(CNN) – Los gobiernos deben una suma sin precedentes que asciende a US$ 91 billones, una cantidad casi igual al tamaño de la economía mundial y que, en última instancia, se cobrará un alto precio a sus poblaciones.
La carga de la deuda ha aumentado tanto (en parte debido al costo de la pandemia) que ahora representa una amenaza creciente para los niveles de vida incluso en las economías ricas, incluido Estados Unidos.
Sin embargo, en un año de elecciones en todo el mundo, los políticos no prestan demasiada atención al problema y no están dispuestos a sincerarse con los votantes sobre los aumentos de impuestos y los recortes de gasto que serán necesarios para hacer frente a la avalancha de endeudamiento. En algunos casos, incluso están haciendo promesas de derroche de recursos que, como mínimo, podrían volver a disparar la inflación e incluso desencadenar una nueva crisis financiera.
La semana pasada, el Fondo Monetario Internacional (FMI) reiteró su advertencia de que los “déficits fiscales crónicos” en Estados Unidos deben “abordarse urgentemente”. Los inversores comparten desde hace tiempo esa inquietud sobre la trayectoria a largo plazo de las finanzas del gobierno estadounidense.
“(Pero) los continuos déficits y una creciente carga de deuda (ahora) han convertido eso en una preocupación más a mediano plazo”, dijo a CNN Roger Hallam, jefe global de tasas de Vanguard, uno de los administradores de activos más grandes del mundo.
A medida que la carga de la deuda aumenta en todo el mundo, los inversores están cada vez más ansiosos. En Francia, la agitación política ha exacerbado las preocupaciones sobre la deuda del país, disparando los rendimientos de los bonos o los rendimientos exigidos por los inversores.
La primera ronda de las elecciones anticipadas del domingo sugirió que algunos de los peores temores del mercado podrían no hacerse realidad. Pero incluso sin el espectro de una crisis financiera inmediata, los inversores exigen mayores rendimientos para comprar la deuda de muchos gobiernos a medida que aumentan los déficits entre el gasto y los impuestos.
Los mayores costos del servicio de la deuda significan menos dinero disponible para servicios públicos cruciales o para responder a crisis tales como crisis financieras, pandemias o guerras.
Dado que los rendimientos de los bonos gubernamentales se utilizan para fijar el precio de otras deudas, como las hipotecas, el aumento de los rendimientos también significa mayores costos de endeudamiento para los hogares y las empresas, lo que perjudica el crecimiento económico.
A medida que aumentan las tasas de interés, la inversión privada cae y los gobiernos tienen menos capacidad de endeudarse para responder a las crisis económicas.
Abordar el problema de la deuda de Estados Unidos requerirá aumento de impuestos o recortes de beneficios, como los programas de seguridad social y seguro médico, dijo Karen Dynan, execonomista en jefa del Tesoro de Estados Unidos y ahora profesora de la Escuela Kennedy de Harvard. “Muchos (políticos) no están dispuestos a hablar sobre las decisiones difíciles que habrá que tomar. Estas son decisiones muy serias… y podrían tener grandes consecuencias para la vida de las personas”.
Kenneth Rogoff, profesor de economía de la Universidad de Harvard, coincide en que Estados Unidos y otros países tendrán que hacer ajustes dolorosos.
La deuda “ya no es gratuita”, dijo a CNN.
“En la década de 2010, muchos académicos, formuladores de políticas y banqueros centrales llegaron a la conclusión de que las tasas de interés iban a estar cerca de cero para siempre y luego comenzaron a pensar que la deuda era un almuerzo gratis”, dijo.
“Eso siempre fue un error porque se puede pensar que la deuda pública es una hipoteca de tasa flexible y, si las tasas de interés suben bruscamente, los pagos de intereses aumentan mucho. Y eso es exactamente lo que ha sucedido en todo el mundo”.
“Conspiración silenciosa”
En Estados Unidos, el gobierno federal gastará US$ 892 mil millones en el actual año fiscal en pagos de intereses, más de lo que ha destinado a Defensa y cerca del presupuesto para Medicare, seguro médico para personas mayores y personas con discapacidades.
