(CNN) – Un estadounidense vuelve a ser el hombre más rápido del mundo.
Noah Lyles ganó ese título y la medalla de oro en los 100 metros planos masculinos por el margen más estrecho -apenas cinco milésimas de segundo- este domingo por la noche en París, corriendo a toda velocidad por la pista del Stade de France e inclinándose para cruzar la línea de meta por delante del favorito, el jamaicano Kishane Thompson.
La victoria pone fin a una sequía olímpica de 20 años en esta prueba para Estados Unidos, cuando Justin Gatlin ganó los 100 metros en Atenas. También consolida a Lyles como la principal superestrella estadounidense de este deporte, pues el carismático velocista de 27 años ya era una de las principales caras del atletismo con su fulgurante velocidad y sus momentos virales.
Thompson, quien era el favorito de las apuestas en la carrera, se hizo con la medalla de plata y el estadounidense Fred Kerley se llevó a casa el bronce.
Estos son los tiempos oficiales:
- Noah Lyles (EE.UU.) - 9,784 segundos
- Kishane Thompson (Jamaica) - 9,789
- Fred Kerley (EE.UU.) - 9,81
Fue una edición excelente de la emblemática carrera olímpica. Esta prueba, que se disputó la misma noche que la final femenina de salto de altura y la final masculina de lanzamiento de martillo, además de las series clasificatorias de otras carreras, no comenzó hasta que terminaron todas las demás competiciones del día.
Llegado el momento, las luces del Stade de France se apagaron cuando el sol estaba a punto de ponerse en las afueras de París. Y luego volvió a encenderse cuando las pulseras de los 80.000 espectadores del estadio empezaron a parpadear, creando otro de los deslumbrantes espectáculos de luces por los que se están haciendo famosos estos Juegos Olímpicos de París.
Drama y teatro en Saint-Denis
Cada competidor fue presentado, pero Lyles se lo tomó como nadie, saltando casi hasta la mitad de la pista para animar al público y dar rienda suelta a su emoción. Lyles se ha hecho viral en el pasado por sus actos previos a las carreras, como sacar cartas de Yu-Gi-Oh! antes de las pruebas clave, pero esta vez solo mostró su energía.
Cuando todos los competidores entraron en la pista, se quedaron esperando lo que pareció una eternidad mientras sonaba música dramática por todo el estadio.
Finalmente, la música cesó y los competidores se acomodaron en los puestos de salida. El estadio quedó en completo silencio –decenas de miles de personas y solo se oía el viento– antes de que sonara la bocina. Un poderoso rugido cortó la tensión mientras los corredores se mantenían juntos en un apretado grupo durante los primeros 50 metros de la carrera.
Hubo cierta separación en la segunda mitad de la prueba de menos de 10 segundos -la primera final olímpica de 100 metros en la que correr en 10 segundos en una eliminatoria no garantiza el pase a la carrera final y la primera en la que todos los competidores corrieron por debajo de los 10 segundos con viento legal, según la Asociación Mundial de Atletismo–, pero no la suficiente como para que estuviera claro quién había ganado cuando los corredores cruzaron la línea de meta.
El grupo de velocistas se reunió en la curva noreste de la pista, doblados para recuperar el aliento mientras miraban fijamente a la gran pantalla, esperando los resultados. Por un momento, solo se leía “Foto”, lo que indicaba una final fotográfica.
Y entonces llegó la actualización: Lyles lo había conseguido.
Volvió a arrancar, dando saltos de éxtasis por la pista.