Abu Dhabi y Jerusalén (CNN) – Si su primer mandato en la Casa Blanca puede ofrecer alguna pista, es probable que el presidente electo Donald Trump mantenga el Medio Oriente como una prioridad en su agenda.

Durante sus primeros cuatro años, Trump hizo historia al elegir Arabia Saudita para su primer viaje al extranjero, intentó negociar el “acuerdo del siglo” entre israelíes y palestinos, reforzó la integración regional del Estado judío e intensificó significativamente la presión sobre Irán.

Pero el Medio Oriente ha cambiado significativamente desde que dejó el cargo en 2021, y todos los actores regionales están muy atentos a la manera en que el nuevo presidente navegará por estos cambios.

“Su histórico regreso a la Casa Blanca ofrece un nuevo comienzo para Estados Unidos y un poderoso nuevo compromiso con la gran alianza entre Israel y Estados Unidos. Es una gran victoria”, publicó el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, en X el miércoles.

Los Estados árabes del Golfo también celebraron la victoria del presidente electo. El rey Salman bin Abdulaziz Al Saud y el príncipe heredero Mohammed bin Salman de Arabia Saudita felicitaron a Trump, y Emiratos Árabes Unidos dijo: “los EAU y EE.UU. están unidos por nuestra duradera asociación basada en ambiciones compartidas de progreso”.

Irán restó importancia a la elección, diciendo que no hay “ninguna diferencia significativa” en quién asuma la presidencia en Estados Unidos, informaron los medios estatales. Fatemeh Mohajerani, portavoz del gobierno, fue citada por los medios iraníes diciendo que las “políticas generales de EE.UU. e Irán no han cambiado” tras los comicios del miércoles.

Así es como la elección de Trump podría afectar a los actores clave en el Medio Oriente:

Israel y los palestinos

Es probable que poner fin a las guerras en Gaza y en el Líbano e integrar a Israel en el Medio Oriente ocupen los primeros puestos en la agenda del presidente electo para el Medio Oriente, según los analistas.

“Netanyahu se enfrentará a un presidente mucho más duro de lo que está acostumbrado, en el sentido de que no creo que Trump tolere las guerras de la forma en que se están produciendo”, dijo Mustafa Barghouti, líder de la Iniciativa Nacional Palestina, y añadió que para los palestinos no supondrá una gran diferencia “porque ambas administraciones estaban totalmente sesgadas” hacia Israel.

Trump no quiere esas guerras “sobre su escritorio como un tema candente” el 20 de enero, cuando sea investido, dijo a CNN Alon Pinkas, exdiplomático israelí.

“Él dirá: termínenlo; no necesito esto”, dijo Pinkas, añadiendo que Trump probablemente pedirá al primer ministro de Israel que “anuncie la victoria” y luego llegue a un acuerdo a través de mediadores.

A lo largo de su campaña, Trump no ha especificado cómo abordaría la guerra entre Israel y Hamas en caso de ser reelegido, ni en qué se diferenciarían sus políticas de las de su predecesor Joe Biden. En abril, Trump sí dijo que Israel necesita “terminar lo que empezó” y “acabar rápido”, señalando que estaba “perdiendo la guerra de relaciones públicas” por las imágenes que salían de Gaza.

A Trump, dijo Pinkas, “no podría importarle menos la cuestión palestina”. Durante su primer mandato, no respaldó el apoyo de EE.UU. desde hace tiempo a un Estado palestino independiente, y dijo que le gustaría la solución “que les guste a ambas partes”.

Existe el temor, dijo Barghouti, de que Trump permita a Israel anexionarse partes de la Ribera Occidental ocupada por Israel, lo que supondría “el fin de la solución de los dos Estados”.

Trump llega a una fiesta de observación de la noche electoral en el Centro de Convenciones de Palm Beach, Florida, el miércoles. Crédito: Evan Vucci/AP

Durante su primer mandato, Trump dio varios pasos a favor de Israel. En 2017, reconoció Jerusalén como capital de Israel, dando un vuelco a décadas de política estadounidense y consenso internacional. También reconoció la soberanía de Israel sobre los altos del Golán, que capturó de Siria durante la guerra de 1967.

Pero aunque Trump ha afirmado a menudo ser el presidente más proisraelí de la historia moderna, e incluso ha pregonado su relación estrecha y personal con Netanyahu, los lazos entre ambos líderes no siempre han sido amistosos.

En 2021, cuando ambos estaban fuera del poder, Trump acusó a Netanyahu de traición cuando el líder israelí felicitó a Biden por ganar la presidencia en 2020.

Poco después del ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre del año pasado, Trump criticó a Netanyahu y a los servicios de inteligencia israelíes por no estar preparados, afirmando que el ataque no se habría producido si él hubiera sido presidente.

