(Reuters) – Una explosión dañó este viernes por la noche un canal en el norte de Kosovo que suministra agua a dos centrales eléctricas de carbón que generan casi toda la electricidad del país, dijo el primer ministro Albin Kurti, culpando a lo que llamó “un acto terrorista” de la vecina Serbia.
No hubo informes inmediatos de heridos y la causa de la explosión, que también afectó al suministro de agua potable, no estaba clara. Las autoridades serbias no respondieron a las peticiones de comentarios y Reuters no encontró pruebas inmediatas de la implicación de Belgrado.
“Se trata de un ataque criminal y terrorista con el objetivo de destruir nuestras infraestructuras críticas”, declaró Kurti en un discurso televisado. Dijo que parte del país podría quedarse sin electricidad si el problema no se solucionaba por la mañana.
En un signo de las tensiones étnicas entre los dos países balcánicos, Kurti se hizo eco del presidente de Kosovo, Vjosa Osmani, al culpar a bandas criminales serbias sin aportar pruebas.
A primera hora de este viernes, la Policía de Kosovo anunció un aumento de las medidas de seguridad tras dos recientes atentados en los que se lanzaron granadas de mano contra una comisaría y un edificio municipal en el norte de Kosovo, donde viven personas de etnia serbia. No estaba claro si los incidentes estaban relacionados.
Los medios de comunicación locales mostraron imágenes de parte del canal destruido y con fugas de agua, así como una fuerte presencia policial en el lugar.
Faruk Mujka, director de la compañía de aguas Ibar-Lepenci, declaró al portal de noticias local Kallxo que se había arrojado un artefacto explosivo al canal, que había dañado el muro de un puente.
Dijo que el suministro de agua, que también abastece de agua potable a la capital, Pristina, debía interrumpirse para solucionar el problema lo antes posible, ya que era el principal canal para abastecer a la Corporación de Energía de Kosovo (KEK, por sus siglas en albanés), el principal proveedor de energía del país.
La independencia de Kosovo, de mayoría albanesa, llegó en 2008, casi una década después de un levantamiento guerrillero contra el dominio serbio. Sin embargo, las tensiones persisten, sobre todo en el norte, donde la minoría serbia se niega a reconocer la condición de Estado de Kosovo y sigue considerando Belgrado su capital.
El embajador de la UE en Kosovo, Aivo Orav, condenó el ataque que, según dijo, ya está “privando de suministro de agua a partes considerables de Kosovo”.