(CNN Español) – Lamine Yamal logró un imposible. Y no se trata (solo) de disputar una Eurocopa con apenas 16 años y anotar un gol decisivo para el paso de su selección a la final, sino de haber convertido un número tan frío, tan burocrático como el código postal en una seña de identidad y orgullo para su barrio, Rocafonda, que se reivindica mientras disfruta del talento y la fama de su niño prodigio.
Estos tres números, 304, los últimos del código postal del barrio de la ciudad catalana de Mataró, ubicada en la provincia de Barcelona, han dado la vuelta el mundo desde que el jugador de La Roja festejó su gol contra Francia haciendo un gesto que los representa.
Allí, bajo al calor abrasador de julio, los niños reunidos en el espacio polideportivo donde Lamine Yamal jugaba años atrás, y en un plaza cercana a la casa familiar, aprenden y repiten encantados el gesto.
“[Con su gesto] nos muestra que no olvida a su barrio y nos sigue representando”, dice uno de ellos, con una seriedad sorprendente para sus 11 años. “Para mí, es un ejemplo a seguir”, asegura, y continúa: “Cada vez que lo veo salgo al parque a jugar un poco a ver si soy como él”.
En el polideportivo donde jugaba Lamine, mientras tanto, un grupo de chicos aparece de repente y se ofrece a disputar un partido para la cámara: parecen haberle tomado el gusto a la presencia de los periodistas y se desenvuelven con naturalidad. Saben que son protagonistas indirectos de una historia que tiene fascinados a millones.
Rocafonda, un barrio obrero multicultural, bajo los focos
Con poco más de 11.664 habitantes, según los datos del Estudio de población de Mataró de 2023, Rocafonda es el tercer barrio más poblado de la ciudad. Destaca allí especialmente la población inmigrante: aproximadamente el 52% de los residentes nació fuera de Cataluña y cerca del 37%, específicamente, nació en el extranjero, unos 17 puntos por encima de la media de la ciudad y 19 puntos porcentuales por encima del promedio español.
De ese total de extranjeros, un 58% aproximadamente es de Marruecos, el país de nacimiento de la abuela y el padre de Lamine Yamal.
“Es un barrio muy intercultural, multicultural; te vas a encontrar gente de casi 80 países y yo creo que esa es la grandeza de este barrio”, dice Rocío Escandell, presidenta de la Asociación de Vecinos de Rocafonda, cuando se le pide que describa este barrio de edificios y comercios sencillos, donde las conversaciones en la calle y los carteles alternan el español, el catalán y el árabe.
No se trata de una evaluación menor en un país donde la inmigración está en el centro del debate político, y donde progresivamente ha cobrado fuerza la extrema derecha –aunque sigue siendo minoritaria– con un discurso antinmigración y, en especial, contrario a los inmigrantes musulmanes.
También se trata de un barrio comparativamente joven: la edad media, de 40,42 años, es la más baja de Mataró, que supo cultivar una industria textil que atrajo trabajadores y promovió el desarrollo de barrios obreros.
“Es un barrio de gente obrera, gente luchadora que estamos tirando hacia adelante”, dice al respecto Escandell, aprovechando la ocasión para resaltar también las bondades naturales de la ciudad, que alterna montaña y mar Mediterráneo.
Las cifras son elocuentes: de la comarca del Maresme, que agrupa a una treintena de pueblos y ciudades de la costa catalana, Mataró es donde están las áreas con menor renta media por persona, según un estudio de 2021 del Centro de Estudios Demográficos, y dentro de Mataró destacan precisamente Rocafonda y Cerdanyola. Hay áreas de estos barrios donde “casi la mitad de la población se sitúa por debajo del umbral de la pobreza, unos datos que los colocan entre los secciones censales con menor renta de toda Cataluña”, dice el estudio, que además remarca las diferencias internas dentro de la ciudad.
El barrio a la luz de Lamine Yamal
Varias voces coinciden en que el barrio se ha iluminado bajo la luz de Lamine Yamal, que llegó con apenas siete años a la cantera de la Masia, el centro de formación de deportistas del FC Barcelona. Pero el joven astro del fútbol español no ha dejado abandonado a Rocafonda, a donde aún va a visitar a su familia.
