(CNN) – Kamala Harris superó el momento. Por ahora.
La vicepresidenta ya se ganó el respaldo de suficientes delegados para asegurarse la candidatura demócrata, desencadenó una bonanza de recaudación de fondos y alquimizó el estado de ánimo de un partido que parecía abocado a la derrota.
En un discurso entusiasta pronunciado este lunes por la tarde, reunió al personal de la campaña en la sede de Wilmington, Delaware, con la presencia del presidente Joe Biden –que aún se recupera de covid-19– para consolidar la transición. Tras exponer sus argumentos de acusación contra el expresidente Donald Trump, Harris planteó la contienda como “dos versiones diferentes de lo que vemos como el futuro de nuestro país”.
Y en su primer evento público desde que Biden abandonó la carrera de la reelección el domingo, Harris ofició el lunes temprano un evento en el césped de la Casa Blanca centrado en las imágenes de la presidencia.
Quizás lo más significativo es que también obtuvo el apoyo de su compatriota californiana, la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, cuyas maniobras por la puerta de atrás fueron decisivas para acabar con la estancada candidatura de Biden a la reelección y revelaron que esta mujer de 84 años sigue siendo la demócrata más hábil e influyente del país. Después de que Pelosi dijera que su apoyo era “oficial, personal y político”, otros líderes del Congreso se alinearon detrás de Harris, dispuestos a confiar las esperanzas de su partido a una abanderada histórica que, sin embargo, es una líder sin experiencia en la cúspide de la política estadounidense.
Este lunes por la noche, la vicepresidenta ya contaba con el apoyo de más de los 1.976 delegados comprometidos que necesitará para ganar la candidatura presidencial en la primera votación, según la estimación de delegados de CNN.
Y después de que el congelamiento del dinero de los donantes obligara a Biden a abandonar la carrera, las billeteras de los demócratas se abrieron a lo grande en las primeras 24 horas de la nuevas campaña presidencial de Harris, que recaudó la asombrosa cifra de US$ 81 millones, según su equipo.
La rápida consolidación del poder de la vicepresidenta fue impresionante. El bombardeo telefónico de varias horas que realizó el domingo a los líderes del Partido Demócrata dejó entrever una operación preparada de antemano, pero que se mantuvo en secreto y no se filtró. El plan parece haber estrangulado cualquier esperanza de candidatos alternativos y las aspiraciones de algunos en el partido a unas primarias relámpago para encontrar un nuevo candidato que pudiera argumentar que había ganado una puja disputada por el estandarte del partido.
Las señales de peligro acechan a pesar del buen comienzo
Hay un viejo dicho en Washington que afirma que un candidato presidencial nunca tendrá un día mejor que el que sigue a su anuncio. La máxima suele aplicarse a las embriagadoras primeras horas de las campañas de primarias. Pero Harris, de 59 años, juega ahora en las grandes ligas.
Lleva apenas unas horas en una misión que es la más desalentadora de cualquier posible candidato presidencial moderno. Trata de motivar a un partido desmoralizado que hasta el domingo se creía abocado a la derrota, pues legislador tras legislador abandonaban al presidente tras su desastrosa actuación en el debate.
Incluso si tiene éxito en su plan de “merecer y ganar” la nominación demócrata, Harris se enfrentará a la maquinaria de campaña más feroz en años. Trump es conocido por su retórica misógina y cargada de racismo que podría convertir los próximos meses en las elecciones generales más abrasadoras en años.
La presión de los demócratas sobre Harris también es inmensa. La vicepresidenta dio muestras de mejorar sus habilidades políticas recientemente, pero ese nunca fue su fuerte. Este año, los líderes del partido no solo apuestan por ella como la última barrera a una nueva era de dominio conservador desenfrenado que podría borrar los logros de las presidencias de Biden y Barack Obama. Tras sustituir a Biden como mascarón de proa de la campaña, Harris lidera ahora un esfuerzo que tiene como fundamento un intento de salvar a la democracia de Trump.
Tiene poco más de 100 días para lograrlo.
