(CNN) – Casi tres años después de que la invasión rusa de Ucrania generara la condena de Moscú por parte de países de todo el mundo, el líder Vladimir Putin organiza una cumbre con más de una decena de líderes mundiales, en una clara señal del autócrata de que, lejos de estar solo, cuenta con el respaldo de una coalición emergente de países.
La cumbre de los BRICS, de tres días de duración, que comienza este martes en la ciudad de Kazan, en el suroeste de Rusia, es la primera reunión del grupo de las principales economías emergentes (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) desde que se amplió a principios de este año para incluir a Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.
Se espera que asistan los líderes de estos países, como el chino Xi Jinping, el indio Narendra Modi, el iraní Masoud Pezeshkian, el sudafricano Cyril Ramaphosa, así como líderes de países que no están dentro del grupo, como el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Se esperaba la presencia del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, pero canceló su viaje tras sufrir una lesión en casa.
La reunión de los BRICS y otros países esta semana, que será el mayor encuentro internacional organizado por el presidente de Rusia desde el inicio de la guerra en febrero de 2022, pone de relieve una creciente convergencia de naciones que esperan ver un cambio en el equilibrio de poder mundial y –en el caso de algunas, como Moscú, Beijing y Teherán– contrarrestar directamente al Occidente liderado por Estados Unidos.
Es este último mensaje el que Putin –y su estrecho socio y líder del país más poderoso de los BRICS, Xi– proyectarán en los próximos días: es Occidente el que permanece aislado en el mundo con sus sanciones y alianzas, mientras que una “mayoría global” de países apoya su apuesta por desafiar el liderazgo mundial estadounidense.
En declaraciones a los periodistas el viernes, Putin saludó el creciente peso económico y político de los países BRICS como un “hecho innegable” y dijo que si los BRICS y los países interesados trabajan juntos, “serán un elemento sustancial del nuevo orden mundial”; aunque negó que el grupo fuera una “alianza antioccidental”.
El mensaje de Putin de esta semana cobra especial relevancia ya que la reunión se celebra pocos días antes de las elecciones presidenciales estadounidenses, en las que una posible victoria del expresidente Donald Trump podría hacer que Estados Unidos cambiara su firme apoyo a Ucrania y que se tensen aún más los lazos de Washington con sus aliados tradicionales.
“Esta cumbre de los BRICS es realmente un regalo (para Putin)”, dijo Alex Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia en Berlín. “El mensaje será: cómo se puede hablar del aislamiento global de Rusia cuando (todos estos) líderes… vienen a Kazan”.
Rusia quiere presentar al BRICS “como la punta de lanza, la nueva organización que nos conduce a todos como comunidad global hacia un orden más justo”, dijo Gabuev.
Pero a pesar de la retórica arrolladora de Rusia, los líderes reunidos en Kazan tienen una amplia gama de puntos de vista e intereses, una realidad de los BRICS que, según los observadores, limita su capacidad de enviar un mensaje unificado, especialmente del tipo que Putin podría desear.
Crisis mundiales
La reunión organizada por Rusia supone un marcado contraste con la cumbre de los BRICS celebrada el año pasado en Johannesburgo, en la que Putin participó desde el otro lado de una pantalla de video, al no poder asistir en persona debido a una orden de detención de la Corte Penal Internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania.
Este año, el presidente de Rusia está al frente de la primera cumbre desde que la organización casi duplicó su tamaño, y la reunión se desarrolla ante un panorama mundial muy diferente.
Aunque el BRICS está orientado principalmente a la colaboración económica, su reunión del año pasado se celebró a la sombra de la guerra de Ucrania. Ahora, incluso mientras esa guerra continúa, es probable que el creciente conflicto en Medio Oriente, en el que Israel lucha contra grupos militantes apoyados por Irán, también domine las conversaciones de los líderes.
La semana pasada, Putin confirmó que el líder palestino Mahmoud Abbas participaría en el evento. Según los observadores, es probable que el líder ruso y sus funcionarios utilicen el conflicto –y el enfado de todo el Sur Global hacia Estados Unidos y su apoyo a Israel– para insistir en su argumento a favor de un nuevo orden mundial sin Estados Unidos al timón.
China y Rusia pidieron un alto el fuego en la espiral del conflicto y criticaron las acciones de Israel, mientras que Estados Unidos respaldó el derecho de Israel a tomar represalias contra los grupos militantes Hamas en Gaza y Hezbollah en Líbano.