El año que viene, los pagos de intereses superarán el billón de dólares sobre una deuda nacional de más de US$ 30 billones, una suma en sí misma aproximadamente igual al tamaño de la economía estadounidense, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), el organismo de control fiscal del Congreso.
La CBO prevé que la deuda estadounidense alcanzará el 122% del PIB dentro de apenas 10 años. Y en 2054, se prevé que la deuda alcance el 166% del PIB, lo que desacelerará el crecimiento económico.
Entonces, ¿cuánta deuda es demasiada deuda? Los economistas no creen que exista un “nivel predeterminado en el que sucedan cosas malas en los mercados”, pero la mayoría considera que si la deuda alcanza el 150% o el 180% del producto interno bruto, eso significa “costos muy serios para la economía y la sociedad en general”, dijo Dinán.
A pesar de la creciente alarma por la acumulación de deuda del gobierno federal, ni Joe Biden ni Donald Trump, los principales candidatos presidenciales de 2024, prometieron disciplina fiscal antes de las elecciones.
Durante el primer debate presidencial televisado la semana pasada, presentado por CNN, ambos candidatos se acursaron mutuamente de empeorar la situación de la deuda de Estados Unidos, ya sea mediante recortes de impuestos de Trump o el gasto adicional de Biden.
Los políticos británicos también han escondido la cabeza en la arena antes de las elecciones generales del jueves. El Instituto de Estudios Fiscales (IFS), un influyente grupo de expertos, ha denunciado una “conspiración de silencio” entre los dos principales partidos políticos del país sobre el mal estado de las finanzas públicas.
“Independientemente de quién asuma después de las elecciones generales, a menos que tengan suerte, pronto se enfrentarán a una elección difícil”, dijo la semana pasada el director de IFS, Paul Johnson. “Aumentar los impuestos más de lo que nos han dicho en campaña, o implementar recortes en algunas áreas de gasto, o pedir prestado más y contentarse con que la deuda siga aumentando por más tiempo”.
Los países que intentan abordar el problema de la deuda están en apuros. En Alemania, las continuas luchas internas sobre los límites de la deuda han puesto a la coalición de gobierno tripartita del país bajo una enorme presión. El enfrentamiento político podría llegar a un punto crítico este mes.
En Kenia, las consecuencias de los intentos de abordar la carga de deuda del país de US$ 80.000 millones han sido mucho peores. Los aumentos de impuestos propuestos han provocado protestas en todo el país, que se han cobrado 39 vidas, lo que llevó al presidente William Ruto a anunciar la semana pasada que no firmaría las propuestas para convertirlas en ley.
Dentro del aterrador mercado de bonos
Pero el problema de posponer los intentos para controlar la deuda es que deja a los gobiernos vulnerables ante una disciplina mucho más dolorosa por parte de los mercados financieros. El Reino Unido ofrece el ejemplo más reciente de una economía importante. La exprimera ministra Liz Truss provocó un colapso de la libra en 2022 cuando intentó imponer grandes recortes de impuestos financiados mediante un mayor endeudamiento.
Y la amenaza no ha desaparecido. Tomemos como ejemplo a Francia. El riesgo de una crisis financiera allí se convirtió en una seria preocupación prácticamente de la noche a la mañana después de que el presidente Emmanuel Macron convocara elecciones anticipadas el mes pasado.
A los inversores les preocupaba que los votantes eligieran un parlamento de populistas decididos a gastar más y recortar impuestos, aumentando aún más la ya elevada deuda y el déficit presupuestario del país.
Aunque este peor escenario ahora parece menos probable, lo que sucederá después de la segunda ronda de votación del próximo domingo está lejos de estar claro. Los rendimientos de los bonos del gobierno francés continúan aumentando, alcanzando el martes su nivel más alto en ocho meses.
Dynan, de la Escuela Kennedy de Harvard, dice que los mercados financieros pueden rápidamente ponerse nerviosos por una “disfunción política” que hace que los inversores duden de la voluntad de un gobierno de pagar su deuda.
“Tendemos a tener falta de imaginación sobre las posibilidades de que las cosas salgan mal. Si hay un gran evento en el que el mercado se asusta por la deuda (estadounidense), no lo habremos tenido en nuestro radar”, dijo.