(CNN) – Cada una de las elecciones más provocadoras de Donald Trump para su Gabinete ha sido un calculado puñetazo en la boca a expertos, élites y burócratas de las agencias gubernamentales de Washington.
Pero su decisión de dejar que Robert F. Kennedy Jr., un escéptico de las vacunas y teórico de la conspiración, “se vuelva loco” en materia de salud y medicamentos como secretario de Salud y Servicios Humanos es su intento más chocante hasta ahora de derribar el poder establecido.
Las anteriores selecciones del presidente electo para director de Inteligencia Nacional, secretario de Justicia y secretario de Defensa podrían cambiar el país y el mundo a largo plazo. Su efecto, sin embargo, sería distante para la mayoría de los estadounidenses.
Si Kennedy tiene la oportunidad, como máximo responsable sanitario del país, de promover sus afirmaciones pasadas de que las vacunas no son seguras y eficaces o de actuar según su deseo de despedir a 600 personas de los Institutos Nacionales de Salud, que supervisan muchas facetas de la investigación sanitaria, incluidas las vacunas, podría tener un impacto más inmediato en las vidas de millones de estadounidenses. Si, por ejemplo, sus consejos o ideas condujeran a una disminución de la penetración de las vacunas en la población estadounidense, un número significativo de vidas podría estar en peligro.
Kennedy tiene algunos puntos de vista que los principales médicos acogen con satisfacción, como sus llamamientos para que se eliminen los alimentos procesados de los almuerzos escolares y sus advertencias de que la industria alimentaria está comercializando productos que aumentan la crisis de enfermedades crónicas. Pero la decisión del presidente electo de poner a RFK Jr. a cargo de la salud de 350 millones de estadounidenses, a pesar de sus posturas sobre las vacunas que contradicen la investigación basada en la ciencia de la mayoría de los científicos y expertos médicos, es probable que encienda un nuevo debate sobre las posibles implicaciones en el mundo real del segundo mandato de Trump que comenzará en enero.
Parte del equipo de ensueño MAGA de Trump puede explicarse mejor por un expresidente que afila el hacha contra las agencias e instituciones que cree que frustraron su primer mandato. Pero el ascenso de Kennedy y su aparentemente larga correa política van mucho más allá de una búsqueda de retribución trumpiana. Podría afectar a los medicamentos que utilizan los estadounidenses, a los tratamientos y terapias farmacológicas que se aprueban, a las vacunas que se utilizan para proteger a los escolares del país de enfermedades como el sarampión y a los alimentos que todo el mundo come.
El secretario del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. tiene una enorme plataforma y un enorme poder para influir en la información que tienen los estadounidenses y en las decisiones que toman. Si Kennedy es confirmado y otro patógeno emerge y causa una pandemia en los próximos cuatro años, él será el encargado de combatirlo.
“A le gente le gustas, Bobby”
Kennedy fue visto en el complejo Mar-a-Lago de Trump en la Florida de etiqueta este jueves por la noche, horas después de un anuncio que hizo cundir la desesperación y la preocupación entre la comunidad médica.
El presidente electo alabó su selección durante un discurso. “Supongo que si te gusta la salud y te gusta la gente que vive mucho tiempo, es el puesto más importante”, dijo Trump. “Acabo de ver las noticias. A la gente le gustas, Bobby. Queremos que propongas cosas e ideas y de lo que has estado hablando durante mucho tiempo”.
La selección de Kennedy se produjo después de que el presidente electo eligiera al polémico congresista Matt Gaetz como secretario de Justicial, apuntando un golpe a las instituciones legales que trataron de pedirle cuentas por su intento de robar las elecciones de 2020. Los generales que Trump cree que lo bloquearon durante su primer mandato pueden acabar trabajando para la estrella de Fox News, Pete Hegseth, que cree que hay una guerra “woke” (palabra asociada a diferentes movimientos en contra de las injusticias sociales) contra los guerreros estadounidenses y está en la cola para ser secretario de Defensa. Y Trump descargó su furia contra el “Estado profundo” de la inteligencia nombrando a Tulsi Gabbard, que se reunió con el dictador sirio Bashar al-Assad y es una de las favoritas de la televisión de propaganda rusa, como la jefa de los espías de Estados Unidos.
