde llegó otro duro golpe: la derrota en la final de la Copa América de 2004 en Perú, a manos de Brasil en los penales, después de estar a segundos de ser campeón continental.
Apenas un mes después llegó la máxima sonrisa para Bielsa con la celeste y blanca, cuando la llevó a ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas con una actuación avasallante: ganó todos los partidos y no le convirtieron ni un solo gol. Fue, además, la primera medalla de oro olímpica para el fútbol de Argentina. Sin embargo, cuando parecía que su mandato en la selección volvía a encausarse, renunció.
Tras una parada de tres años, Bielsa volvió a la dirección técnica como seleccionador de Chile de cara a las Eliminatorias para el Mundial de 2010. El rosarino clasificó cómodamente con el combinado trasandino a la cita en Sudáfrica y llegó hasta octavos de final, no sin antes poner en aprietos a la España de Vicente Del Bosque, campeona del certamen. El Loco no necesitó levantar trofeos para ser catalogado por la FIFA como “el padre de la generación dorada chilena”, que ganó dos Copas América, en 2015 y 2016.
Tras el Mundial, Bielsa llevó sus locuras por Europa, con pasos destacados por el Athletic de Bilbao (subcampeón de la Europa League y la Copa del Rey) y por el Leeds United de Inglaterra (campeón de la segunda división y ascenso a la Premier League tras 16 años), aunque el conjunto inglés optó por despedirlo tras una mala campaña en 2022.
En el medio tuvo una aventura por la liga francesa con el Olympique de Marsella y Lille, que comenzó de buena manera, pero terminó con malos resultados.
El estilo de Bielsa se ve también en Uruguay: resultados que llegan con enseñanzas
La decisión de la Asociación Uruguaya de Fútbol de apostar por Bielsa en 2023 no pudo ser más acertada, al menos en lo que se ha visto hasta ahora. Si la selección de Uruguay llegó a la Copa América en EE.UU. con cierta chapa de candidato, mucho tiene que ver el director técnico, que consiguió ahuyentar los temores lógicos por el recambio generacional, y le permitió al pueblo uruguayo volver a ilusionarse con tener una selección protagonista.
Ya sin jugadores históricos como Edinson Cavani y Diego Godín, Bielsa lidera una selección que luce renovada con futbolistas que han ganado protagonismo, como Sergio Rochet, Darwin Núñez, Federico Valverde y Nicolás De la Cruz. Su segundo puesto en las actuales Eliminatorias para el Mundial de 2026, con triunfo ante Argentina incluido, son el pasaporte a la ilusión.
Sin embargo, hablar solo de resultados no sería justo con Bielsa. Sus enseñanzas han calado hondo en muchos de sus dirigidos. Es imposible encontrar un exequipo del Loco donde no haya un futbolista que lo recuerde con admiración y respeto.
Resulta curioso que sus exdirigidos en la selección argentina, algunos que incluso vivieron el fracaso de 2002, lo recuerden con tanto cariño, como Germán Burgos, Pochettino, Pablo Aimar, Diego Simeone, Roberto Ayala y Cristian González, entre otros.
Abundan también los casos en Bilbao y en Leeds, y ni que hablar de uno de los entrenadores más emblemáticos de las últimas décadas: Josep Guardiola. El español resalta el legado del entrenador argentino cada vez que le preguntan por él. Incluso lo definió como “la persona a la que más admiro en el fútbol, nadie lo puede imitar”.
Su estilo de juego ofensivo, voraz y vistoso ha servido de inspiración para muchos entrenadores en las últimas décadas, sin importar las copas en la vitrina. Al fin y al cabo, como dijo Bielsa, “el campeón es el mejor solo por un rato”. Las enseñanzas y el legado pueden durar para siempre.