(CNN) – Estados Unidos es la potencia más destacada del baloncesto olímpico masculino. Ha ganado la medalla de oro en 14 ocasiones y suele reunir a algunas de las mayores estrellas de este deporte en la escena internacional.
Así que cuando un nuevo aspirante, recién salido de una cautivante actuación en el Mundial de la FIBA de 2023, empujó a LeBron James y compañía hasta la chicharra final en un partido de preparación olímpico, el mundo del baloncesto posó los ojos en él.
Sudán del Sur, el país más nuevo del mundo, conquistó los corazones de los espectadores en el Mundial de camino a un puesto 17 de 32 equipos. Aunque a primera vista no parezca tan impresionante, las también llamadas “Estrellas Brillantes” terminaron en lo más alto del grupo de equipos que no pasaron a las fases eliminatorias y abandonaron la competición con un balance de tres victorias y dos derrotas.
Como equipo africano mejor clasificado, el resultado le aseguró un puesto en los Juegos Olímpicos por primera vez en su historia.
No está nada mal para un país que sólo existe oficialmente desde hace 13 años y que carece de instalaciones de baloncesto cubiertas.
Entre los jugadores que debutaron con la selección nacional en el torneo se encontraba Wenyen Gabriel, que ha jugado en la NBA con equipos como Los Angeles Lakers, Los Angeles Clippers y los New Orleans Pelicans.
Como muchos otros integrantes de la lista olímpica, Gabriel es un refugiado. Se vio obligado a abandonar Sudán del Sur cuando era pequeño, huyendo de la Segunda Guerra Civil sudanesa. Él y su familia se trasladaron a El Cairo dos semanas después de su nacimiento, antes de llegar a Estados Unidos como refugiados dos años después.
“Al crecer, al principio no teníamos país, ¿sabes?”, dijo Gabriel a CNN Sport. “Era sólo Sudán y no teníamos Sudán del Sur”.
Gabriel explicó que no estaba seguro de si su nación tendría algún día un equipo de baloncesto, así que cuando llegó la oportunidad, la aprovechó.
“Saber que hay un montón de niños, un montón de jóvenes de Sudán del Sur que nos admiran, que se inspiran en lo que hacemos, que piensan que quizá puedan llegar a ser los siguientes, para mí es un honor representar al país y formar parte del primer grupo”, afirmó.
Raíces deportivas
Tras décadas de guerra civil, Sudán del Sur se independizó de Sudán en 2011 tras un referéndum, convirtiéndose en el Estado reconocido más nuevo del mundo.
Poco después, la nación se sumió en una guerra civil, que terminó oficialmente en 2018, aunque la violencia persiste en la actualidad. Naciones Unidas lo considera uno de los países menos desarrollados del mundo.
Antes de convertirse en un Estado oficial, y mucho antes de irrumpir en la escena internacional, el país ya poseía cierto historial en la NBA. Manute Bol, uno de los jugadores más altos de la historia de la NBA, con 2,31 metros, se ganó la reputación de ser uno de los mejores taponadores de la liga entre 1985 y 1995.
Luol Deng, dos veces elegido para el All-Star, nació en lo que hoy es Sudán del Sur y llegó a Londres -vía Egipto- como refugiado, antes de trasladarse a Estados Unidos para desarrollar su carrera profesional. En la actualidad es Presidente de la Federación de Baloncesto de Sudán del Sur.
Bol Bol, el hijo de Bol Bol, JT Thor y Duop Reath son ejemplos de jugadores con ascendencia sursudanesa que juegan actualmente en la liga, aunque el país nunca ha sido realmente reconocido como una potencia en el baloncesto internacional. Este deporte aún no ha despegado del todo en el país, lo que algunos jugadores, como Gabriel, achacan a la falta de recursos.
“Hay mucha gente que juega al fútbol y que mide 2 metros, porque se puede ir a dar patadas a un balón de fútbol y no hay una cancha en X kilómetros a la redonda”, explica Gabriel, de 27 años.
“Cuando volví a Sudán del Sur, a mi aldea, vi a gente que medía más de 2 metros ¡pastoreando vacas!”.
El número relativamente pequeño de personas que se dedican al baloncesto en el país no significa que no haya interés por este deporte.
“Cuando volvimos del Mundial, regresamos a casa, hicimos un desfile, y pudimos ver a la gente bailando bajo la lluvia, sólo un montón de dientes blancos, grandes sonrisas, como si todo el mundo estuviera feliz”, dijo Gabriel. “No se puede subestimar la alegría que aporta a nuestro país”.
