(CNN Español) – “No aflojen, conserven la memoria, no solo de las ideas, sino también de los testimonios”, fue el mensaje que el papa Francisco le envió a Ana María Careaga -secuestrada y torturada durante la última dictadura cívico-militar en Argentina- en una audiencia con su hija, Anita Fernández, la semana pasada.
Tres generaciones de la familia de Fernández están atravesadas por el secuestro y las torturas en manos de militares en los ‘70: ella, su mamá y su abuela.
Cuando fue secuestrada, Ana María Careaga estaba embarazada de Anita Fernández y, aunque fue liberada tras meses de cautiverio, las torturas que sufrió durante su encierro hicieron que Anita tenga que someterse a cirugías para contrarrestar los daños en su cuerpo. Entonces, un médico le dijo que no iba a poder tener hijos, pero el futuro la sorprendió.
Esther Ballestrino de Careaga, su abuela, fue secuestrada y arrojada al mar tiempo más tarde de la liberación de Ana.
Alfredo Astiz, un militar que fingió ser hermano de un desaparecido para infiltrarse en grupos de Madres de Plaza de Mayo -las emblemáticas mujeres que reclamaban por sus hijos en plena dictadura-, marcó con un beso en la mejilla a Ballestrino y otros integrantes de la agrupación para ordenar su secuestro.
“A pesar de tanta pérdida, de tanto dolor, no pudieron con nosotras. No pudieron con mi abuela, aunque la han arrojado con vida al mar, no pudieron con mi mamá, no pudieron con mi vida y la de mis hijos”, dice a CNN Anita Fernández desde Italia.
Ballestrino era amiga de Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco. Anita fue a visitarlo para que le cuente más acerca de quién era su abuela. La audiencia había sido confirmada un mes atrás antes.
La semana anterior a la llegada de Fernández al Vaticano, se conoció que un grupo de diputados del espacio político gobernante en Argentina fue a visitar a represores condenados por crímenes en la dictadura al penal de Ezeiza, en la provincia de Buenos Aires.
CNN se contactó con los seis diputados, pero quienes respondieron las consultas evitaron dar detalles y no explicaron los motivos de la visita, muy repudiada por organismos de derechos humanos y otros partidos políticos argentinos.
Astiz fue uno de los presos por delitos de lesa humanidad con los que los legisladores se sacaron una foto, después del recorrido en la cárcel.
Fernández dice que fue el propio Francisco quien quiso hablar de esta polémica durante su conversación: “Se lo iba a plantear, pero antes de que se lo plantee, él me lo planteó a mí”.
Lo que sigue a continuación es una versión editada de la entrevista que CNN le hizo a Anita.
CNN: ¿Qué fue lo que te dijo el papa?
Anita Fernández: Que le parecía muy preocupante que diputados fueran a visitar a genocidas, entre los que estaba Astiz, y que tenían que estar en la cárcel. Y después me dio ese mensaje.
CNN: ¿Qué te contó el papa Francisco de tu abuela?
AF: Se conocieron en un laboratorio. Mi abuela era una mujer avanzada para la época. Nació en Uruguay y creció en Paraguay, donde estudió y se nacionalizó. Fue el país de sus amores. Ahí se recibió de doctora en farmacia Bioquímica, en esos tiempos las mujeres no solían estudiar. Durante la dictadura de (Higinio Nicolás) Morínigo se fue a Buenos Aires y conoció a mi abuelo, su marido, y tuvo tres hijas. Ella trabajaba en un laboratorio y (Jorge) Bergoglio en ese momento no era papa. Me contó que tenía 16 años cuando la conoció. Era su jefa. Él hacía análisis de glicerina y dijo que ella le enseñó el valor del trabajo. Me contó que era muy estricta, pero también muy alegre, muy buena, muy solidaria.
CNN: Hasta la actualidad, tu único contacto con Francisco había sido por correspondencia, ¿por qué decidiste pedirle una audiencia ahora?
AF: Lo pensaba hace mucho, pero, además de que me cuente sobre mi abuela y conocer más de su historia, todo lo que está pasando en el país me preocupa y quise saber su opinión al respecto. El vínculo que tuvo con ella, siempre habló muy bien, incluso públicamente. La ha reivindicado siendo que tenían ideas distintas y se siguieron viendo durante los años más terribles hasta que ella desapareció. Mi abuela lo llamó cuando secuestraron a mi mamá. Entonces, quise saber su mirada y que nos diera un mensaje.
CNN: La audiencia que tuvieron no fue pública. Sin embargo, él accedió a que lo grabes dando ese mensaje en este contexto particular por la visita de diputados a genocidas. Podría habértelo dicho a vos en privado…
AF: Totalmente, cobra relevancia que él se exprese así públicamente. Cuando le pedí la entrevista, no sabía si él iba a aceptar hacerlo público. El encuentro duró más de una hora y hacia el final le pedí si lo podía grabar, y accedió a darnos ese mensaje que es muy importante y contundente.
CNN: Esta visita de los diputados involucra a una persona que atraviesa específicamente tu historia, que es la presencia de Alfredo Astiz. ¿Qué sentiste con la noticia?
AF: No me sorprendió. Me preocupaba que pudiese pasar, pero uno mantiene la esperanza de que después no suceda, que sean solo provocaciones… aunque las provocaciones también son importantes y peligrosas e incentivan a la violencia. Reivindicar crímenes de lesa humanidad es peligroso, pero acá ya pasaron a la acción. No me sorprende, no me genera algo distinto. Astiz en los juicios iba con el libro “Volver a matar”. No se arrepintió, ellos reivindican eso. Argentina es un ejemplo en el mundo en materia de derechos humanos y es muy preocupante retroceder tanto. Mi opinión es la de cualquier ciudadano, no tengo ningún cargo ni responsabilidad más allá de mi persona y mi ética conmigo misma, pero el papa Francisco es un jefe de Estado con tanta responsabilidad, con un rol tan importante…
CNN: Cuando liberan a tu mamá, ella se exilia en Suecia, pero tu abuela decide quedarse en Argentina, ¿por qué?
AF: Exactamente. A mi mamá la liberan con un embarazo avanzado en muy mal estado. Mi abuela la lleva a Brasil y el primer país que da asilo político es Suecia. Los médicos discutían si convenía que viaje por su estado de salud y el embarazo avanzado. Era muy probable que yo no naciera, pero estimaron que era más peligroso que me quede en Brasil que, si bien no era Argentina, también había una dictadura. Pero mi abuela no quiso irse. Volvió a Argentina con las madres. Ellas le preguntaron: “¿qué hacés acá si ya recuperaste a tu hija?”. Y ella les dijo, “voy a seguir hasta que aparezcan todos, porque todos los desaparecidos son mis hijos”.
CNN: El mensaje del papa llama a “sostener la memoria y los testimonios”. Con el paso de los años, se sucede un cambio generacional en torno a esta historia, ¿sentís esa responsabilidad?
AF: Sí, siento una gran responsabilidad por la lucha de mi abuela y la de mi mamá. La admiro mucho a mi mamá porque cumpliendo 17 años en un campo de concentración y con todo lo que atravesó, nos educó a mí y a mis hermanos, siempre con alegría y con mucho cariño. A ella la torturaron muchísimo, en la vagina particularmente, le pegaron patadas como castigo, le dijeron si quería que la hicieran abortar. Ella pensó incluso que había perdido a su bebé porque, además, con un embarazo de menos de tres meses no sentía nada. Estaba prohibido llorar, hablar, todo. Siempre con los ojos vendados, desnuda y en el único momento que lloró fue cuando sintió que me había movido, porque supo que había un lugar al que no habían llegado.