Trump pareció momentáneamente desconcertado por el rápido cambio de candidatos demócratas después de que Biden reconociera la naturaleza insostenible de su candidatura para un segundo mandato que habría terminado cuando él tenga 86 años.
Pero este lunes hubo nuevas señales de que la operación política de Trump se estaba reajustando a la nueva realidad y agudizando sus ataques contra la vicepresidenta. En un memorando a los periodistas, la campaña de Trump anticipó un ataque contundente contra Harris.
Susie Wiles y Chris LaCivita, codirectores de la campaña de Trump, la presentaron como la “copiloto” de algunos de los “fracasos más atroces” de Biden. Señalaron que la falta de éxito de la vicepresidenta a la hora de abordar las causas en Latinoamérica de los cruces de la frontera sur se transformaría en una narrativa de que ella es blanda con la inmigración ilegal. “Ella tuvo un índice de aprobación más bajo que Joe Biden. Harris es la vicepresidenta menos popular de la historia, lo que no es ninguna sorpresa dado su terrible historial”, dice la nota.
“Tiene tanto sentido como Joe Biden. Es decir, ninguno”.
Harris logra un éxito prematuro
La carrera de Harris por la candidatura demócrata fue el último giro sorprendente de una contienda que desafió las convenciones, ya que el presidente más anciano de la historia de EE.UU. se lanzó a la reelección y luego dio marcha atrás a última hora. El candidato republicano es otro anciano impopular que intentó aplastar la democracia estadounidense para mantenerse en el poder tras perder las últimas elecciones. También es un delincuente convicto.
No importa, Trump fue aclamado en la Convención Nacional Republicana de la semana pasada como un héroe fuerte tocado por la divina providencia tras un intento de magnicidio que, junto con el debate y la elevación de Harris, representaron tres de los acontecimientos más trascendentales de la historia de las campañas modernas a la Casa Blanca en un lapso de cuatro semanas.
Pero es innegable que algo cambió.
Uno de los dos partidos dio a los votantes lo que llevan meses pidiendo a los encuestadores: un candidato que no se llame Biden ni Trump. La cuestión ahora es si Harris, que mostró considerables carencias políticas como vicepresidenta, tiene las habilidades, la capacidad de resistencia y la suerte para aprovecharlo.
- Harris se movió con rapidez para unificar al partido en torno a ella, ayudada por el aparente deseo de los principales agentes del poder de evitar una lucha divisiva por la candidatura en la Convención Nacional Demócrata del mes que viene en Chicago. Gobernadores, senadores y delegaciones estatales y del Congreso se apresuraron a sumarse a la campaña. El rápido impulso refleja un partido desesperado por evitar un segundo mandato de Trump. Como dijo este lunes el presidente del Partido Demócrata de Wisconsin, Ben Wikler, después de que 89 de los 95 delegados del “Badger State” (apodo con el que se conoce al estado de Wisconsin) prometieran su apoyo a Harris, se había producido un “florecimiento de la unidad” tras la dimisión de Biden.
- Los demócratas podrían estar viviendo un punto de inflexión si la singular coalición de Harris puede sustituir a la deshilachada que lastró las esperanzas electorales de Biden. Una encuesta de CNN de finales de junio mostraba, por ejemplo, que en un hipotético enfrentamiento contra Trump, la vicepresidenta superaba a su jefe entre las mujeres votantes, los independientes políticos y los votantes móviles. Esos bloques de votantes clave podrían ser decisivos para el resultado de las elecciones en el puñado de estados y distritos indecisos que probablemente decidan la contienda.
- Cada vez hay más indicios de que el ascenso de Harris y la salida de Biden redefinieron las dimensiones temáticas de la carrera de 2024. Durante meses, los demócratas estuvieron a la defensiva por la edad de Biden y las afirmaciones de que sufría deterioro cognitivo. Ahora, de repente, están disfrutando de una transformación generacional con un candidato que es casi 20 años más joven que el candidato republicano de 78 años. La exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, había intentado durante su campaña para las primarias del Partido Republicano jugar la carta de la edad que ahora desplegaron con éxito los demócratas, diciendo que el primer partido que “jubilara a su candidato de 80 años” ganaría las elecciones. Los demócratas intentan ahora reforzar alegremente esa impresión. “Les prometo que nunca volverán a oír a Donald Trump pedir a su oponente que haga un test cognitivo. Y probablemente ya lo hemos oído por última vez”, dijo este lunes el representante demócrata por California Eric Swalwell a John Berman, de CNN.
