Nueva York (CNN) — Donald Trump regresa a la Casa Blanca sin muchas de las barreras de contención de su primer mandato.
Muchos republicanos de “Nunca Trump” en el Congreso se reconvirtieron o fueron derrotados. El exasesor económico Gary Cohn y otras voces antiarancelarias probablemente no serán bienvenidos en el nuevo gobierno de Trump. El fiscal especial Jack Smith tiene intención de dimitir. Y la Corte Suprema concedió a los presidentes una amplia inmunidad judicial.
Sin embargo, hay otra fuerza que podría disuadir a Trump de algunos de sus instintos más extremos: el mercado bursátil estadounidense de US$ 50 billones.
Durante su primer mandato, Trump se obsesionó con los movimientos del mercado, viendo el índice industrial Dow Jones como un barómetro en tiempo real de su éxito. Trump tuiteaba con regularidad incluso los hitos más mundanos del mercado, apartándose bruscamente del enfoque indiferente que sus predecesores y su sucesor adoptaron con el mercado.
Más recientemente, Trump se mostró “eufórico” por la subida inicial del mercado tras su arrolladora victoria de este mes, según dijeron fuentes a Kayla Tausche, de CNN.
Un desplome del mercado causado por una idea política de Trump –por ejemplo, unos aranceles impensablemente altos a China o un impulso para meterse seriamente con la Reserva Federal (Fed)– podría al menos hacer reflexionar al presidente, si no obligarle, a dar marcha atrás por completo.
“No veo que el Congreso o los tribunales limiten la autoridad del presidente. En última instancia, la única entidad que tiene poder real sobre la forma de pensar del presidente acerca de su agenda es el mercado de valores”, dijo Isaac Boltansky, director de investigación de políticas de BTIG.
Los inversores podrían reaccionar muy negativamente si Trump hiciera un movimiento para expulsar al presidente de la Fed, Jerome Powell, con quien Trump ha tenido una relación complicada y, a veces, contenciosa.
Durante la guerra comercial del primer mandato de Trump con China, los mercados cayeron en múltiples ocasiones, al menos en parte, debido a los temores sobre la política comercial de Trump.
Por ejemplo, en diciembre de 2018 los mercados se agitaron por el temor a la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esa turbulencia del mercado dejó a Trump con ganas de llegar a un acuerdo con el presidente de China, Xi Jinping, durante una reunión de alto riesgo en Argentina, dijeron fuentes a CNN en ese momento. Cuando los mercados no se recuperaron, Trump expresó su ansiedad por el desplome de las acciones e incluso le preocupó que las pérdidas pudieran perjudicarle políticamente.
Es fácil imaginar una historia similar en 2025, ya que Trump prometió imponer aranceles del 60% a China, uno de los principales socios comerciales de EE.UU. y fuente de suministros y piezas para las empresas estadounidenses.
Economistas advirtieron que los aranceles de Trump a China y las propuestas de aranceles generalizados del 10% al 20% sobre todas las importaciones estadounidenses serán inflacionarias.
“A Donald Trump le importan los validadores independientes. Y el mayor validador independiente de su éxito es el mercado. Es un mecanismo de votación diario”, dijo Ed Mills, analista de política de Washington en Raymond James. “Sirve como potencial freno vinculante a las políticas agresivas”.
No a todo el mundo le convence la idea de que el mercado actúe como barrera de contención.
Jeffrey Sonnenfeld, fundador y presidente del Yale Chief Executive Leadership Institute, dijo a CNN que es poco probable que Trump haga caso a las preocupaciones expresadas por los inversores.
“Hay cero posibilidades de que se tome como algo personal cualquier reacción negativa del mercado de valores”, dijo Sonnenfeld. “Si algo es negativo, la atribución es a cualquier cosa menos a él. Culpará a los demócratas, a las farmacéuticas, a las tecnológicas… a quien sea. Nunca será culpa suya”.
Ahora, el centro de atención se traslada al mercado de bonos.
Mientras que el mercado de valores celebró inicialmente los resultados de las elecciones, el mercado de bonos no lo hizo. El valor de los bonos del Tesoro se desplomó y los rendimientos se dispararon, en parte por la preocupación de que las políticas de Trump aumenten la deuda nacional en billones y disparen la inflación. Aunque los inversores comenzaron a anticipar un crecimiento económico estadounidense más rápido, también se preparan para menos recortes de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Si las tasas de los bonos suben demasiado, podrían frenar el crecimiento al elevar los costes de los préstamos, especialmente los hipotecarios y los empresariales.
El aumento de las tasas de los bonos también puede hacer bajar los precios de las acciones, al competir con bonos normalmente aburridos y hacer que las acciones parezcan más caras en comparación.
Esto ya empezó a suceder en los últimos días, contribuyendo a un retroceso desde los máximos históricos de las acciones.
“El repentino aumento de los rendimientos del Tesoro a 10 años (y las preocupaciones relacionadas con la inflación y el déficit) es una de las principales cosas que asustan a los inversores de renta variable”, escribió Lori Calvasina, jefe de investigación de estrategia de renta variable estadounidense en RBC Capital Markets, en una nota a clientes el lunes.
Aunque Trump pidió nuevas exenciones fiscales masivas y una prórroga completa de la ley fiscal de 2017, el mercado de bonos podría tener otros planes.
Si los inversores en renta fija empiezan a rebelarse contra la idea de un aumento del déficit presupuestario, eso podría acabar condenando los esfuerzos de Trump en el Congreso.
“Esto va a llegar a un punto crítico, empezando por el mercado de bonos”, dijo Boltansky. “Los vigilantes del mercado de bonos nos dirán si están dispuestos a comprar el papel que estamos emitiendo”.
Una historia similar podría desarrollarse si los inversores y los CEO comienzan a mostrarse reacios a los planes de Trump de deportar a millones de trabajadores indocumentados, una medida que también podría elevar la inflación.
Por supuesto, no está claro qué tan severa tendría que ser una reacción del mercado para que haga que Trump recalibre.
“Lo que no sabemos es cuánto dolor está dispuesto a soportar”, dijo Boltansky.
Puede que estemos a punto de averiguarlo.