(CNN Español) –– El 24 de diciembre de 1999 un vuelo de Indian Airlines con 178 pasajeros a bordo fue secuestrado durante ocho días.
Ese viernes de Navidad un grupo de secuestradores de origen musulmán tomó el control del vuelo IC 814 luego de que saliera por la tarde de Katmandú, Nepal, con destino a Nueva Delhi, India.
A Devi Sharan, capitán del avión, le dijeron que volara a Pakistán, luego a Dubai y finalmente a Kandahar, Afganistán.
Esa es la sinopsis de la miniserie de Netflix “IC 814: Secuestro rumbo a Kandahar”. La producción de 6 episodios, dirigida por el productor y guionista indio Anubhav Sinha, se estrenó en la plataforma de streaming el 29 de agosto.
Pero también es, en resumen, lo que sucedió en la vida real.
El testimonio del piloto del avión
Cuando un hombre con pasamontañas entró en la cabina del Airbus A300 que piloteaba, el capitán Sharan pensó que era una broma, dijo en declaraciones publicadas por CNN el 2 de enero de 2000.
Luego vio que tenía una pistola: “Vi el revólver. Era un revólver de verdad”.
Se trataba en total de cinco secuestradores. En un primer momento exigieron la liberación de 36 militantes islámicos encarcelados en la India, pero el país se negó a negociar.
Sharan dijo que, para tomar el control del avión, los secuestradores utilizaron cuchillos y amenazaron a tres pasajeros. Mataron a uno de ellos, de nacionalidad india. “Le ataron las manos (…) a su asiento y le cortaron la garganta (…) le cortaron la vena yugular”, dijo el piloto.
Con el paso de los días, los funcionarios de la India se enteraron de que los secuestradores tenían más armas y granadas de lo que pensaban. Frente al temor de que pudieran hacer estallar el avión, comenzaron a negociar.
El piloto contó que los secuestradores amenazaron con matar a los pasajeros uno por uno cuando las negociaciones no prosperaban.
Fue un largo proceso de negociaciones entre el entonces primer ministro de la India, Atal Bihari Vajpayee, en el que también intervinieron las autoridades talibanas que en ese momento gobernaban en Afganistán, consignó EFE.
La India finalmente llegó a un acuerdo para liberar a los pasajeros y la tripulación a cambio de dejar en libertad a tres militantes islámicos.
Pero sin dudas, el secuestro —que duró una semana y dejó un muerto y 17 personas heridas— es una historia para contar.
Cronología de un secuestro que duró una semana
La primera orden que recibió Sharan por parte de los secuestradores fue que el avión se dirigiera a Pakistán, donde se les negó el permiso para aterrizar.
Aterrizaron en Amritsar, en la India, y despegaron de nuevo poco tiempo después, con un nivel de combustible muy bajo.
“Morí muchas veces, morí muchas veces, al menos cuando despegué de Amritsar”, dijo Sharan. Según contó, los secuestradores dijeron: “No moriremos en territorio indio. Moriremos en territorio paquistaní. Tú lo llevarás a Lahore”.
Pero el aeropuerto de Lahore estaba cerrado y las luces de la pista, apagadas. El combustible del avión se agotaba. El piloto dijo que a los secuestradores no parecía importarles si estrellaba el avión en un intento de aterrizaje forzoso.
“Llegué a Lahore, todo estaba cerrado”, recordó Sharan. “La pista del aeropuerto estaba cerrada. No tenía otra opción. No tenía combustible para volver a Amritsar. Solo tenía una opción: estrellar el avión”.
El piloto dijo que logró demorar la situación hasta que los funcionarios del aeropuerto paquistaní se enteraron de que “teníamos que estrellar este avión”. Allí le habilitaron el aterrizaje en la pista, cuando le quedaba apenas “aproximadamente un minuto y medio de combustible”.
Tras recargar combustible, el avión partió a los Emiratos Árabes Unidos. Allí los secuestradores liberaron a 26 pasajeros y el cuerpo del pasajero que murió a bordo del vuelo.
Las condiciones en el avión se deterioraron drásticamente a medida que pasaban los días. La gente estaba enferma, los baños estaban atascados y el aire estaba viciado. A un pasajero diabético que necesitaba tratamiento médico le permitieron abandonar el avión.
Finalmente, el avión voló a Kandahar, Afganistán. En suelo afgano, los cinco secuestradores exigieron a la India la liberación de tres militantes islámicos encarcelados.
Uno de ellos, Maulana Masood Azhar, estaba detenido por las autoridades indias en relación con actividades en Cachemira. La India afirmaba que era un miembro destacado de un grupo que Estados Unidos considera una organización terrorista, informó CNN.
“Era un conocido miembro integrante de Harkat-ul-Mujahedeen, que, como usted sabrá, forma parte de Al Qaeda”, dijo Sharan.
Una vez que la India liberó a Azhar y a los otros dos prisioneros exigidos por los secuestradores, casi inmediatamente los 155 pasajeros y miembros de la tripulación del avión fueron liberados.
Los secuestradores y los tres militantes liberados se dirigieron luego a la ciudad de Quetta, en el suroeste de Pakistán, después de salir de la ciudad de Kandahar, en el sur de Afganistán, dijo el entonces ministro de Asuntos Exteriores de la India, Jaswant Singh.
Salieron en vehículos del aeropuerto de Kandahar, y los funcionarios afganos les dieron 10 horas para abandonar el país, según dijo Singh en ese momento.
Dos años después, los investigadores indios y Sharan afirmaron que las técnicas utilizadas por los secuestradores de Indian Airlines tenían ciertas similitudes con las técnicas aparentemente utilizadas en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.
“Allí también estrellaron el avión. En nuestro caso, también estaban dispuestos a morir y estrellar el avión en cualquier momento”, dijo Sharan.
“Las exigencias que hicieron y las personas cuya liberación exigieron (…) estaban definitivamente vinculadas con Al Qaeda, (y) me gustaría pensar que incluso los secuestradores estaban vinculados con esta organización terrorista”, dijo por su parte la entonces portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de India, Nirupama Rao.