La policía federal alemana controla los coches que llegan a la frontera germano-polaca el 10 de septiembre.

(CNN) – Alemania ha iniciado nuevos controles en todas sus fronteras terrestres en el marco de su lucha contra la inmigración, restringiendo así un amplio espacio de libre circulación conocido como el Espacio Schengen y desatando la ira de sus vecinos europeos.

A partir del lunes, además de los controles fronterizos existentes con Austria, Suiza, República Checa y Polonia, Alemania también tiene controles fronterizos internos con Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Bélgica y Dinamarca.

Berlín tendrá potestad para rechazar personas en todas las fronteras terrestres, según un comunicado del Ministerio del Interior. Las nuevas normas tendrán una duración inicial de seis meses.

La medida pone de manifiesto el cambio que ha experimentado Alemania en los últimos años en el candente tema de la inmigración.

El Gobierno de Angela Merkel acogió a más de un millón de inmigrantes durante la crisis migratoria de 2015-2016, pero ahora el país sigue los pasos de otros europeos y endurece las normas ante la creciente oposición de extrema derecha a la inmigración.

Esto se produce después de que Alemania cerrara el viernes un acuerdo de migración controlada con Kenya, por el cual Berlín abrirá sus puertas a trabajadores kenianos cualificados y semicualificados.

Al anunciar los cambios, la ministra del Interior, Nancy Faeser, declaró que Alemania estaba “reforzando la seguridad interior con medidas concretas” y manteniendo su “firme postura contra la inmigración irregular”.

Un policía alemán sostiene un cartel de "Alto, policía" mientras vigila los coches que llegan a la frontera germano-polaca.

La ministra señaló que el objetivo de la medida era proteger a los ciudadanos alemanes de los peligros que plantea el terrorismo islamista y la delincuencia transfronteriza grave.

La medida ha puesto a prueba la unidad del bloque europeo y ha suscitado las críticas de los vecinos de Alemania.

Alemania forma parte del espacio sin fronteras de Schengen. Según las normas de la Unión Europea (UE), los Estados miembros pueden reintroducir temporalmente el control fronterizo en las fronteras interiores en caso de amenaza grave para el orden público o la seguridad interior. Sin embargo, esto debe aplicarse como último recurso.

El primer ministro polaco, Donald Tusk, declaró que la introducción de controles más estrictos en las fronteras terrestres era inaceptable para Polonia y añadió que Varsovia solicitaría conversaciones urgentes con todos los países afectados. Tanto Grecia como Austria han advertido que no aceptarán a los inmigrantes rechazados por Alemania.

Más cerca, el Consejo de Migración alemán advirtió que el plan corre el riesgo de violar la legislación de la UE.

“El actual objetivo político de devolver [a los migrantes] que buscan protección en las fronteras alemanas representa una forma peligrosa de populismo en el debate sobre política migratoria”, se afirma en un comunicado, en el que se pide un “debate basado en pruebas sobre la política migratoria en Europa”.

El Gobierno alemán, dirigido por el canciller Olaf Scholz, se ha visto impulsado a actuar para atajar la inmigración descontrolada tras recibir críticas por no hacer lo suficiente para abordar el problema.

El planteamiento del país respecto a la inmigración se ha endurecido en los últimos años, ante el aumento de llegadas —sobre todo de Medio Oriente y Ucrania— y los atentados terroristas motivados por el terrorismo islámico.

El Gobierno de coalición trata de contrarrestar el auge de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), conocida por su programa explícitamente antinmigración y antislam.

El nuevo paquete de medidas de seguridad llegó tras un atentado mortal en la ciudad occidental de Solingen, en el que tres personas murieron apuñaladas el 23 de agosto.

El sospechoso fue identificado como un sirio, de 26 años, presuntamente vinculado a ISIS, que ya había sido expulsado.