(CNN) – En mayo, Amos Hochstein, el hombre de confianza del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para mantener el control de las tensiones entre Israel y el grupo militante libanés Hezbollah, intervino en un seminario web.
“Lo que me preocupa cada día”, dijo, “es que un error de cálculo o un accidente… que alcance un autobús lleno de niños u otro tipo de objetivo civil pueda obligar al sistema político de cualquiera de los dos países a tomar represalias que nos lleven a la guerra. A pesar de que ambas partes probablemente entiendan que una guerra a mayor escala o más profunda no beneficia a ninguna de las partes”.
El equivalente de ese autobús se produjo el sábado por la noche en los altos del Golán, ocupados por Israel.
Un cohete, que según Israel fue lanzado por Hezbollah desde Shebaa, en el sur de Líbano, se estrelló contra un campo de fútbol en la ciudad drusa de Majdal Shams. Doce niños, de edades comprendidas entre los 10 y los 16 años, murieron mientras participaban en una sesión de entrenamiento. Hezbollah negó ser responsable del ataque. ¿Se cumplirá ahora también el temor de Hochstein de una guerra a mayor escala?
Si creemos al ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Israel Katz, probablemente sí. “Nos acercamos al momento de una guerra total contra Hezbollah”, dijo en una entrevista en la televisión israelí el sábado por la noche. “La respuesta a este acontecimiento será en consecuencia”.
Al parecer, Estados Unidos ha dado su beneplácito a las represalias, hasta cierto punto. “Apoyamos el derecho de Israel a defender a sus ciudadanos de ataques terroristas”, dijo el secretario de Estado, Antony Blinken, antes de añadir que EE.UU. no quería “ver una escalada del conflicto”.
La respuesta, hasta ahora, ha sido relativamente tímida. Es probable que se produzcan más ataques. “Estamos hartos de retórica altisonante y palabras huecas acompañadas de acciones débiles”, dijo el exprimer ministro de Israel Naftali Bennett a CNN. “La única forma de detener todo esto, la única forma de disuadir a nuestros enemigos de golpearnos… es contraatacar y golpearles. No hay otra manera”.
La comunidad internacional lleva meses intentando reducir las tensiones entre Israel y Hezbollah. Se calcula que el grupo más fuerte entre los apoyados por Irán tiene al menos 150.000 misiles y cohetes apuntando al sur, por lo que se teme una guerra que devastaría Líbano y causaría graves daños a Israel.
Además, como declaró a CNN Aaron David Miller, investigador principal de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, “tiene el potencial de crear una situación que nunca hemos visto en esta región: una gran guerra regional, que podría arrastrar al Golfo”. Advierte que también podría desembocar en un enfrentamiento directo entre Estados Unidos e Irán.
Sin embargo, en los últimos casi 10 meses de enfrentamientos, Israel, Hezbollah e Irán siempre se han retirado de lo que parecía estar al borde del abismo. En enero, Israel eliminó a un alto dirigente de Hamas en Beirut. La guerra total no llegó a materializarse. En abril, Israel mató en Damasco a un alto mando de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria de Irán. En respuesta, Irán lanzó ataques sin precedentes contra Israel. La guerra total no llegó a materializarse.
El estado actual de las cosas, por supuesto, tampoco puede continuar. Decenas de miles de israelíes han sido desplazados de sus hogares. Grandes franjas del norte de Israel parecen ciudades fantasma. Una situación similar se vive en el sur del Líbano. Según Blinken, la mejor manera de evitar una guerra total entre Israel y Hezbollah es conseguir un alto el fuego en Gaza. Las conversaciones para conseguirlo se reanudan este domingo.
Pero eso solo sería una solución a corto plazo. Israel quiere eliminar por completo la amenaza de Hezbollah, trasladándola de nuevo al río Litani, de acuerdo con la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que puso fin a la última gran guerra entre ambos en 2006. “Si el mundo no aleja a Hezbollah de la frontera, Israel lo hará”, declaró en diciembre el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant.
Y así, a pesar del bombardeo, las presiones internas, los temores y las escaladas, los combates entre Israel y Hezbollah siguen cociéndose a fuego lento en lugar de hervir. Nadie parece querer esta guerra. Pero como advirtió Hochstein en ese mismo seminario web: “Las guerras han comenzado históricamente en todo el mundo incluso cuando los líderes no las querían, porque no tenían otra opción”.