(CNN Español) – Sí, el debate presidencial fue un total desastre para Joe Biden. Dos días más tarde Stephen A. Smith se preguntaba, perplejo y airado, en su podcast con millones de seguidores: “Partido Demócrata: ¿cómo es posible que hayan puesto a uno de sus colegas, a uno de sus contemporáneos en esa situación? ¿Qué demonios está pasando? ¡Él (Biden) ya no es lo que era antes!”.
Para los no familiarizados con las estrellas del podcast, Smith es un demócrata de pura cepa, inteligente y articulado. Apuesto que lamenta muchísimo que Trump le haya ganado así a Biden. Pero su pregunta no es exclusivamente su pregunta, porque hay muchísimos que también se la hacen. Expertos y amas de casa, abogados y peatones, independientes, demócratas y también republicanos, porque hay momentos en que la verdad no tiene partidos. Y este es uno de ellos.
Pero la respuesta, para el tremendo asombro de Stephen, para su perplejidad, es muy sencilla: lo llevaron al debate porque en el Partido Demócrata y los demócratas quizás pensaron que las ausencias temporales de Biden, sus metidas de pata y su extrañada orientación en los escenarios eran simplemente mentiras republicanas. Sabemos que Donald Trump no puede hablar 15 palabras sin ensayar un autobombo, delinear una falsedad, o propinar una mentira… Pero eso es noticia vieja, tiene ya 10 años adornando sus campañas. Pero lo de Biden es algo reciente que no ha tenido la misma relevancia y despliegue que las mentiras de Trump en la prensa libre y democrática de Estados Unidos.
Si es cierto que con Trump la democracia se acabaría en Estados Unidos, también es cierto que contribuyeron con eso quienes tienen a su cargo la divulgación de lo que sucede en el país, y sobre todo en las altas esferas políticas y mediáticas. Todas las noticias dignas de imprimirse debieron ser publicadas. La democracia muere en la oscuridad solo si los que pueden despejarla no lo hacen. Pero no lo hicieron.
Y ahora estamos en la peor encrucijada y despiertos de sopetón por el debate. A cuatro meses de la elección, Biden aseguró el miércoles que no renunciaría a la postulación. Más temprano ese día, tanto CNN como The New York Times informaron que el presidente reconoció que los próximos días serían decisivos para poder salvar su candidatura. Así que Biden, aunque afirma ante los electores que “puede hacer su trabajo”, creo no está seguro si podrá hacerlo, de acuerdo con esa versión del Times. Y el Partido Demócrata no sabe qué hacer, qué camino tomar para ganar en 2024. Y para más suplicio, el reciente fallo de la Corte Suprema sobre la inmunidad presidencial hace crecer la amenaza de Donald Trump.
Cuando Biden extendía la mano en el vacío para saludar a alguien, decíamos que todos tenemos nuestros momentos; cuando se confundía al decir algo, recordábamos confiados al veterano Biden, siempre cercano a las metidas de pata; y si caminaba en la dirección equivocada era que estaba muy cansado por la dura tarea presidencial. Pero cuando se repetían esos lances, debimos entonces suponer que era una táctica mediática republicana. “Mira Jorge, es evidente, esas imágenes solo salen en Fox”, me dijo un amigo querido que nunca miraba ese canal. Pero cuando el fiscal especial Robert Hur lo calificó de “anciano con una pobre memoria” al entrevistar al presidente Biden sobre el asunto de los documentos clasificados, se desbordo el río de ataques contra él. En realidad, Hur se refirió a Biden como “un anciano comprensivo, bien intencionado y con mala memoria”, pero los valientes soldados del teclado escogieron muy bien las palabras para justificar su narrativa de los hechos.
Pero parece que aquella selección de palabras reflejaba lo que es hoy la preocupación de los votantes demócratas. Se toparon con una “manipulación republicana” pero al revés. Por eso Stephen A. Smith y tantos más se sorprendieron de esa manera al ver la realidad con sus propios ojos en el debate.
Este pasado domingo una encuesta de CBS News/YouGov indicó que el 72% de los votantes registrados considera que Biden no tiene la salud mental para servir como presidente, un fuerte aumento respecto al 65% que afirmó lo mismo en un sondeo anterior. El 49% de los votantes manifestó lo mismo sobre Trump. El 45% de los demócratas registrados que respondieron a la encuesta dijeron que creen que el presidente debería hacerse a un lado y ser reemplazado por otro candidato. ¿Y quién podría ser ese candidato? Una encuesta de CNN publicada el martes encontró que en una hipotética contienda entre la vicepresidenta Kamala Harris y el expresidente Trump la diferencia sería de 2% entre los votantes registrados, un resultado dentro del margen de error de este tipo de estudios. Mi opinión es que Kamala Harris fue una mala decisión de Biden como vicepresidenta desde el 2020, y ahora con incluso menos popularidad que Biden sería “rizar el rizo”, un disparate.
Pero el mandatario se mantiene pegado a sus pistolas. Dice que no se rendirá. “I can do this job”, “Puedo hacer este trabajo”, dijo en Carolina del Norte con una fuerza y coherencia totalmente ajena a la mostrada el día anterior en el debate. Aunque esa tarde, 24 horas después, había teleprompters en la tribuna.
Nota del editor: Jorge Dávila Miguel es Licenciado en Periodismo desde 1973 y ha mantenido una carrera continuada en su profesión hasta la fecha. Ostenta posgrados en Ciencias de la Información Social y Medios de Comunicación Sociales, así como estudios superiores posuniversitarios en Relaciones Internacionales, Economía Política e Historia Latinoamericana. Es de nacionalidad cubana y ha recorrido casi todos los niveles y labores de su profesión, desde reportero hasta corresponsal extranjero en prensa plana y radial, así como productor ejecutivo en medios televisivos. Como columnista, Dávila Miguel ha sido premiado por la Asociación de Periodistas Hispanoamericanos y la Sociedad Interamericana de Prensa. Actualmente Dávila Miguel es columnista del Nuevo Herald, en la cadena McClatchy y analista político y columnista en CNN en Español.