El presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo que esperaba nombrar un nuevo primer ministro en los próximos días. Lo aseguró en un combativo discurso televisado que dio este jueves y que servirá poco para aliviar una crisis política cada vez más profunda.
Macron habló un día después de que el primer ministro, Michel Barnier, fuera destituido por los legisladores en una moción de censura.
El presidente resistió los pedidos de renuncia y buscó en cambio trasladar la culpa a las facciones de izquierda y ultraderecha que se unieron para derrocar a Barnier.
Macron tuvo duras palabras para el partido de ultraderecha Agrupación Nacional, cuya líder, Marine Le Pen, organizó la oposición contra Macron y prometió frustrar su agenda.
“La ultraderecha y la extrema izquierda se unieron en un frente antirrepublicano”, dijo Macron sobre la votación del miércoles contra Barnier, que abrió un vacío en la política francesa y puso en peligro los intentos de aprobar un presupuesto polémico.
Barnier permanecerá en el cargo de manera interina hasta que se designe un nuevo gobierno, dijo la oficina de Macron después de que el presidente aceptara su renuncia el jueves.
“Seamos honestos, piensan en una sola cosa: la elección presidencial”, dijo Macron sobre el partido de Le Pen y afirmó que su enfoque “cínico” había traído “una sensación de caos” al país.
“Insultaron a sus propios votantes y simplemente eligieron el desorden”, añadió.
“A partir de hoy, comienza una nueva era”, le dijo Macron al público francés y afirmó que la Asamblea Nacional “tiene el deber de hacer aquello para lo que fue elegida” y actuar “al servicio del pueblo francés”.
Pero hay pocas pruebas que supongan que la nueva era será más llevadera para Macron que la anterior. Quienquiera que elija como primer ministro debe ser aprobado por un parlamento profundamente dividido, donde se enfrenta a una oposición declarada de ambos bandos.
Macron está a mitad de su segundo y último mandato como presidente, pero los resultados de las elecciones anticipadas que convocó en junio complicaron gravemente las etapas finales de su mandato en el poder y disminuyeron su autoridad en el país y en el exterior.
No es posible celebrar nuevas elecciones anticipadas porque el Parlamento actual debe permanecer en sesión hasta junio, un año desde la última votación.
Después de haber intentado apaciguar a ambas facciones en el Parlamento mediante la elección de Barnier en septiembre, Macron puede ahora intentar apuntalar el apoyo en un flanco, alejando al otro.
Su discurso mostró poca voluntad de ceder ante Le Pen. Pero la líder de Agrupación Nacional reafirmó el jueves que se opondría a cualquier intento de excluir a su ala del parlamento, y dijo a la cadena francesa CNews: “No hemos cambiado de opinión: nos oponemos a un primer ministro de izquierda”.
Mientras tanto, el presupuesto debe aprobarse antes de la fecha límite del 21 de diciembre. Si no se cumple ese plazo, el gobierno aún podría legislar una “ley de continuidad fiscal”, que evitaría un cierre del gobierno al permitirle recaudar impuestos y pagar salarios, con un límite de gasto a los niveles de 2024, según la agencia de calificación crediticia S&P Global Ratings.
El de Barnier se convirtió en el primer gobierno francés en ser derrotado en una moción de censura desde 1962. Su proyecto de ley de financiación, que provocó su caída, incluye 60.000 millones de euros (US$ 63.000 millones) en aumentos de impuestos y recortes de gastos destinados a reducir el déficit presupuestario del país al 5% el próximo año, según los cálculos del gobierno.
Algunas de las medidas son poco compartidas entre los partidos de oposición, como por ejemplo retrasar la adaptación de los aumentos de las pensiones a la inflación.