Estas elecciones causaron revuelo en Washington.
Pero millones de votantes de Trump las ven de forma muy distinta, pues creen que el poder establecido de la capital está podrido y los ha defraudado. Y son sintomáticas de un presidente electo que regresa al poder con muy pocas limitaciones y que está demostrando que planea comportarse de forma agresiva en un mandato que, según dijo en campaña, estaría dedicado a la retribución contra sus oponentes.
Trump cree que tiene un mandato para sus decisiones poco ortodoxas
Hasta ahora, los republicanos han respondido a las críticas sobre el enfoque de Trump de quemar Washington con un argumento sencillo: “Tiene un mandato”.
Por ejemplo, Jake Tapper, de CNN, preguntó al senador electo por Indiana Jim Banks si le preocupaban las falsas afirmaciones de Kennedy de que las vacunas pueden causar autismo. “Mira
Jake, en las elecciones, Donald Trump ganó el voto popular”, dijo Banks. “Y una de las cosas que prometió en la campaña es tener una conversación seria y reflexiva sobre las vacunas, especialmente después de la pandemia”.
Es cierto que Trump no ocultó durante la campaña su intención de otorgar un poder significativo a Kennedy para revisar las instituciones sanitarias. Y todo el trasfondo de su campaña fue la promesa de hacer saltar por los aires el consenso de Washington.
El presidente electo lleva mucho tiempo resentido con la clase científica y experta del Gobierno estadounidense, sobre todo a raíz de sus consejos durante la pandemia de covid-19 -una emergencia a la que Trump restó importancia en repetidas ocasiones-, que entraron en conflicto con su deseo de reactivar la economía en su año de reelección. A otros estadounidenses les molestó el uso de mascarillas y muchos estados conservadores se resistieron a los consejos del Gobierno federal sobre la pandemia en asuntos como el cierre de escuelas y el confinamiento.
Pero a pesar de la victoria de Trump este año, en la que ganó los siete estados disputados, Estados Unidos sigue siendo básicamente una nación 50-50, y es discutible que el presidente electo tenga realmente el mandato de destruir generaciones de ortodoxia política e institucional, especialmente en áreas como la sanidad.
“Una elección extraordinariamente mala”
Kennedy tiene algunos puntos de vista que gozarían del favor de la clase médica, especialmente en lo que respecta a sus esfuerzos para hacer frente a las dietas poco saludables en EE.UU. que causan enfermedades crónicas y no transmisibles que en su mayoría podrían prevenirse. Ha dicho que empezaría “inmediatamente” a estudiar la seguridad y eficacia de las vacunas, pero prometió no “quitar las vacunas a nadie”. También se comprometió a recomendar formalmente a los estados y municipios que eliminen el flúor del agua pública.
Kennedy también dice que quiere devolver un estándar de oro de la ciencia a un sector de la salud que cree que está sesgado por las grandes compañías farmacéuticas. Pero su largo historial de desinformación y uso selectivo de datos sobre las vacunas entra directamente en conflicto con el consenso entre científicos y expertos médicos.
“Creo que es una elección extraordinariamente mala”, declaró a Wolf Blitzer de CNN el Dr. Ashish Jha, excoordinador de la campaña para covid-19 de la administración Biden y decano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Brown. Los anteriores secretarios del Departamento de Salud y Servicios Humanos, tanto en administraciones republicanas como demócratas, han permitido a los científicos de las agencias bajo su supervisión tomar decisiones, dijo Jha. “RFK Jr. nos ha dado todas las señales de que no piensa hacer eso, no piensa apoyarse en pruebas y análisis rigurosos para tomar decisiones, sino utilizar sus propias ideas”.