“Llevamos muchos años que el barrio estaba muy machacado por la prensa, por la televisión. Siempre salían cosas muy negativas, y sí que es verdad que esto es un punto muy positivo para que no solo salgan cosas malas del barrio, que también tenemos cosas muy buenas”, dice Escandell, entrevistada frente a uno de los puntos que parecen ser obligados en el tour Lamine Yamal: un local donde antiguamente funcionaba una panadería de su tío y que hoy, aunque ya no le pertenece, tiene una ilustración del futbolista haciendo su ya famoso gesto y acompañado de tres banderas: la de España, la de Marruecos y la de Guinea Ecuatorial, donde nació su madre.
Juan Carlos Serrano, amigo del padre de Lamine Yamal y dueño del bar que frecuenta, coincide que “esto ha sido un impulso” para visualizar el barrio de mejor manera. “Sale el barrio en la televisión por cosas como tiene que salir, por cosas positivas”, dice desde la barra de su local.
Pero no se trata solo de imagen.
“Los niños están revolucionados”
“Los niños están revolucionados ahora. Todos llevan el mismo corte de pelo, juegan allí a la pelota, hacen el 304, es un espejo donde mirarse”, dice Serrano. Y remata: Mejor que sea así, que los niños tengan un referente deportista, que hagan deporte y que sigan avanzando”.
En su bar, El Cordobés, cuelga bajo vidrio una camiseta de Lamine Yamal con el número 39 que es, según su orgulloso dueño, la primera que llevó como profesional. Se la regaló el padre, con quien mantiene un vínculo cercano y le dijo que su hijo iría a firmarla.
Serrano, de hecho, conoce a Lamine Yamal desde los cinco o seis años. ¿Se notaba ya entonces su capacidad? “Ya de niño se notaba”, responde seguro. “Era un niño que siempre iba con la pelota en la mano, siempre estaba jugando a todas horas, iba con un balón”, dice, recordando cómo desde muy pronto fue claro que su talento era extraordinario, aunque entonces no podían imaginarse hasta qué punto.
Escandell coincide con el efecto benéfico de la figura de Lamine Yamal: “Es algo muy especial, sobre todo de cara a los jóvenes del barrio. Para nosotros es algo muy positivo que gente del barrio de toda la vida salga afuera y que esté triunfando”.
“Niños al día de hoy tienen esa ilusión de decir ‘pues si él lo ha conseguido por qué yo no’, una manera de luchar y decir: ‘pues mira, no pasa nada porque nosotros vengamos de un barrio humilde, también podemos llegar a ser alguien’”.
Esta visión la comparte Abdul, dueño de una tienda de artículos textiles que vive hace 16 años en el barrio y tiene vínculo especialmente con la abuela paterna de Lamine Yamal. “Se nota mucho en el barrio el efecto”, afirma, haciendo hincapié en cómo todos los niños ahora quieren jugar al fútbol. “Cambió totalmente”.
Abul es dueño de otra de las reliquias –aunque tal vez sea pronto para usar esa palabra– del jugador culé que atesora el barrio: la primera camiseta con la que jugó un partido con el Barça, contra el Betis, que según cuenta le regaló la abuela del adolescente, quien vive en Mataró desde hace más de 40 años.
Este marroquí, que al ser consultado por las raíces de Lamine Yamal reivindica el derecho de cada quien a jugar en la selección que elija, destaca que se trata de un deportista “muy listo” que “juega un fútbol fácil”. Cree que puede llegar a convertirse en un nuevo Messi –una asociación que ha cobrado acaso más fuerza con la emotiva foto viralizada de ambos cuando Lamine era apenas un bebé–, aunque advierte que hay que esperar y recuerda precavido el ejemplo de Ansu Fati, a quien también se promocionó en su momento como el próximo Messi.
En la plaza frente a su tienda, los niños ilusionados, que han salido una y otra vez en la televisión hablando de su joven ídolo, son más enfáticos. “Va a ser mejor que Messi, va a ser una nueva leyenda”, dice uno, y al lado replica “como Cristiano” una niña, que también juega al fútbol y que afirma que allí niños y niñas de todas edades lo juegan por igual. Por si quedaba alguna duda, el primero redobla la apuesta: “Yo no digo que ‘puede ser’, yo estoy seguro de que ‘va a ser’, con el talento que tiene ya de pequeño….”.
Nota del editor: este artículo fue publicado originalmente el 12 de julio y republicado el 14 de julio.