(CNN) – Los Juegos Olímpicos son un espectáculo de atletismo, trabajo duro, máximo rendimiento y, para algunos, queso parmesano.
La gimnasta italiana Giorgia Villa, que formó parte del equipo que ganó la medalla de plata en gimnasia femenina, la primera de Italia en 96 años, se ha hecho más conocida por su amor al queso que por sus movimientos en la competencia.
La joven de 21 años, nacida en Lombardía, en el norte de Italia, fue apadrinada en 2021 por el Consorzio del Formaggio Parmigiano-Reggiano (Consorcio del Queso Parmigiano-Reggiano).
Las fotos tomadas para celebrar su asociación se han hecho virales tras la gloria olímpica de Villa.
En ellas se ve a la gimnasta en maillot, sentada sobre una pila de ruedas gigantes de queso y haciendo el salto de tijera sobre una hilera de ruedas.
También hay fotos de ella haciendo el pino junto a los quesos, dando volteretas en su presencia, y recostada junto a un gran trozo de parmesano, con tentadoras lascas. En una foto, abraza una rueda de queso contra su pecho. En otras, no puede resistirse más y se mete en la boca trozos del queso lleno de cristales.
Otras fotos la muestran haciendo un trabajo realmente impresionante en las barras, pero ninguna ha captado la imaginación del público de la misma manera que lo han hecho las imágenes llenas de queso.
Las imágenes fueron tomadas por el fotógrafo Gabriele Seghizzi, que tiene la colección completa en su página web.
Las fotos han puesto a Emilia-Romaña, la región gastronómica de Italia donde se elaboran productos como el jamón prosciutto, los tortellini rellenos, los tagliatelle al ragù y los embutidos culatello y mortadela, en el centro de atención.
El Parmigiano-Reggiano, o queso parmesano, se elabora sobre todo en las colinas que rodean Parma, a unos 105 kilómetros al noroeste de Bolonia. Debe producirse en las provincias de Parma, Reggio Emilia, Módena, Bolonia y Mantua para que se considere auténtico Parmigiano-Reggiano.
Las vacas se alimentan con dietas estrictas y se necesitan unos 550 litros de leche para producir una de las ruedas gigantes sobre las que Villa está sentada para sus fotos. No es que las ruedas se formen inmediatamente: se dejan madurar un mínimo de 12 meses, aunque algunos quesos más caros pueden tardar 24, 36, 40 meses o más.
A los 12 meses, cada rueda es golpeada por un inspector con un tipo especial de martillo para escuchar el progreso de su envejecimiento. Cada rueda lleva su propio número de identificación, para evitar falsificaciones e identificar en qué fábrica se elaboró, y se marca -literalmente- como una auténtica rueda de Parmigiano-Reggiano.
¿Quieres probarlo en su tierra natal? Bolonia es el destino gastronómico más obvio de Emilia-Romaña. Aquí, en las calles junto a la Basílica de San Petronio, hay un mercado desde la época medieval, y hoy decenas de tiendas venden cantidades mareantes de quesos diferentes.
Sin embargo, Parma, menos visitada, es el hogar espiritual del queso parmesano. El centro de la ciudad está lleno de tiendas de delicatessen que suelen permitir degustar varios quesos de distintas edades antes de comprar. Además, los bares y restaurantes de la ciudad venden taglieri, o bandejas gigantes, de queso y embutidos. También se pueden visitar fábricas o productores de parmesano en las colinas. Incluso hay un museo, el Museo del Parmigiano-Reggiano, en Soragna, a 40 minutos de Parma.
El consorcio Parmigiano-Reggiano también patrocina al tenista Jannik Sinner, así que esperemos que las fotos de esa colaboración salgan a la luz próximamente. Pero hasta entonces, siempre nos queda la propia Parma. Buen provecho.