(CNN) – En Santorini hay un volcán a punto de estallar, pero no es la mundialmente famosa caldera.
Las deslumbrantes casas encaladas, las iglesias de cúpulas azules y el cielo y el mar azul de esta isla griega de belleza única atraen a 3,4 millones de visitantes al año, cifra muy superior a los aproximadamente 20.000 residentes permanentes de Santorini.
Hasta 17.000 pasajeros de cruceros llegan a la isla en los días pico de la temporada alta, dirigiéndose directamente a lugares de interés como la capital, Fira, y la ciudad de Oia, en su extremo noroccidental, famosa por sus espectaculares puestas de sol. Incluso se ha ganado el apodo de “isla Instagram” por su perfecto esplendor “sin filtro”.
Las estrechas calles adoquinadas y los balcones junto a los acantilados se llenan de veraneantes en busca de selfies al atardecer, y los lugareños son molestados mientras se dedican a sus quehaceres diarios. Sin embargo, al caer la tarde, la multitud desaparece y algunos se quejan de que la isla pasa de ser Times Square a una ciudad fantasma.
Es una mezcla volátil que ha provocado el descontento en esta isla de las Cícladas, en el mar Egeo, cuyo accidentado paisaje fue moldeado por una erupción volcánica alrededor del año 1600 a.C.
Limitación de visitantes en 2025
El alcalde de Santorini, Nikos Zorzos, ha propuesto limitar el número de cruceristas a 8.000 al día. Se trata de una medida respaldada por el primer ministro, Kyriakos Mitsotakis, quien declaró a Bloomberg que la medida está prevista para el año que viene.
Las protestas contra el turismo han sido uno de los focos de atención política en Europa este verano, con manifestaciones en España, Países Bajos y otros países. El jueves, Venecia limitó el tamaño de los grupos turísticos a 25 personas y prohibió los megáfonos, tras haber declarado recientemente que su tarifa de entrada temporal había sido un éxito, con unos ingresos para la ciudad de US$ 2,64 millones.
En los últimos años, el turismo excesivo se ha convertido en una de las principales palabras de moda en el sector de los viajes, ya que los destinos más populares luchan por equilibrar su necesidad de dólares de los visitantes con la calidad de vida de sus residentes y el mantenimiento de un entorno deseable y sostenible para todos.
En Santorini, según algunos, no se trata simplemente de que haya demasiados turistas.
“La isla está vacía”
“El turismo excesivo no existe. Lo que veo es una falta de estructuras”, explica a CNN Travel Gianluca Chimenti, operador turístico local y residente en Santorini desde hace 18 años. Mientras las redes sociales se llenan de imágenes de la grave masificación en los puntos más turísticos de la isla en las horas pico, él dice que la imagen el resto del tiempo es muy diferente.
“La verdad es que la isla está vacía. Ahora mismo está como nunca, es la peor temporada”.
Julio y agosto son temporada alta en Santorini, pero los centros de las ciudades están muertos después de las 9 de la noche, y los restaurantes y hoteles ni se acercan a su capacidad, dice. Los pasajeros de cruceros son muy apreciados y necesarios, al igual que los visitantes de larga estancia que llegan en barco o avión, pero la sensación entre los lugareños es que algo tiene que cambiar”.
A mediados y finales del siglo XX, Santorini aún era un idilio en el que los habitantes se desplazaban en burro y cultivaban tomates y viñedos para producir vino. Ahora, las anticuadas infraestructuras de la isla están sometidas a una gran presión, sobre todo el puerto principal de Fira.
A menos que quieran dar un paseo largo y muy empinado, el teleférico es la única opción para que los pasajeros de cruceros vayan del puerto viejo al centro de la ciudad, señala Chimenti, y “es absolutamente normal que haya fila si los cruceros vienen todos juntos”.
Sin embargo, cuando se van las multitudes, “los hoteles ahora mismo están más o menos por debajo del 30% de una temporada normal”, afirma, y dice que otros negocios de la isla están sufriendo un golpe similar.
“El problema es que las redes sociales están mostrando algo completamente distinto de lo que es la realidad”, afirma. Aunque muchos, muchos turistas la visitarán este año, también hay otros muchos que se desaniman por su fama de masificada y no la consideran un destino para estancias más largas durante todo el año.
La necesidad de diversificar
La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA), un organismo comercial mundial, anunció el 1 de agosto que se había reunido con el ministro griego de Asuntos Marítimos, Christos Stylianides, para hablar de la crisis, incluida la mejora y modernización de las infraestructuras y servicios portuarios.
El auge del turismo en Grecia no se limita a Santorini. Los ingresos del turismo nacional aumentaron un 16% en los cinco primeros meses de este año, informa Reuters, y se espera que en 2024 se eclipse el récord de 33 millones de llegadas del año pasado.
“Recientemente, el crecimiento del turismo en Grecia ha sido objeto de gran atención, sobre todo en las islas de Santorini y Mykonos”, declaró Maria Deligianni, directora regional de CLIA para el Mediterráneo Oriental. Deligianni confirmó el compromiso de las compañías de cruceros de mantener el límite de 8.000 pasajeros y afirmó que existe un gran interés por diversificar los itinerarios griegos para aliviar la presión sobre los destinos más populares.
En la actualidad, casi dos tercios del turismo de cruceros en Grecia se concentran en El Pireo, Santorini y Mykonos, según CLIA.
“Santorini tiene uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Europa”, dice Chimenti. “¿Por qué los cruceros no organizan visitas a los yacimientos arqueológicos? Si divides a la gente en tres partes de la isla, de modo que en distintos momentos estén haciendo varias cosas”, entonces, dice, “tienen tiempo para disfrutar y nunca habrá aglomeraciones en ninguna parte de la isla”.
“Fue absolutamente mágico”
Las románticas e impresionantes vistas de Santorini la han convertido en un destino muy popular para lunas de miel y bodas. Katie Haslam, de Rochdale, Inglaterra, pasó allí su luna de miel en julio, pero afirma que una cuidadosa planificación fue clave para que ella y su marido, Rob, tuvieran las vacaciones de sus sueños.
“No queríamos ir a Fira porque habíamos leído que estaba muy, muy concurrida”, dice. En su lugar, eligieron un pueblo en lo alto de un acantilado, a pocos kilómetros de la capital, y “fue simplemente increíble, encantador y tranquilo”.
El único día que entraron en Fira, “creo que había unos ocho cruceros, miles y miles de personas, así que nos mantuvimos alejados”.
El amor también estaba en el aire. “Vimos al menos dos bodas cada día”, dice. “Uno de los días había seis bodas”.
En cuanto a las famosas puestas de sol, que como para tantos otros eran su principal motivo para visitar la ciudad, evitaban el barullo de la ciudad y “nos sentábamos en nuestro balcón todas las noches a las 8 con una botella de vino. Era absolutamente mágico”.