(CNN) – La lucha del Presidente Joe Biden por demostrar que tiene la fuerza y la capacidad cognitiva para un segundo mandato se está convirtiendo en un calvario personal y nacional insoportable.
Ver a un Biden visiblemente envejecido responder este viernes en horario de máxima audiencia televisiva a preguntas francas sobre su salud -que normalmente quedarían entre un paciente y su médico- se sintió como una afrenta a la dignidad presidencial. Fue triste ver a una persona respetada y querida por muchos estadounidenses sufrir semejante apuro. Y habría que tener un corazón duro para no empatizar con Biden cuando se enfrenta a las dolorosas realidades humanas del envejecimiento de la forma más pública imaginable.
Sin embargo, la postura de Biden, su impactante actuación en el debate presidencial y su desafiante negativa a contemplar sus implicaciones para su campaña de reelección, significan que está obligando al país a mantener la conversación.
Puede que la marea política se esté volviendo en contra de Biden, pero la entrevista subrayó su profundo orgullo por una presidencia que le costó casi medio siglo alcanzar. Y no está dispuesto a renunciar a su mantra de toda la vida de levantarse y luchar cuando le derriben, un factor que agravará el dilema del Partido Demócrata.
Aunque su actuación en la entrevista fue mucho mejor que la a menudo incoherente actuación del presidente en el debate de CNN en Atlanta, eso no es decir mucho. No contuvo ningún nuevo desastre que le sacara inmediatamente de la carrera. Pero tampoco sirvió para aplacar la tormenta que asola su campaña y suscitó nuevas dudas sobre su salud, en medio de crecientes indicios de que su base de poder demócrata empieza a resquebrajarse.
Cada vez está más claro que el presidente, su partido y el país se deslizan inexorablemente hacia una crisis política que plantea la extraordinaria posibilidad de que un presunto candidato pueda ser apartado semanas antes de la convención nacional de su partido y cuatro meses antes de una de las elecciones más críticas de la historia.
Las amenazas a las perspectivas de Biden aumentan rápidamente. Otros dos congresistas demócratas pidieron este viernes al presidente que ceda la nominación a un candidato más joven. El senador de Virginia, Mark Warner, avanzó en un esfuerzo por poner a los demócratas del Senado en la misma página sobre el futuro de Biden y está llegando a un punto en el que cree que es hora de que Biden suspenda su campaña, dijo a CNN una fuente familiarizada con sus esfuerzos. Por su parte, el líder demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, programó una reunión virtual con los miembros de mayor rango del comité del partido, ya que se enfrenta a una creciente presión de su conferencia sobre la posición de Biden, dijo un legislador demócrata.
Una prueba fijada por la campaña
La campaña de Biden había programado la entrevista con ABC News para tratar de demostrar que el tropiezo del presidente en el debate de la semana pasada fue una aberración y para acallar las crecientes dudas sobre su posición como candidato de su partido para 2024.
Apareció más sereno y fluido que en el debate de CNN. Argumentó de forma mucho más sólida sus propios éxitos en el cargo y enjuició a Trump con más eficacia que en el debate. Y se atrincheró más a pesar de los llamamientos de un puñado de legisladores demócratas para que retirara su candidatura a la reelección y el pánico creciente entre muchos otros que aún no rompieron la tapadera.
También descartó las preocupaciones sobre su salud, insistiendo en que no estaba más frágil que antes. “¿Puedo correr los 100 (en) 10 lisos? No, pero sigo en buena forma”, dijo Biden.
“No creo que haya nadie más cualificado que yo para ser presidente o ganar esta carrera”, dijo Biden en la entrevista realizada en el estado indeciso de Wisconsin.
“Si el Señor Todopoderoso bajara y dijera: ‘Joe, sal de la carrera’, yo saldría de la carrera”, dijo Biden, pero añadió: “El Señor Todopoderoso no va a bajar”.
Pero la admisión de Biden de que se sentía “muy mal” en los días previos a su enfrentamiento con el presunto candidato republicano Donald Trump no hizo sino plantear nuevas preguntas sobre su salud. Esas preguntas se producen en un momento de creciente ansiedad sobre si está lo suficientemente bien a los 81 años para soportar las agotadoras exigencias de la presidencia y la tensión de una candidatura a la reelección.
Biden agravó esas dudas al mostrarse inseguro sobre si había visto la reproducción del debate - “Creo que no, no”, dijo cuando se le preguntó si había visto el evento- y en otros momentos en los que se entrecortó en algunas frases. Y añadió otra explicación a su pobre actuación en el debate que se suma a las afirmaciones de sus aliados de que estaba sobrecargado de datos por el personal, con jet-lag y resfriado. El presidente dijo que la insistencia de Trump en hablar a pesar de que su micrófono estaba silenciado le había desanimado.
A la pregunta de si era el mismo hombre que tomó posesión de su cargo hace tres años, Biden respondió con una letanía de sus logros. “En términos de éxitos, sí”, dijo. “También fui el hombre que elaboró un plan de paz para Oriente Medio que puede estar dando sus frutos. También fui quien amplió la OTAN. También fui quien hizo crecer la economía. Todas las cosas individuales que se hicieron fueron ideas que tuve o que cumplí. Seguí adelante”.
