La residencia del embajador argentino en Caracas, Venezuela, está mayormente silenciosa estos días. En lugar de charlas diplomáticas o villancicos en esta época del año, el único ruido es el de un pequeño generador de energía diésel que los residentes encienden dos veces al día para cargar sus teléfonos.
El resto del tiempo, la mansión permanece casi inmóvil, los habitantes ocupados con sus propias tareas solitarias, como una prisión sobredimensionada con pocos reclusos.
No hay diplomáticos dentro del complejo: el Gobierno venezolano expulsó al embajador poco después de que el presidente Nicolás Maduro se proclamara ganador de las disputadas elecciones presidenciales de julio y Buenos Aires lo desconociera.
En cambio, cinco solicitantes de asilo político, todos miembros del equipo de la líder opositora venezolana María Corina Machado, se han refugiado aquí durante más de nueve meses. Ahora, dicen, están bajo “asedio” por parte de las fuerzas de seguridad venezolanas.
“La presión del gobierno ha estado escalando en las últimas semanas. Tortura psicológica, estamos bajo vigilancia constante, y nadie puede visitarnos sin autorización… el daño espiritual al que estamos sujetos es tremendo”, dijo el asilado Omar González, en una conferencia de prensa virtual a principios de este mes.
Después de las elecciones de julio, la campaña de la oposición publicó decenas de miles de actas de votación que, según ellos, mostraban que su candidato, Edmundo González, había ganado las elecciones. Observadores independientes y expertos electorales dijeron a CNN que las actas parecen auténticas y han cuestionado la decisión de la autoridad electoral de anunciar a Maduro como el ganador.
Edmundo González huyó del país desde entonces y ahora vive en el exilio en España, mientras que Maduro se prepara para comenzar un nuevo mandato presidencial el 10 de enero. González ha prometido públicamente regresar a Venezuela en enero para inaugurar su propio gobierno, aunque no está claro cómo podría ingresar al país sin enfrentarse a un proceso judicial.
En marzo, seis miembros de la oposición fueron acusados de actividades terroristas y traición por trabajar con Machado, quien se escondió poco después de las elecciones por su propia seguridad. Aunque el Gobierno de Maduro ha negado varias veces que la residencia diplomática esté bajo un bloqueo, también ha dicho que el grupo terminará tras las rejas en poco tiempo.
El equipo de Machado dice que no ha hecho nada malo, pero no tiene dudas de que cada uno de los asilados será arrestado si sale del edificio.
“Es importante señalar que hay seis civiles, activistas políticos cuyo único crimen es luchar por una Venezuela libre, y estamos amenazados y en aislamiento, cada día empeora”, dijo Omar González.
Fernando Martínez Mottola, uno de los seis asilados, dejó la embajada el jueves, dijeron fuentes a CNN. No está claro bajo qué términos dejó Martínez el edificio, donde estaba alojado desde marzo.
Un día después, Martínez fue a la oficina del Fiscal General “voluntariamente” para proporcionar declaraciones relacionadas con las acusaciones que enfrenta y acordó “colaborar activamente” con las autoridades, dice un comunicado del Fiscal General del país, Tarek William Saab.
CNN se ha comunicado con las autoridades venezolanas para comentar sobre la situación legal actual de Martínez.
Bajo vigilancia y sin agua
La decisión del grupo de hablar con los medios de comunicación se debió al endurecimiento de las medidas de seguridad impuestas a la residencia, que ha estado bajo la custodia diplomática de Brasil desde que los diplomáticos argentinos fueron expulsados.
La bandera verde y dorada de Brasil ahora ondea sobre la residencia, pero no hay funcionarios para acompañar a los huéspedes. Las fuerzas de seguridad venezolanas han establecido una serie de puntos de control en la calle afuera para controlar quién entra y sale del edificio, pero no han ingresado a la residencia en sí.
La presión está crece sobre la sede diplomática. El 26 de noviembre, la empresa estatal de energía de Venezuela cortó su electricidad. Las fuerzas de seguridad también han tomado el control de los edificios circundantes, y la semana pasada el Secretario General de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, publicó una foto de alguien que parecía espiar el edificio desde un árbol cercano, con un rifle de francotirador en sus manos.
Drones vuelan rutinariamente por encima y las unidades policiales venezolanas han amenazado con irrumpir varias veces, principalmente al amanecer, según González y el resto del grupo, que están pidiendo a otros países que intervengan.
Argentina otorgó asilo a los seis en marzo, pero los cinco que permanecen en el edificio no tienen medios para llegar hasta ese país sin arriesgarse a ser arrestados en el camino. CNN se ha comunicado con las autoridades venezolanas para preguntar si a Martínez se le permitirá salir de Venezuela.
