(CNN) – Es una de las mayores operaciones de seguridad de Estados Unidos: proteger a miles de líderes mundiales y sus séquitos en la reunión anual de alto nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York.
Mientras los diplomáticos se reunían para discursos y conversaciones informales esta semana, CNN y un grupo selecto de medios obtuvieron acceso a dos salas de seguridad de alto nivel en las instalaciones de la ONU, maniobrando por una larga serie de pasillos anodinos en el corazón de la sede modernista de la organización.
Lo más impresionante es ver una enorme pared de monitores en ambas. Estaba claro que hay cámaras por todas partes, algunas bien escondidas, repartidas por todo el recinto de la ONU apuntando a las puertas, el garaje, los pasillos de la ONU y los accesos. Hay 1400 cámaras en total, según funcionarios de la ONU.
Las tomas altas de las cámaras que vigilan las esquinas cercanas fuera de la ONU están siempre encendidas. Los responsables de seguridad de la ONU afirman que es imposible controlar las 1400 cámaras al mismo tiempo, pero que hay personal vigilando la escena.
Si un visitante -o un personaje más nefasto- tiene problemas al utilizar su credencial para entrar en el complejo, sonará una alarma en las salas de control de seguridad, con una voz automatizada advirtiendo de que la persona ha sido “¡Rechazada! ¡Rechazada! ¡Rechazada!”.
Recuérdame que me arregle la corbata cuando pasee por el recinto de la ONU.
Es un trabajo de equipo entre la ONU, el Departamento de Policía de Nueva York, el Servicio Secreto y la seguridad diplomática. Tienen que vigilar a mucha gente: este año se contaron más de 22000 delegados entre los asistentes a la AGNU.
Como se trata de un acontecimiento anual, la seguridad mantiene un archivo. La seguridad de la ONU dice que aprenden un poco cada año.
“Toco madera; nunca hemos tenido aquí un incidente de seguridad relacionado con jefes de Estado. Hemos hecho todo lo posible”, declaró la Embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, en vísperas de la reunión mundial de este año.
La Policía y la seguridad diplomática de Nueva York se encargan de llevar a toda prisa a las comitivas largas y cortas desde los hoteles de Manhattan hasta la ONU y viceversa. Y sí, eso significa atascos de tráfico. Este año, más que nunca, los líderes mundiales se han repartido por toda la ciudad, desde llamar a la puerta de la Bolsa de Nueva York hasta reunirse con sus electores que viven en Estados Unidos.
Aunque las Naciones Unidas sean cada vez más el blanco de las críticas y el foro en el que se intercambian “venenosas” púas entre embajadores, la gestión de la atención no deseada y de las amenazas a la seguridad siempre ha formado parte del trabajo de su personal.
El año pasado, en el Día de Año Nuevo, una mujer que estaba teniendo un ‘episodio psiquiátrico’ condujo su vehículo hasta la entrada principal para coches de la ONU y se negó a irse. En 2002, un trabajador postal saltó la valla perimetral, lanzó folletos al aire y disparó al imponente edificio de la Secretaría, alcanzando varios pisos. (La valla ahora ha sido construida más alta).
Los responsables de seguridad de la ONU afirman que su prioridad es proporcionar un entorno seguro. De momento, todo va bien.