Otro experto en salud y exdirector de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. condenó la elección. “Francamente, me parece escalofriante”, dijo.
Dr. Richard Besser. Besser, que ejerció como pediatra, advirtió que las opiniones de Kennedy sobre las vacunas infantiles eran peligrosas, y dijo a Kaitlan Collins, de CNN: “Ha hecho mucho por socavar la confianza que la gente tiene en esa increíble intervención”.
La selección de Kennedy se hizo pública el mismo día en que la Organización Mundial de la Salud y los CDC -organismo que dependería de RFK Jr.- declararon que los casos de sarampión en el mundo aumentaron más de un 20%, hasta alcanzar una cifra estimada de 10,3 millones el año pasado. Esta enfermedad altamente contagiosa se puede prevenir con dos dosis de la vacuna contra el sarampión que la mayoría de los estadounidenses reciben de niños.
En EE.UU., el descenso de las tasas de vacunación entre los niños de preescolar ha coincidido con un periodo en el que algunos políticos conservadores, en particular, han alimentado el escepticismo sobre las vacunas tras la pandemia de covid-19. Hasta noviembre se habían notificado 266 casos de sarampión este año, con 16 brotes.
La directora de los CDC, la Dra. Mandy Cohen, declaró este miércoles a Meg Tirrell, de CNN, que las vacunas infantiles eran la forma de conseguir que el país estuviera lo más sano posible. “Creo que tenemos una memoria muy corta de lo que es sostener en brazos a un niño que ha quedado paralizado por la polio o consolar a una madre que ha perdido a su hijo por el sarampión”, dijo Cohen en la Cumbre sobre el Futuro de la Salud del Milken Institute.
Kennedy ha negado ser un escéptico de las vacunas. Pero en el podcast de Lex Fridman del año pasado, dijo que “no hay ninguna vacuna que sea, ya sabes, segura y eficaz”, y en diciembre de 2023, dijo a Kasie Hunt de CNN que “estaría en contra de los mandatos” para los niños en las escuelas públicas.
Otra elección se suma a la creciente presión sobre los republicanos del Senado
La última polémica elección del Gabinete de Trump intensificó uno de los primeros dramas del segundo mandato de Trump: la cuestión de si todos ellos serán confirmados por el Senado.
Ya había serias dudas en torno a Gaetz, que estaba siendo investigado por el FBI y era objeto de una investigación de la Comisión de Ética de la Cámara antes de dimitir oficialmente de la Cámara de Representantes este miércoles. Y la entrada de Kennedy en escena supondrá otro reto para los senadores republicanos, que no tienen un gran historial de enfrentarse al presidente electo.
Haría falta que un puñado de legisladores republicanos desertara para poner en peligro la confirmación de un candidato elegido por Trump, cuyo control del Partido Republicano nunca ha sido tan fuerte después de haber protagonizado la mayor remontada de la historia política de Estados Unidos y haber recuperado la Casa Blanca.
El presidente electo, antes de la selección de algunos de sus candidatos más controvertidos para puestos del Gabinete, advirtió a los republicanos que presionaría para que se produjeran nombramientos en receso si se bloqueaban, de forma que se eludiera la función de consejo y consentimiento del Senado, según la Constitución.
Al igual que otros nominados, las esperanzas de RFK Jr. podrían depender de la actitud de varios senadores más moderados de la coalición republicana. Podrían verse influidos por miembros que planean retirarse en las elecciones de mitad de mandato, y podrían estar menos en deuda con Trump, o por la nueva afluencia de senadores recién elegidos que no tendrán que presentarse a la reelección hasta dos años después de que termine su mandato.
Y luego está el voto que pertenece al líder republicano saliente del Senado, Mitch McConnell, un superviviente de la polio.