Jerusalén (CNN) – Cuando las fuerzas israelíes mataron al dirigente de Hamas Yahya Sinwar en Gaza la semana pasada, muchos dentro y fuera de Israel esperaban que pudiera ser el momento en que el primer ministro Benjamin Netanyahu declarara una victoria y redujera la operación en Gaza con la esperanza de conseguir un alto el fuego y un acuerdo de liberación de rehenes.
Una semana después de la muerte de Sinwar, está cada vez más claro que se equivocaron.
Netanyahu, que cumplió 75 años el lunes, es el primer ministro israelí que más tiempo ha servido en el cargo y ha dirigido a su país durante la guerra más larga de su historia.
Los aliados internacionales de Israel, así como muchos dentro del país, presionan a Netanyahu para que ponga fin a esa guerra ahora, señalando que la matanza de Sinwar se produjo tras otros éxitos militares, entre los que destaca la muerte del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah.
Pero, en lugar de ello, Netanyahu ha prometido seguir luchando, dejando al mundo adivinando cuál podría ser su objetivo final.
Ha insinuado que sus ambiciones podrían ir mucho más allá de aplastar a Hamas y Hezbollah, las dos amenazas más inmediatas a las que se enfrenta Israel. Dijo que el asesinato de Nasrallah era “un paso necesario” para cambiar “el equilibrio de poder en la región en los años venideros”, lo que hace temer que esté dispuesto a sumir a Israel en una confrontación directa con Irán.
Israel e Irán están peligrosamente cerca de otra gran escalada después de que Irán lanzara un ataque masivo con misiles balísticos contra Israel el 1 de octubre.
Netanyahu prometió inmediatamente represalias, pero tres semanas después, el mundo sigue esperando a ver qué hará Israel a continuación. Estados Unidos y otros aliados han instado a Netanyahu a que actúe con moderación y evite atacar los activos nucleares y petrolíferos de Irán, pero no está claro si lo han conseguido.
Netanyahu ha declarado públicamente que quiere que sus fuerzas eliminen a los grupos respaldados por Irán que suponen la amenaza más inmediata para Israel: Hamas en Gaza y Hezbollah en el sur del Líbano. Pero cada vez es más evidente que eso podría ser imposible de conseguir.
La situación actual en el norte de Gaza ilustra por qué. Las fuerzas armadas israelíes ya se han retirado de la zona en dos ocasiones tras afirmar, ambas veces, que habían aplastado a Hamas allí. Sin embargo, a principios de este mes, las FDI volvieron a entrar tras ver lo que, según ellas, eran indicios de que Hamas estaba resurgiendo en la zona.
El norte de Gaza es ahora, una vez más, uno de los epicentros de la guerra, y las FDI están causando un inmenso sufrimiento a la población que había regresado a lo que quedaba de sus hogares tras la última retirada israelí.
Del mismo modo, semanas después de la operación de Israel en el Líbano, Hezbollah sigue atacando. Un dron disparado el fin de semana se coló entre las defensas aéreas israelíes y alcanzó la casa de playa de Netanyahu, a unos 80 km de la frontera libanesa. El lunes, un avión no tripulado lanzado desde el Líbano consiguió burlar las defensas aéreas israelíes y alcanzó la casa de Netanyahu en la playa de la ciudad costera de Cesarea, a unos 80 kilómetros de la frontera con el Líbano.
La reticencia de Netanyahu a llegar a un acuerdo de alto el fuego, incluso ahora después de conseguir varias victorias militares, ha enfurecido a muchos en Israel. Han vuelto las protestas masivas semanales contra él y su gobierno, exigiendo un acuerdo con Hamas que garantice la liberación de los 101 rehenes que siguen retenidos en Gaza.
Aviv Bushinsky, ex asesor y portavoz de Netanyahu que ahora es analista político, afirmó que el destino de los rehenes, de los que se cree que decenas siguen vivos, es crucial para el futuro legado de Netanyahu.
“Si Netanyahu no consigue liberar a más rehenes, ni por medios militares ni por medios diplomáticos, (la gente) dirá que ha fracasado, y siempre recordarán lo que en julio llamaron ‘la propuesta de Netanyahu’, a la cual Netanyahu, en el último minuto, supuestamente añadió (unas) pocas condiciones más a un acuerdo de alto el fuego que, en la práctica, puso fin al acuerdo”, declaró.
Bushinsky dijo a CNN que si la guerra termina sin que se liberen o rescaten más rehenes o cadáveres, es posible que algunas personas empiecen a cuestionar la decisión de matar a Sinwar, algo que fue acogido con satisfacción casi universal en todo Israel la semana pasada.
“Y éste es mi mayor temor, que la gente diga: ‘oh, ves, cometimos un error al eliminar al único individuo con el que podías negociar… quién sabe lo que habría pasado, pero al menos tenías algún tipo de puerta a la que llamar’”, añadió.
Sin incentivos para poner fin a la guerra
Netanyahu está jugando un juego complicado, intentando equilibrar las exigencias contradictorias de los muchos aliados que no puede permitirse perder.
Su gobierno cuenta con el apoyo de figuras de la ultraderecha, como el ministro de Seguridad, Itamar Ben-Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que no ocultan que quieren que Israel siga ocupando Gaza e incluso sugieren construir asentamientos judíos allí.
