(CNN Español) – El Gobierno de Cuba anunció a principios de semana medidas económicas para afrontar lo que denomina una “economía de guerra” en un intento por contener el malestar social de los últimos años, con una recesión que es comparada con el “período especial” que atravesó la isla en los años noventa y una inflación que no ha podido ser contenida.
El Ministerio de Finanzas y Precios ordenó la exoneración de impuestos aduaneros a un grupo de productos importados y estableció precios máximos minoristas a dichos productos, como el pollo troceado, la leche en polvo y el aceite comestible, según un decreto publicado en la Gaceta Oficial.
En buena parte de los últimos cinco años la economía de la isla ha estado en descenso, con la excepción de una tibia recuperación en 2021 y 2022 tras la estrepitosa caída de 10,9% del producto interno bruto (PIB) durante la pandemia, en 2020, según datos del Banco Mundial.
La caída anual en 2019, de 0,2%, fue la primera en 25 años, ya que el anterior decrecimiento había sido registrado en 1993, en los años posteriores a la pérdida del apoyo financiero de la desaparecida Unión Soviética y el endurecimiento del embargo estadounidense.
El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, que en febrero destituyó al entonces ministro de Economía y luego anunció una investigación contra el cesado funcionario por “graves errores”, reconoció a fines de junio en una reunión del Consejo de Ministros varios problemas, como las “complejidades económicas que atraviesa la nación”, la “inestabilidad en el Sistema Eléctrico Nacional”, una “inadecuada relación” entre el sector estatal y no estatal y un incremento de precios “de manera desmedida”.
El economista Pavel Vidal, profesor en la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia, indicó a CNN que el problema principal es que al menos la mitad del sector estatal cubano no es viable económicamente.
“Ese sector no financiero solo se mantiene cuando hay un aliado externo. Hoy no hay un socio de calibre sobre el que se construyan relaciones comerciales para extraer una renta y se necesita de actores privados, porque los estatales están en gran parte quebrados”, consideró.
Si bien La Habana está alineada políticamente a Moscú y Beijing, con quienes ha firmado acuerdos en varios sectores, no hay en la actualidad una asistencia de la magnitud que alcanzó la Unión Soviética, mientras que las donaciones de países como Vietnam (que envía arroz) o México (petróleo) tampoco alcanzan para cambiar el panorama.
En cuanto al tope de precios anunciado, Vidal considera que no tendrán el efecto que podían tener décadas atrás, porque la economía ya no es la misma. “El sector privado funciona bajo otras lógicas, la regulación no tiene la misma viabilidad. El Gobierno cubano está falto de ideas y de capacidad para manejar una economía mucho más diversificada, no tienen los instrumentos y la experiencia para influir en ese sector que responde a lógicas diferentes”.
A su juicio, la decisión también pasa por la voluntad de mostrar acciones. “Tienen una presión social, la gente está molesta con la inflación y quieren dar la idea de que están haciendo algo”, dijo.
La línea que une a 1994 con 2021
Las protestas antigubernamentales ocurridas el 11 y el 12 julio de 2021 fueron comparadas por varios analistas con el “maleconazo” de 1994, cuando cientos de personas salieron a marchar por el Malecón de La Habana en lo que, en ese momento, fue el acto de protesta más masivo contra el entonces gobierno de Fidel Castro desde 1959.
El Gobierno respondió a las manifestaciones de 2021, que culminaron con cerca de 400 condenas, con algunas medidas como la autorización a la creación de micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes). Desde entonces, se publicó la aprobación de más de 11.000 firmas, aunque el registro no detalla cuántas dejaron de existir tras su instauración.
El economista cubano Ricardo Torres, profesor en la American University en Washington y exdocente de la Universidad de La Habana, indicó a CNN que el Gobierno de Díaz Canel no tiene una ruta establecida frente a la recesión y la inflación.
Al comparar ambas crisis, Torres indica que el punto de partida es muy diferente: “Cuba (en los años noventa) venía de lo que casi todo el mundo entendía como la época dorada del socialismo, con estabilidad, servicios sociales bien desarrollados, una baja diferenciación social. Cuba llega al período especial con reservas de todo tipo, económicas, sociales, políticas”.
En cambio, señala, la crisis actual parte con sectores que nunca recuperaron los niveles previos. “Golpea a una población que ya estaba golpeada. Mucha gente nunca salió del período especial, aunque en ese momento hubo una respuesta del Gobierno. ¿Cuál es el plan hoy, después de al menos cinco años de crisis? No existe”.
Vidal, quien también fue analista de la división de Política Monetaria del Banco Central de Cuba, sostiene que en los noventa el Gobierno de Fidel Castro tomó “medidas más audaces” para modificar el sistema estatizado y dependiente de los aportes soviéticos, como la apertura de la economía al turismo, la creación de algunos mercados y la transformación del sistema financiero, que estaba centralizado.
Años después, explica Vidal, Castro detuvo las reformas y volvió a centralizar la economía cuando, tras una década sin apoyo en el extranjero, halló otro socio externo, Venezuela, gobernada por Hugo Chávez, con quien podía replicar muchas de las lógicas que utilizó anteriormente con la URSS. “Se volvió a centralizar la economía, se detuvo la apertura”, agregó Vidal.
El apoyo de Venezuela menguó en los últimos años porque el país sudamericano comenzó a sufrir su propia crisis, que se tradujo en una caída de aproximadamente 75% del PIB entre 2013 y 2021, según datos de la Cepal. El suministro de petróleo de Caracas a La Habana promedió en junio 33.700 barriles diarios, de acuerdo con la agencia Reuters, cerca de un tercio de la cantidad que se enviaba en 2011.