Boaz Bismuth, miembro del parlamento israelí, la Knesset, del partido Likud de Netanyahu, declaró a CNN que la elección de Trump llegaba en “el momento adecuado”, ya que brindaría la oportunidad de ampliar los Acuerdos de Abraham a medida que las guerras en Gaza y en el Líbano van llegando a su fin.

Los Acuerdos, un conjunto de acuerdos facilitados por el primer Gobierno de Trump que vieron a Israel normalizar sus relaciones con cuatro naciones árabes, dejaron en segundo plano las perspectivas de un Estado palestino independiente, dijo.

“Cuando termine la guerra, será necesario un verdadero reinicio en el Medio Oriente”, y Trump será la persona más indicada para propiciar un “nuevo Medio Oriente”, añadió Bismuth.

Nadav Shtrauchler, un estratega político que ha trabajado estrechamente con Netanyahu, dijo que la elección de Trump envía un mensaje a los enemigos de Israel en Irán.

También es probable que el primer ministro de Israel se envalentone a nivel interno, un día después de que despidiera al ministro de Defensa, Yoav Gallant, tras meses de enfrentamientos sobre política interna y los esfuerzos bélicos de Israel.

“Calculará sus próximos movimientos tal vez de forma diferente a como lo haría si Harris hubiera sido elegida”, dijo Shtrauchler, añadiendo que la imprevisibilidad de Trump podría significar que habrá más presión sobre Israel para poner fin a las guerras en Gaza y en el Líbano, potencialmente para volver a centrar los esfuerzos en enfrentarse a Irán.

Irán

Los próximos cuatro años podrían ser la mayor prueba para la República Islámica desde su fundación en 1979, con Teherán bajo el escrutinio de Trump que muy probablemente llevaría a un retorno de la campaña de “máxima presión” que impuso durante su última presidencia, que aumentó el aislamiento de Irán y paralizó su economía, dicen los expertos.

Trump, que se enorgullece de ser un maestro negociador, no logró contener la influencia de Teherán en el Medio Oriente a pesar de retirarse del acuerdo nuclear de 2015 para frenar el programa nuclear iraní, volver a imponerle sanciones e incluso ordenar el asesinato de Qasem Soleimani, el comandante militar que supervisaba los vínculos con los grupos respaldados por Irán en la región.

Desde que Trump dejó el cargo en 2020, Irán ha acelerado el enriquecimiento de uranio, ha aumentado sus exportaciones de petróleo, ha intensificado su apoyo a grupos extremistas regionales y ha sentado un precedente al atacar directamente a Israel en dos ocasiones.

Pero mientras Israel sigue degradando las capacidades regionales de Teherán golpeando a sus apoderados, Irán se encuentra perdiendo su poder de disuasión a medida que se enfrenta a la agitación económica y al descontento interno generalizado.

“La República Islámica parece tan frágil como formidables son las amenazas que se ciernen sobre ella”, afirmó Ali Vaez, director del Proyecto Irán y asesor principal del International Crisis Group, añadiendo que el Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei, de 86 años, dispone de un ancho de banda limitado para hacer frente a todas las crisis que se suceden al mismo tiempo.

Mientras el Medio Oriente se tambalea al borde de una guerra mayor, con Irán amenazando con responder a un ataque israelí a su territorio este mes, preocupa que la elección de Trump pueda facultar a Netanyahu para atacar las instalaciones nucleares iraníes, algo contra lo que advirtió el Gobierno de Biden.

Una mujer cruza una carretera delante de una valla publicitaria con un mensaje en contra de Israel y Estados Unidos que muestra a un soldado israelí recibiendo suministros militares de Estados Unidos con un titular en farsi que dice "el perro rabioso estadounidense" en el centro de Teherán el miércoles. Crédito: Atta Kenare/AFP/Getty Images

“Existe el escenario de que Trump le diga a Netanyahu que termine el trabajo antes de que él asuma formalmente el poder, eso significa que podríamos ver una fuerte escalada de las tensiones en noviembre y diciembre con Israel tratando de impulsar su ventaja para debilitar a Irán y su Eje de Resistencia (de grupos combatientes) antes de que Trump asuma el poder… entonces Trump llega y se lleva el crédito de ser un pacificador”, dijo Vaez.

Eso podría cambiar si el Gobierno de Biden decide “desconectar” la capacidad de Israel de intensificar las tensiones en sus últimos meses en el cargo, dijo. Estados Unidos ya ha sentado las bases para ello al enviar una carta a Israel el mes pasado advirtiéndole de las repercusiones si Israel no mejora la situación humanitaria en Gaza.

Un factor importante en la relación de Irán con el próximo presidente de EE.UU. será cómo responda Trump a los recientes informes de los servicios de inteligencia estadounidenses que sugieren que Teherán intentó asesinarlo, acusaciones que Irán tachó de “infundadas y malintencionadas”.