Según el derecho internacional, los ciudadanos a quienes se les ha otorgado asilo político por otros países deberían poder salir de su país de origen sin sufrir daños si están bajo custodia diplomática.
CNN ha contactado al Ministerio de Información de Venezuela y a la empresa de energía para obtener comentarios.
En una serie de entrevistas individuales con CNN, los miembros de la oposición asediados pintaron un cuadro sombrío de sus vidas ahora.
Omar González, de 74 años, ha estado casado con su esposa durante 53 años. Ella ahora vive en el extranjero, y esta es la primera vez que la pareja pasará la Navidad separada, dijo.
“La electricidad es nuestro mayor problema: no es como si pudiéramos salir a cargar nuestros teléfonos o ir al baño… estamos aislados”, dijo Magalli Meda, de 56 años, gerente de campaña de Machado.
El agua es suministrada por un pequeño tanque, dijo el grupo, pero solo se puede bombear a través de la casa con la planta de energía: cuando la planta está apagada, tampoco hay agua corriente.
Meda, diseñadora de profesión, trata de sacudirse la tensión pintando. “Me gusta pintar caballos salvajes, o pájaros volando, jaulas abiertas… todo lo que siento: a veces pinto el dolor de estar encerrada. Esta embajada se ha convertido en una prisión”, dijo.
Sus últimas pinturas, compartidas con CNN, son principalmente de animales: un cerdo camino al matadero, un pequeño pez en una pecera mirando hacia arriba, con la palabra “horizonte” escrita debajo.
Sobrellevando el aislamiento
El 28 de junio, el día 100 de su confinamiento en la residencia, cuando aún tenían acceso a agua y electricidad, Pedro Urruchurtu publicó un breve diario en video en su cuenta de Instagram mostrando cómo corría en el patio delantero y leía: en ese momento, al personal diplomático se le permitía entrar y salir de la residencia, proporcionando al grupo libros y otros artículos de amigos y familiares.
Urruchurtu, de 34 años, asesor de relaciones internacionales de Machado, dijo a CNN que todavía corre 8.000 pasos todos los días para mantener su enfoque, pero que la tensión y el estrés del aislamiento continuo han pasado factura, un sentimiento que comparten los seis.
“Cada uno de nosotros tiene un mecanismo de afrontamiento diferente, pero principalmente solos: no es como si estuviéramos aquí comiendo juntos y felices todo el tiempo… es difícil”, dijo Claudia Macero, de 32 años, portavoz de Machado.
Macero, Meda y Urruchurtu todavía intentan trabajar lo más regularmente posible para el movimiento de oposición de Venezuela, lo que a menudo significa hablar con los familiares y amigos de los activistas políticos detenidos en las notorias prisiones del país.
Inmediatamente después de las elecciones, las fuerzas de seguridad detuvieron a miles de activistas de la oposición, muchos de los cuales trabajaron en la campaña de Machado. Muchos permanecen tras las rejas.
El grupo trata de mantener el optimismo y evita especular sobre cuánto tiempo pueden resistir con el poco combustible y comida que queda.
Cuando ingresaron a la residencia en marzo, ninguno de los seis creía que todavía estarían aquí para Navidad. “Es como si el tiempo se hubiera detenido”, dijo Urruchurtu, quien en octubre celebró su cumpleaños con una videollamada a su familia.
“Mantener un hábito es muy importante… dividir el tiempo de trabajo y ocio, como todos aprendimos durante el confinamiento por la pandemia. Bajo asedio y sin electricidad, todo básicamente se agota cuando el generador de energía lo hace”, dijo a CNN.
Meda es más optimista, compartiendo su decepción hacia las instituciones internacionales que, cree, deberían hacer más para ayudar, pero “terminan siendo tan lentas e ineficientes”.
La semana pasada, Associated Press informó que un asesor principal de la Corte Penal Internacional renunció debido a la incapacidad del fiscal para perseguir a Maduro, quien ha estado bajo investigación por crímenes de lesa humanidad desde 2021, pero mantiene un control férreo sobre su país.
Por la noche, el grupo se acuesta temprano. El atardecer en Caracas es a las 6 p.m. y, con el corte de electricidad, la única luz es proporcionada por velas y linternas de batería.
Macero admite que a menudo le cuesta conciliar el sueño o mantenerse dormida.
“A veces me despierto y ni siquiera recuerdo qué día de la semana es, porque todos son iguales”, agregó Macero. “Luego comienza el trabajo y estamos constantemente trabajando… es más como refugiarse en tu oficina sin electricidad ni agua”, bromeó.