Nueva York(CNN) – Hace una semana, pocos fuera del movimiento obrero o de la industria naviera conocían a Harold Daggett, el pintoresco y duro jefe del sindicato que ahora está en huelga en los puertos de las costas este y del Golfo.
Desde luego, ya no es así.
Daggett es el presidente de la Asociación Internacional de Estibadores (ILA, por sus siglas en inglés), que tiene casi 50.000 miembros sindicales en huelga en tres docenas de instalaciones portuarias diferentes. La huelga ha paralizado el movimiento de la mayor parte de la carga en contenedores que entra y sale de Estados Unidos desde el martes por la mañana.
Es la primera huelga del sindicato en 47 años, pero Daggett participó en la anterior como trabajador portuario de base. Se había afiliado al sindicato una década antes, en 1967, tras servir en la Marina en Vietnam.
Hoy, Daggett tiene 78 años, seis nietos y dos bisnietos. Luciendo cadenas de oro y un anillo de diamantes, suelta palabrotas prácticamente cada dos frases mientras amenaza con paralizar la economía mundial.
“¿Quiénes son los codiciosos aquí? A estas empresas de Europa les importamos una m****a”, dijo a los miembros de la huelga tras el inicio de la misma a primera hora del martes, refiriéndose a las navieras extranjeras contrarias.
“Vamos a demostrarles que tenemos que importarles una p*** m****a, ¡porque nada se va a mover sin nosotros!”, dijo entre vítores. “Vamos a ganar esta p*** cosa. Créanme. No podrán sobrevivir mucho tiempo. Vamos a tener lo que nos merecemos”.
Unas horas más tarde, llegó de vuelta al Puerto de Nueva York y Nueva Jersey en Elizabeth, Nueva Jersey, justo después del amanecer, flanqueado por su hijo, el vicepresidente ejecutivo del ILA, Dennis Daggett, así como por otros dirigentes del ILA.
Un mar de cientos de miembros del sindicato se separó entre vítores cuando se dirigió a la cima de una pequeña loma cubierta de hierba, con contenedores de transporte parados como telón de fondo. Se dirigió a los miembros utilizando un megáfono y un lenguaje muy colorido.
“Si tenemos que estar aquí fuera un mes o dos meses, este mundo se derrumbará”, dijo Daggett.
Atención no deseada
Pero la creciente atención sobre Daggett y la huelga ha traído consigo acoso y amenazas de muerte, según una declaración del sindicato.
Daggett gana unos US$ 902.000 por sus cargos en el ILA y uno de sus locales, mucho más que muchos de sus homólogos. Su hijo gana US$ 703.000 por el ILA y el mismo local. En el sindicato United Auto Workers, con más del cuádruple de afiliados, el presidente de la UAW, Shawn Fain, recibió algo menos de US$ 200.000 por sus ocho meses en el puesto el año pasado.
Daggett también tiene otros honores de los que no disfrutan la mayoría de los jefes sindicales. Por ejemplo, el sindicato y varios sindicatos locales le erigieron una estatua en el exterior de su sede en 2022.
El ILA atribuye las críticas contra él a los intentos de que el sindicato ceda en sus demandas, y añade que Daggett “está asqueado por estos intentos de atacar sus logros profesionales como dirigente sindical y destruir la vida que ha construido para él y su familia”.
No obstante, ha habido acusaciones de delitos, entre ellos cargos federales por asociación delictiva contra él y otros dirigentes sindicales en 2005, en los que se acusaba a Daggett y a asociados de la mafia de enriquecerse desviando fondos sindicales. Pero algunos de esos cargos fueron desestimados posteriormente. Daggett fue absuelto de los demás cargos. Ha negado cualquier acusación de vínculos con la mafia.
Relaciones políticas
Daggett tiene vínculos con su compatriota de Queens, el expresidente Donald Trump, con quien ha dicho tener “una larga relación que se remonta a décadas en la ciudad de Nueva York”, según una publicación de julio en el que pedía a los miembros del ILA que rezaran por el expresidente tras un intento de magnicidio.
En dicho mensaje, Daggett también incluía una foto suya estrechando la mano de Trump. Esa foto era de una reunión en Mar-a-Lago el pasado noviembre, en lo que Daggett describió como una “reunión maravillosa y productiva de 90 minutos”. Dijo que hablaron sobre la preocupación de que el aumento de la automatización en los puertos pudiera costar puestos de trabajo al sindicato, una demanda clave de la huelga actual.
El sindicato no ha respaldado a Trump. Tampoco ha seguido el ejemplo de muchos otros sindicatos al respaldar a la candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, o, a principios de la campaña, al presidente Joe Biden. Sin embargo, el ILA sí respaldó a Biden frente a Trump hace cuatro años, y Daggett destacó entonces la “amistad y el apoyo de Biden al ILA (que) se remonta a décadas”.
El martes por la mañana, Daggett también alabó los esfuerzos de la secretaria de Trabajo en funciones, Julie Su, por intentar llegar a un acuerdo antes de la huelga, a pesar de que el sindicato había dicho que no quería que mediadores federales participaran en las negociaciones. Además, el Comité de Acción Política del sindicato ha donado US$ 115.000 a los demócratas en este ciclo electoral, frente a US$ 5.000 a los republicanos, según datos de OpenSecrets, que realiza un seguimiento de las donaciones.
¿Por qué se desató la huelga ahora?
El momento elegido para la huelga lo marca el anterior contrato de seis años, que expiró el lunes por la noche, y no las elecciones presidenciales estadounidenses.
El sindicato vio en el reciente periodo de rentabilidad récord del sector naval su oportunidad de conseguir aumentos salariales espectaculares.
Los beneficios del sector superaron los US$ 400.000 millones entre 2020 y 2023, ya que las tasas de transporte se dispararon durante y después de la pandemia, según el analista John McCown. Se cree que es más de lo que el sector ganó en toda la historia del transporte marítimo en contenedores anterior a esa fecha.
El sindicato podría haber retrasado la huelga hasta después de las elecciones, trabajando en el marco de una prórroga, pero el ILA habría perdido poder de negociación al retrasar cualquier acción laboral más cerca del final de la temporada de transporte marítimo previa a las festividades de fin de año. Hacer huelga ahora tenía sentido para el sindicato, sin importar el impacto político.
El sindicato pretende un aumento salarial de US$ 5 por hora en cada uno de los seis años del contrato que se está negociando, lo que elevaría el salario máximo por hora un 77% durante la vigencia del contrato.
Cuando la empresa volvió en vísperas de la huelga con una oferta de US$ 3 la hora, que habría aumentado el salario casi un 50%, Daggett dijo que respondió: “Que se j***n”.