Muchos de los asistentes a la cumbre ven el conflicto de Medio Oriente “como un excelente ejemplo de por qué esta agrupación concreta de países debería tener más influencia”, afirmó Jonathan Fulton, investigador no residente del Atlantic Council, con sede en Abu Dhabi. Sin embargo, dijo, los países “lo están utilizando sobre todo como un punto retórico para criticar cosas que no les gustan”, en lugar de mostrar interés en liderar su resolución.
Los observadores también estarán atentos a si China y Brasil utilizan la reunión como plataforma para presentar su propuesta de paz conjunta de seis puntos sobre la guerra en Ucrania, como hicieron en la reunión de la Asamblea General de las Naciones Unidas del mes pasado. Entonces, el líder ucraniano Volodymyr Zelensky criticó la iniciativa, afirmando que tales planes ayudarían a Moscú, al tiempo que advertía a Beijing y Brasilia: “No aumentarán su poder a costa de Ucrania”.
“Los propios desafíos de Zelensky al presentar su ‘plan de victoria’ para poner fin a la guerra y las inminentes elecciones en EE.UU. significan que China ahora tiene ‘una tremenda oportunidad para promocionar su propio formato (sobre Ucrania) sin escatimar demasiado en influencia’”, según Gabuev en Berlín.
La reunión de Kazan también brinda a Putin la oportunidad de reunirse cara a cara con sus colegas líderes de los BRICS y otros dignatarios amistosos presentes.
La reciente inclusión en el BRICS de Irán –que, según CNN, ha proporcionado a Rusia cientos de aviones no tripulados y misiles balísticos de corto alcance (una transferencia que Irán niega)– acerca aún más a Moscú a un estrecho socio de Rusia. Estados Unidos y sus aliados también acusaron a China de impulsar el esfuerzo bélico de Rusia mediante el suministro de bienes de doble uso, como herramientas de maquinaria y microelectrónica, un papel que Beijing también niega al defender su “comercio normal” con Rusia y su “neutralidad” en la guerra.
Crisis de identidad
Se espera que en los próximos días los líderes discutan cómo avanzar en los esfuerzos en curso para liquidar pagos fuera del sistema denominado en dólares estadounidenses utilizando las divisas y redes bancarias de los BRICS, un sistema que podría tener beneficios económicos, pero que también ayuda a países miembros como Rusia a eludir las sanciones occidentales. También es probable que los países busquen formas de impulsar la cooperación económica, tecnológica y financiera en toda una serie de ámbitos, desde la energía hasta el intercambio de datos por satélite.
Al mismo tiempo, sin embargo, tendrán que lidiar con las divisiones y las distintas agendas de los países del grupo, que, según los observadores, limitan los logros de los BRICS.
Esto no es nada nuevo para el grupo, que celebró su primera cumbre de Brasil, Rusia, India y China en 2009 como una convergencia de los principales mercados emergentes antes de ampliarse al año siguiente para incluir a Sudáfrica. En 2015, los BRICS lanzaron su Nuevo Banco de Desarrollo, considerado una alternativa o un complemento al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Unidos por un interés común en reformar el sistema internacional para garantizar que sus voces estuvieran mejor representadas, los BRICS incorporaron desde el principio a países con profundas diferencias en sus sistemas políticos y económicos, además de otras fricciones.
India y China, por ejemplo, mantienen desde hace tiempo un conflicto fronterizo, pero constituyen dos pilares fundamentales del club. Sus divisiones se acentuaron aún más en los últimos años, a medida que las relaciones entre China y Estados Unidos se han vuelto más tensas, mientras que India y Estados Unidos se han asociado más estrechamente.
En la actualidad, a pesar de que el BRICS ha vuelto a ampliarse –y el Kremlin afirma que más de 30 países más están interesados en unirse a él o cooperar con él–, la profundización de las fisuras geopolíticas complica aún más la identidad y la dirección del BRICS, afirman los observadores.
“(China y Rusia) han intentado esencialmente desplazar al grupo del sentido de que (los BRICS) son economías emergentes a ser potencialmente una especie de expresión de angustia con respecto al dominio occidental”, dijo Manoj Kewalramani, que dirige los estudios Indo-Pacíficos en el centro de investigación Takshashila Institution en la ciudad india de Bangalore.
Y es posible que los miembros nuevos o aspirantes no quieran elegir entre esta visión u Occidente. En su lugar, buscan hacer crecer sus economías y “comprometerse de forma no ideológica y pragmática”, afirmó.