Con un sistema eléctrico antiguo y con poco mantenimiento, los apagones en Cuba se convirtieron en rutinarios, especialmente en 2022. El Gobierno no detalló medidas específicas al sector energético entre sus anuncios recientes.
Torres, de la American University, destaca que el Gobierno ha perdido credibilidad y ya no tiene el monopolio de la información debido al uso extendido de las nuevas tecnologías de comunicación. “Ha vuelto a primar la óptica de que el país no tiene solución y que la respuesta es de mano dura”, apuntó.
De la paz a la guerra
Si la crisis de los noventa fue denominada “período especial en tiempo de paz”, el Gobierno de Cuba ha venido utilizando el término “economía de guerra” en los últimos meses para explicar sus medidas.
Para Torres, “el Gobierno utiliza ese término para transmitir la idea de una situación grave, excepcional, y seguir elaborando la narrativa de que el origen es el asedio internacional y que hay un enemigo”.
Por su parte, la doctora en Ciencias Sociales Marlene Azor Hernández dijo a CNN que el uso del término “guerra” pasa por la intención de “atrincherarse en el sistema económico de planificación centralizada y control total de la economía”, así como “una estrategia de presión” a Estados Unidos para que la retire de la lista de países patrocinadores del terrorismo, a la que volvió en 2021 en una de las últimas decisiones tomadas por Donald Trump antes de dejar el poder.
Azor, quien fue docente de la Universidad de la Habana por 17 años hasta que salió del país en 1999, dijo que la crisis de los noventa “fue terrible, pero la diferencia ahora es que no hay una reserva de lo que se pudo recibir de la ex Unión Soviética”.
“La situación es tan dramática, pero sin poder contar con un aliado exterior”, agregó Azor, radicada en México y colaboradora con la Fundación de Derechos Humanos para Cuba, con sede en Miami. Sobre el margen de acción del Gobierno, señaló que “Díaz Canel no tiene la posibilidad de que se le encumbre como a Fidel”, ya que “hay mucha más información y una crisis sostenida”.
Menos ingresos por turismo
Uno de los sectores más golpeados por la pandemia y que todavía no volvió a los niveles previos es el turismo, una de las principales fuentes de ingreso del país.
La Oficina Nacional de Estadística e Información de Cuba reportó la llegada de 2,4 millones de viajeros y visitantes internacionales en 2023, un 42,8% menos que los registrados en 2019, y un 31% por debajo del objetivo gubernamental para el año pasado.
Orlando Castro, un graduado de Derecho que trabaja como guía turístico hace siete años en La Habana, dijo a CNN que el sector está lejos de recuperarse del descenso de visitantes, y destaca que muchos de las llegadas son de cubanos que visitan a sus familias, con otro tipo de consumo. “Dejan dinero, pero no es turismo propiamente dicho”, consideró.
A sus 39 años, tiene algunos recuerdos del período especial. “Nunca me pasó de enfermarme y que no hubiera productos en las farmacias. El país en los últimos años ha estado en una situación delicada con los insumos médicos, también los escolares. Hay poca disponibilidad”, dijo Castro (sin parentesco con los hermanos que gobernaron la isla).
Entre otras condiciones, lamentó que en los últimos años se redujo la libreta de abastecimiento (a través de la cual el Gobierno ofrece productos altamente subsidiados), y que llega tarde y no es de la mejor calidad. “El Gobierno ha tratado de mantenerlo, pero son pocos productos”, agregó.
También, señala que el aumento de la inflación (que en 2023 fue de 31,3% según cifras oficiales en el mercado formal, que no toma en cuenta los aumentos en el sector informal), ha dejado desfasado los salarios de trabajadores estatales y las pensiones de jubilados, mientras la brecha oficial entre el tipo de cambio oficial y el paralelo ronda el 200%.
En la dicotomía entre culpar al embargo de EE.UU. y responsabilizar al Gobierno de Cuba, el guía Castro señala que “las sanciones hacen mucho daño y están diseñadas para ahogar”. “A eso se añade las decisiones equivocadas que se han tomado y una corrupción estatal generalizada, con salarios bajos que desvían algún tipo de recurso”, explica. Además, comentó que hay “una crisis en la conciencia social” en la población. “Antes los análisis eran más profundos. Ahora ven una realidad muy dura y se ciñen a eso. Si uno no tiene la comida en la mesa, no le interesa si es por el bloqueo”.
Vidal, de la Universidad Javeriana, indicó que los cambios impulsados por Díaz Canel (principalmente la autorización de las mipymes) son aislados, pero agregó que no cree que los recientes anuncios indiquen un retroceso de las medidas.
“Mientras no haya reformas para solucionar el 50% que no es viable (del sector estatal), cualquier cosa que se haga es simplemente dilatar la crisis, poner un parche”, analizó.
Según sostuvo, regular los precios para controlar la inflación es culpar a esas empresas de la crisis. “Pero la inflación proviene del déficit de 18% del PIB y el financiamiento con monetización del Banco Central. El Gobierno es el culpable de la inflación”, apuntó.
También, afirmó que el Gobierno ha perdido credibilidad ante empresarios extranjeros y acreedores, por lo que es más difícil conseguir inversiones y préstamos o renegociaciones de créditos. “Ya nadie se cree el cuento de que el Gobierno cubano aplica reformas, ya lo dijeron varias veces y terminaron siendo aisladas y parciales”.
Por su parte, Torres destacó el aumento de la migración, otro fenómeno que caracterizó al período especial, pero que ahora ocurre a través de Nicaragua, país que no solicita visado a los cubanos desde 2021. Según afirma, se perdió un horizonte de futuro.
“El hecho de que tanta gente haya migrado y quiere migrar indica cuál es la solución que se ve. Una parte importante se va y otra no se va porque no puede. ¿Qué dice eso? Los ciudadanos llegaron a una conclusión”.