Pero debe haber una clara distinción entre Trump y el Gobierno de Trump, dijo Vaez.

“Trump podría sentirse atraído por el encanto de burlar a los iraníes en la mesa de negociaciones porque eso para él sería la prueba definitiva de su maestría en el arte del acuerdo”, dijo, añadiendo que durante su primer mandato, se sintió atraído por la perspectiva de llegar a un acuerdo con Irán.

“¡Irán nunca ha ganado una guerra, pero nunca ha perdido una negociación!”, escribió Trump en un tuit en 2020.

Vaez señaló que una reactivación del enfoque de “máxima presión” de Trump podría ir acompañada de una política de “máximo apoyo” al pueblo iraní, una posible política de cambio de régimen. Esto, argumentó, haría improbable que los dos países volvieran a la mesa de negociaciones.

“No creo que nadie en el equipo de seguridad nacional (de Trump) comparta el objetivo de alcanzar un acuerdo mutuamente beneficioso con el régimen iraní”, añadió.

Arabia Saudita y los países del Golfo

Anticipándose a su posible regreso, los estados árabes del Golfo siguieron dialogando con Trump después de que dejara el cargo. Según los analistas, eso podría resultarles fructífero.

Las relaciones entre Arabia Saudita y Estados Unidos durante el primer mandato de Trump florecieron. Hizo historia al elegir Riad para su primera visita al extranjero como presidente en 2017 y mostró su apoyo al príncipe heredero Mohammed bin Salman durante la crisis en torno al asesinato del columnista del diario The Washington Post Jamal Khashoggi a manos de agentes saudíes en 2018, cuando el heredero saudí se enfrentaba al aislamiento mundial.

“Los Estados del Golfo dan mucha importancia a la capacidad de trabajar con un líder afín y de mantener relaciones a través del contacto interpersonal… Refleja también la forma en que hacen negocios con otros países”, afirmó Hasan Alhasan, investigador principal de política de Medio Oriente en el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Bahréin.

Durante su primer mandato, Arabia Saudita y los EAU estaban inmersos en guerras en Yemen, y los lazos de ambos países con Irán estaban en su peor momento en décadas.

Pero los Estados del Golfo han modificado significativamente su política exterior desde entonces, optando por limitar sus intervenciones militares y tender la mano a antiguos enemigos como Irán, al tiempo que diversifican sus alianzas en un mundo cada vez más multipolar en medio del escepticismo sobre el papel de Estados Unidos en el Medio Oriente.

Trump estrecha la mano del príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, en la Oficina Oval de la Casa Blanca en marzo de 2018. Crédito: Mandel Ngan/AFP/Getty Images

“Con Irán, existe la posibilidad de que Trump vuelva a una postura de máxima presión y, dada la mejora de las relaciones con Irán, (los Estados del Golfo) podrían verse sometidos a una mayor presión por parte de Estados Unidos para que acaten la máxima presión”, dijo Alhasan.

Un reto al que podrían enfrentarse las potencias medias emergentes como Arabia Saudita y los EAU bajo el mandato de Trump será la gestión de su relación más estrecha con China. En los últimos años, los Estados productores de petróleo han ampliado sus lazos comerciales y tecnológicos con China a pesar de la competencia entre Washington y Beijing.

Arabia Saudita y los EAU fueron invitados a unirse al grupo BRICS de naciones en desarrollo, y a Arabia Saudita se le concedió el estatus de socio dialogante en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), un bloque económico y de seguridad asiático liderado por China.

Riad y Abu Dhabi han utilizado tecnología china para infraestructuras clave y, a pesar de las promesas de limitar la influencia de Beijing en sus sectores emergentes de inteligencia artificial, Arabia Saudita y los EAU han recurrido cada vez más a la experiencia china.

“Es una cuestión de si el Gobierno de Trump ejercerá una mayor presión sobre los Estados del Golfo para que se desvinculen de China en ciertas áreas, por no hablar de las guerras arancelarias y comerciales que probablemente se exacerbarán bajo una administración Trump que podría tener un impacto en las exportaciones (del Golfo) también”, dijo Alhasan.

Trump también espera ampliar la integración de Israel en el Medio Oriente, pero puede enfrentarse a un desafío en la negativa de Arabia Saudita a normalizar las relaciones con el Estado judío hasta que vea una vía para la creación de un Estado palestino, a lo que Israel se ha negado.

Qatar, una de las primeras naciones en felicitar a Trump, se ha convertido en indispensable para los esfuerzos estadounidenses por alcanzar un alto el fuego en Gaza debido a sus relaciones con Hamas. Sin embargo, esas relaciones pueden resultar un lastre bajo el mandato de Trump, según Alhasan.

“Probablemente estén bastante preocupados por lo que podría ser un Trump 2.0”, afirmó.

– Dana Karni, Irene Nasser y Eyad Kourdi de CNN contribuyeron a este reportaje.