“Para nosotros, seguir empujando hacia adelante y ondear nuestra bandera y dar a la gente algo de lo que sentirse orgullosa es algo que realmente nos llena a todos. Y estoy feliz de poder formar parte de ello”.
El ambiente entre los seguidores de Sudán del Sur es de júbilo mientras se preparan para ver a su nación hacer historia en París. Tras el partido de preparación contra Estados Unidos el pasado sábado en Londres, los aficionados celebraron, bailaron y ondearon la bandera dentro del O2 Arena, en la calle y en el transporte público, a pesar de ver cómo su país sufría una agónica derrota por 101-100 puntos.
Todo ha girado en torno al camino de esta nación.
Más grande que el baloncesto
Sudán del Sur celebró recientemente su primera conferencia de prensa antes de un partido amistoso contra el Reino Unido en Londres. Algo que surgió repetidamente fue la idea de que la campaña olímpica va más allá del deporte.
Poner a la nación en el mapa olímpico y forjar un camino para las generaciones más jóvenes es el eje del equipo.
“Para todos nosotros es un viaje que va más allá del baloncesto”, declaró Deng en la rueda de prensa. “El deporte puede elevar y motivar a una nación”.
“Estos chicos saben que lo más importante es lo que dejan atrás”.
“Vamos a salir ahí afuera para representar algo que es más grande que nosotros mismos y que se sabe en cada momento en el que estamos ahí”, añadió Gabriel.
Sudán del Sur llega a los Juegos con la responsabilidad adicional de ser el único equipo africano de baloncesto masculino clasificado (Nigeria se clasificó para la competición femenina). El continente cuenta con una rica historia de producción de talentos de la NBA, como los ganadores del MVP Hakeem Olajuwon, de Nigeria, y Joel Embiid, nacido en Camerún pero que juega en el equipo de Estados Unidos.
Gabriel afirmó que el apoyo que ha recibido el equipo de otros aficionados africanos le “abrió los ojos a un mundo de baloncesto completamente nuevo”.
“Aunque otros equipos [africanos] no participen en los Juegos Olímpicos, puede que nos sigan animando”, afirmó. “Así que representar eso, muestra aún más continuidad y nos dio como un objetivo común”.
Deng también ha hablado de la necesidad de borrar estereotipos y percepciones perjudiciales del país y de los jugadores. Dijo en Instagram que estaba “decepcionado” por los “comentarios ignorantes” hechos por las ex estrellas de la NBA Paul Pierce y Gilbert Arenas sobre el equipo, calificando los comentarios de Arenas de “irrespetuosos y crueles”. Pierce y Arenas se han disculpado desde entonces.
“Aquellos que se dejan engañar fácilmente pueden hacer comentarios que reflejen más odio a sí mismos que orgullo.
No hay nada de nuestra historia de lo que debamos huir”, escribió.
Forjadores de historia
Cabe recordar que Sudán del Sur solo existe desde hace poco más de una década, mientras que la selección de baloncesto no jugó su primer partido de competición hasta 2017. Llevar al límite a la selección de EE.UU. es un testimonio de lo lejos que ha llegado el grupo.
Los jugadores y el cuerpo técnico han atribuido el rápido ascenso del equipo a Deng, que desempeñó varias funciones -como enlace con los jugadores y entrenador asistente- antes de convertirse en presidente de la Federación.
“Luol es la fuerza motriz de todo esto”, dijo el seleccionador Royal Ivey en la rueda de prensa. “Si no existiera Luol Deng, hoy no estaríamos sentados delante de todos ustedes”.
Sudán del Sur está en el Grupo C de los Juegos Olímpicos y se enfrentará a Estados Unidos en lo que ahora es una revancha muy esperada. Serbia y Puerto Rico, cada uno con jugadores de la NBA y talentos de todo el mundo, serán los otros dos rivales de las Estrellas Brillantes.
Será una ardua tarea para Sudán del Sur superar la fase de grupos, pero los jugadores no se ponen límites ni se adelantan a los acontecimientos, y Gabriel e Ivey hacen hincapié en “competir” en cada partido.
Pase lo que pase, sin embargo, este es un equipo que ya ha hecho historia antes incluso de pisar la cancha y que comprende la importancia que tiene la representación. Para jugadores como Gabriel, se trata de un “sueño” que muchos pensaban que nunca se haría realidad.
Como él mismo dice: “Poder competir con mi país en el pecho es lo mejor que podría haber pedido”.