- El gobernador republicano de Nueva Hampshire, Chris Sununu, lo vio venir. En un evento de Político en la Convención Nacional Republicana la semana pasada, dijo: “Si hacen un cambio, cuando lo hagan, todo se va a modificar. Va a estar muy reñido en muchos de los estados más disputados. Habrá más energía. Creo que el Partido Demócrata se vería recompensado, si se quiere, por los independientes que dirían: ‘Oye, a ninguno de nosotros nos gustaba toda esa candidatura Biden-Trump para empezar, ustedes han tenido el valor de cambiar a su candidato’”.
- Harris demostró este lunes cómo podría utilizar el imaginario simbólico de la Casa Blanca para mejorar su propia reputación. Si quiere ser elegida en noviembre, los estadounidenses tienen que empezar a verla como una presidenta en potencia. Empezó por dar la bienvenida a los equipos campeones de la National Collegiate Athletics Association, una tarea que suelen desempeñar los presidentes, pero que Harris heredó porque Biden se acerca al final de su aislamiento de covid-19. Harris rindió un emotivo homenaje a Biden, diciendo que había “superado el legado de la mayoría de los presidentes que cumplieron dos mandatos”. No mencionó las elecciones, pero estas se cernieron sobre un acto en el que se alió con las aspiraciones juveniles de los jóvenes atletas y se envolvió en la bandera al pronosticar el triunfo estadounidense en los Juegos Olímpicos de París.
Como dijeron en un comunicado el líder de la minoría en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, de quienes se espera que apoyen pronto a Harris, “la vicepresidenta Kamala Harris empezó con buen pie con su promesa de buscar la candidatura presidencial”.
Harris se enfrenta a una tormenta
Pero le esperan pruebas mucho más duras.
- Al apresurarse a ungir a Harris como la potencial candidata, los demócratas están apostando todo a una candidata que es impopular, que aún no demostró que puede hacerlo mejor que Biden en los estados indecisos clave y que a veces mostró un oído político de hojalata durante su campaña de las primarias de 2020, que expiró antes de los caucus de Iowa, y durante su temprana vicepresidencia. Si en los próximos días o semanas, Harris tropieza, los demócratas se arriesgarán a ser vistos como un partido que impuso al país otro candidato para 2024 que no está a la altura.
- Los próximos días también pondrán a prueba si la frustración del electorado con la candidatura demócrata fue alimentada por la ansiedad sobre la edad de Biden o por un desdén más amplio generado por la frustración sobre las condiciones económicas, incluidos los altos precios y las tasas de interés. Trump, después de todo, lideró normalmente las encuestas en los temas que más importan a los votantes, desde la inmigración a la seguridad nacional y la economía. Si el legado de Biden supone una desventaja electoral, Harris podría pagar el precio.
- El equipo de Trump también está aumentando la furia de la retórica contra Harris. Está tratando de hacerla cómplice de lo que los republicanos están caracterizando como un encubrimiento de la Casa Blanca sobre la salud y el estado mental del presidente. El candidato del Partido Republicano a la vicepresidencia, J.D. Vance, afirmó este lunes que “Kamala Harris mintió al respecto. Mis colegas demócratas del Senado mintieron al respecto. Los medios de comunicación mintieron al respecto. Todas las personas que vieron a Joe Biden sabían que no era capaz de hacer el trabajo, y durante tres años no dijeron nada, hasta que se convirtió en un peso muerto político”.
- Hay otro posible impedimento en la campaña de Harris, que aún no salió a la luz, y que podría influir en las elecciones. Hace 16 años, muchos estadounidenses creían que el país nunca pondría a un negro en la Casa Blanca. Pero Barack Obama demostró que los escépticos se equivocaban. Ahora Harris, mujer negra y estadounidense de origen asiático, se enfrenta a una barrera histórica aún mayor.