El presidente fue categórico al afirmar que el debate fue sólo “una mala noche” de la que asumió la responsabilidad. Pero más de una semana después del evento, y en medio del creciente temor entre los demócratas sobre sus perspectivas en noviembre y la posibilidad de lo que significará para la democracia si Trump gana un segundo mandato, una cosa está cada vez más clara. Una mala noche en un escenario de tan alto perfil ante millones de espectadores puede ser todo lo que se necesita para dañar irremediablemente la campaña de un presidente que cumplirá 82 años dos semanas después del día de las elecciones, que grandes mayorías de estadounidenses consideran incapaz de servir y que está pidiendo al país que lo mantenga en el cargo hasta enero de 2029.
A los estadounidenses les preocupan los próximos cuatro años, no los tres últimos
Biden y sus partidarios advierten que sus dolorosos 90 minutos en el escenario de Atlanta no deben eclipsar los logros de su mandato. Y afirman que la amenaza que supone Trump y sus instintos autocráticos y su promesa de dedicar una segunda presidencia a la “retribución” superan con creces las preocupaciones sobre la capacidad de Biden.
Pero la pregunta que se hacen millones de estadounidenses tiene menos que ver con una revisión del legado del primer mandato de Biden y se refiere más a si puede funcionar durante otros cuatro agotadores años en la Casa Blanca.
La entrevista también planteó la cuestión de si el presidente es plenamente consciente del impacto corrosivo del debate sobre la confianza de los demócratas en sus posibilidades de vencer a Trump. Discutió con George Stephanopoulos, de ABC News, sobre las encuestas que le mostraban cada vez más por detrás del expresidente a nivel nacional y en los estados indecisos.
La entrevista fue una de una serie de eventos, incluyendo el mitin de este viernes y una conferencia de prensa prevista en la cumbre de la OTAN la próxima semana en Washington, que la campaña ha sostenido como momentos para demostrar la aptitud de Biden.
Pero el representante demócrata Brad Sherman, de California, dijo a CNN que el presidente necesitaba hacer una entrevista televisiva prolongada y en directo, a diferencia de la grabada en la ABC. Otros miembros exigen que el presidente salga mucho más para demostrar su resistencia, a pesar de que la campaña prometió este viernes un “agresivo” programa de actos en julio.
Pero esa promesa no detuvo las crecientes demandas de que Biden se haga a un lado.
“El presidente Biden prestó un enorme servicio a nuestro país, pero ahora es el momento de que siga los pasos de uno de nuestros padres fundadores, George Washington, y se haga a un lado para dejar que surjan nuevos líderes y se presenten contra Donald Trump”, dijo el representante por Massachusetts Seth Moulton a la emisora de radio de Boston WBUR en una entrevista que se difundió antes de la emisión de la entrevista de ABC. Y el representante por Illinois Mike Quigley dijo que la presencia continuada de Biden en la carrera no tiene “casi ninguna esperanza de éxito.”
“Yo diría, señor Presidente, que su legado está establecido. Tenemos con usted la mayor deuda de gratitud. Lo único que puede hacer ahora para consolidarlo para siempre y evitar una catástrofe total es dimitir y dejar que lo haga otro”, dijo Quigley a MSNBC. Más tarde añadió en CNN: “Lo que necesitamos ahora mismo -y para lo que creo que hace falta espina dorsal- es dar un paso al lado y reconocer que el presidente de Estados Unidos no tiene el vigor necesario para superar el déficit que tenemos aquí y que nos va a afectar a todos”.
La gobernadora de Massachusetts, Maura Healey, no fue tan lejos, pero dijo en declaraciones a CNN que Biden necesitaba “evaluar cuidadosamente si sigue siendo nuestra mejor esperanza para derrotar a Trump”. Decida lo que decida el presidente Biden, me comprometo a hacer todo lo que esté en mi mano para derrotar a Donald Trump”.
La agonía sobre el destino de Biden es especialmente dolorosa para los demócratas porque muchos de ellos creen que el presidente ha hecho un buen trabajo reactivando la economía post-Covid-19, impulsando el crecimiento del empleo, aprovechando a los aliados de EE.UU. en el extranjero y aprobando grandes planes de infraestructuras y cambio climático. Pero cada vez parece más que el temor a un mandato de Trump puede estar abrumando la satisfacción con los logros de Biden.
Para mitigar esas preocupaciones, Biden aprovechó el mitin para pasar de las preguntas sobre su edad a tratar de centrar la atención en lo que realmente ha hecho en el cargo.
“Sigo viendo todas esas historias sobre que soy demasiado viejo”, dijo. “Permítanme decir algo. No era demasiado viejo para crear más de 15 millones de nuevos puestos de trabajo. Para asegurarme de que 21 millones de estadounidenses están asegurados bajo la Ley de Asistencia Asequible. ¿Era demasiado viejo para liberar de la deuda estudiantil a casi 5 millones de estadounidenses? ¿Demasiado viejo para poner a la primera mujer negra en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América?”.
Tras el debate, cada palabra de Biden está sometida a un intenso escrutinio y corre el riesgo de reforzar una narrativa crítica sobre su edad y agudeza mental después de haber grabado en la mente de los espectadores la imagen de un presidente luchador y disminuido por la edad.
Así, una declaración fatalista en la entrevista de ABC sobre cómo se sentiría el próximo enero si Trump ganara es probable que inflame las preocupaciones de muchos demócratas sobre su mentalidad, su comprensión de su situación y lo que sucederá en noviembre.
“Me sentiré como si lo hubiera dado todo y hubiera hecho el mejor trabajo que sé que puedo hacer, de eso se trata”, dijo Biden.