Las cifras de aprobación de Netanyahu han mejorado en el último año, pero no lo suficiente como para que pueda convocar nuevas elecciones y ganarlas. Por tanto, está estancado.
“Poner fin a la guerra de Gaza y en el Líbano no es una opción para sus socios políticos en la coalición. Quieren llegar hasta el final, por lo que no puede terminar la guerra con la coalición actual”, afirmó Gayil Talshir, politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
“El Netanyahu habitual que hemos visto en los últimos 15 años probablemente habría apostado por un gobierno de unidad nacional y un gran acuerdo (de alto el fuego) con el apoyo de Estados Unidos. Pero ésta no es la situación política en la que nos encontramos, así que políticamente, con esta coalición, no tiene ningún incentivo para poner fin a la guerra”, añadió.
Talshir explicó que un gobierno de unidad nacional más amplio no es una opción para Netanyahu, ya que probablemente implicaría una investigación pública, encabezada por un juez, sobre los fallos que condujeron a los atentados del 7 de octubre.
Además, Netanyahu sigue en juicio por varios cargos de fraude, abuso de confianza y soborno. Está previsto que empiece a declarar en diciembre: es el primer primer ministro de Israel en ejercicio que comparece ante el tribunal como acusado.
Antes de los atentados terroristas del 7 de octubre, Netanyahu y su gobierno intentaron aprobar una controvertida reforma judicial que daría al gobierno mucho más poder sobre los tribunales, lo que podría permitir a Netanyahu influir en su propio juicio. Un gobierno de unidad nacional no lo permitiría, dijo Talshir.
El legado de Netanyahu
Al mismo tiempo, Netanyahu debe tener en cuenta las exigencias de Estados Unidos. El gobierno de Biden ha dejado muy claro que quiere que Israel trabaje para lograr un acuerdo que ponga fin a la guerra.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, visitó Israel el martes, instando a Netanyahu y a su gobierno a hacer más para enfriar las tensiones.
Pero Netanyahu parece haberse vuelto cada vez más inmune a las presiones de Estados Unidos: el viaje de Blinken de esta semana es su undécima visita al Medio Oriente en un año y, sin embargo, al igual que los anteriores, parece haber conseguido poco.
Las tensiones entre Netanyahu y el presidente estadounidense Joe Biden están bien documentadas, pero es probable que empeoren mucho en un futuro próximo.
Con las elecciones estadounidensesa unos días, Biden tiene que calibrar cuidadosamente su acercamiento a Israel para no perjudicar las posibilidades de victoria de la vicepresidenta Kamala Harris. Tiene que ser visto como alguien que adopta una postura dura ante la terrible situación humanitaria de Gaza para evitar que los árabe-estadounidenses y los progresistas abandonen su partido por la guerra que Israel está librando allí. Pero también debe seguir apoyando a Israel para no enfadar a los votantes moderados y judíos, que esperan que Estados Unidos apoye incondicionalmente al Estado judío.
“Las elecciones estadounidenses desempeñan un papel dramático en cómo percibe Netanyahu lo que va a ocurrir”, dijo Talshir a CNN. “Tiene una ventana de oportunidad porque hay muy pocas posibilidades de que Biden pueda frenar a Netanyahu ahora. Pero después del 5 de noviembre, las cosas van a cambiar”, añadió.
Dijo que, independientemente de quién gane, el gobierno de Biden puede ejercer mucha más presión sobre Israel para que ponga fin a la guerra en los dos meses que median entre las elecciones y la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos.
Biden ya ha insinuado que podría aumentar la presión, advirtiendo a Israel de que Estados Unidos podría dejar de suministrar armas a Israel si no mejora la situación humanitaria en Gaza.
“Netanyahu sabe que después no hay una imagen más amplia de la victoria, porque tanto Sinwar como Nasrallah están muertos. Así que la cuestión es si lo que quiere es esperar a que (el expresidente Donald) Trump (sea reelegido) y conseguir algún tipo de gran alianza de defensa entre Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel, que sería, desde su punto de vista, probablemente más probable con Trump”, dijo Talshir, quien añadió que alcanzar un acuerdo de este tipo daría a Netanyahu un enorme impulso político en su país.
“Es el jefe de Estado de Israel en el momento más devastador desde la creación del Estado, de modo que cuanto más se aleje del 7 de octubre y más victorias militares consiga, más probabilidades tendrá de salir victorioso”, afirmó.
Para Netanyahu, establecer un legado como el primer ministro que salvó a su país es el sueño, dijo Bushinsky, y añadió que si lo consiguiera, podría incluso plantearse dimitir.
“La mayoría de la gente piensa que no lo hará, pero yo he trabajado con él y lo he visto una vez, en 2001, dejando pasar la oportunidad de ser primer ministro. Tal vez haya cambiado, pero creo que si consigue acabar como un gran héroe, alguien que ha hecho algún tipo de acto Churchilliano por el Estado de Israel, se diría a sí mismo, ‘ya es suficiente’”, dijo.
“Y entonces su misión consistiría en llegar a algún tipo de acuerdo con la fiscalía, tal vez le dejarían en libertad y podría ir al extranjero, dar conferencias como el que derrotó al terrorismo… y si no tuviera antecedentes penales, podría formar parte de todo tipo de consejos asesores y ganar mucho dinero, que es lo que él siente que le falta”.