Cuando Chad Comey oyó las sirenas afuera del condominio de Palisades en el que vivía con sus padres el martes pasado, no le dio mucha importancia. Entonces empezaron las alertas de incendio.
“Mantengo la esperanza, racionalizo las cosas… estamos justo en el corazón del pueblo, este es el último lugar para hacer frente, porque si esto se quema, todo el pueblo se va a quemar”, recuerda que pensaba mientras veía acercarse el fuego. “Nunca esperas que todo lo que has llegado a conocer pueda desaparecer”.
Comey, que cuida de sus padres discapacitados, retrasó la evacuación todo lo que pudo, y al final consiguió que un vecino le ayudara a bajar a su madre en silla de ruedas por cinco tramos de escaleras. Cuando días después pudo regresar a los escombros de su barrio, encontró su casa destruida, una de las más de 12.000 estructuras perdidas en los incendios forestales de Los Ángeles.
“Todos lloramos”, dice. “Estábamos desconsolados”.
Ahora él y su familia se enfrentan a la desalentadora tarea de averiguar qué les espera en el futuro, lo que resulta aún más difícil por el hecho de que carecen de una red de seguridad.
“Mi familia y yo no tenemos seguro”, dice. Sus padres habían vivido allí el tiempo suficiente para pagar su hipoteca y ya no estaban obligados a tener una póliza, así que optaron por no contratarla porque era demasiado cara. “Los dos son discapacitados. No pueden permitírselo. Lo que tienen se les va en equipos médicos, comida y en pagar las cuotas de la comunidad de propietarios, que rozan los US$ 1.000 al mes”.
El edificio donde vivían también acababa de ser dado de baja por su aseguradora en el último año, considerado un riesgo de incendio demasiado grande.
Es una situación en la que se encuentran muchos propietarios de viviendas de California, ya que las aseguradoras se han deshecho de millones de pólizas en el estado desde 2020.
“Dejaron de renovar lo que pensaban que era un riesgo de mi***da”, dijo la agente de seguros de Los Ángeles Carla Ramírez sobre las grandes aseguradoras, que se han negado a renovar las pólizas de propietarios de viviendas o han dejado de escribir nuevas pólizas en el estado. “En el último año han reevaluado todo su riesgo de incendio. Palisades y Malibu antes no eran un riesgo de incendio, y volvieron a evaluarlo; dijeron: creemos que es un riesgo amenazador, grande, y nos va a llevar a la bancarrota”.
A los padres de Shya Mousavipour el seguro les dio de baja menos de un año antes de que su casa de Malibu ardiera hasta los cimientos en los incendios.
“Recibieron la notificación de que, aunque habían pagado esta póliza durante 18 años, ya no asegurábamos a la gente de esa zona, así que buena suerte”, explica. “Se vieron obligados a cambiar al plan FAIR de California. Aunque están asegurados, como muchas víctimas de esta tragedia, están infraasegurados”.
Se supone que el plan FAIR funciona como aseguradora de último recurso. Creadas por el Estado, las pólizas suelen tener primas más elevadas y una cobertura más básica que las compañías privadas. Los residentes a menudo tienen que combinar la cobertura contra incendios del plan FAIR con pólizas de otras compañías para aproximarse a sus prestaciones anteriores, lo que puede acabar siendo un paquete mucho más costoso.
“No cubre el costo de lo que va a costar reconstruir, lo que han perdido, la vivienda… Necesitan vivir en algún sitio durante los próximos dos años, quizá más”, explica Mousavipour, que anticipa que sus padres, que rondan los 60 años, recibirán una “fracción” del costo de reconstrucción de su casa.
“Llevan toda la vida pagándola. Su patrimonio neto está prácticamente ligado a esa casa”, dijo. “Nuestra vida estaba en esa casa. Era la casa de los sueños de mi madre. Trabajaron toda su vida por esa casa”.
Jamie Lite, que vive a una hora de Los Ángeles, en Acton, recibió la noticia de que el seguro de su casa la iba a dar de baja el mismo día en que su marido y su hijo, ambos bomberos, luchaban contra las llamas en primera línea.
“Fue como echar sal a la herida”, dijo. “Las cosas se están quemando y saber que mi seguro va a desaparecer a partir del 15 de abril me hace pensar: ¿qué se supone que debo hacer? Estas son nuestras casas, estas son nuestras vidas. Aquí está mi familia, ayudando en la situación, y estas empresas se aprovechan de todo el mundo”.
En los últimos tres años, antes de que la dieran de baja, Lite dice que sus primas pasaron de US$ 1.750 a US$ 7.000 al año, unos costos que espera que aumenten aún más con una nueva compañía. Se siente atrapada. “No podía vender mi casa de todos modos; alguien que venga a comprar probablemente no pueda conseguir un seguro”, dijo. “¿Quién va a comprarla? Es un círculo vicioso. Estás atrapado”.
La crisis de los seguros está afectando a los propietarios de todo el estado.
Celeste Vander Ham, que vive más al sur, en Rancho Capistrano, pagó US$ 1.000 al año por el seguro durante los primeros 15 años en su casa, pero, después del incendio Holy de 2018, dice que su corredor de seguros le dijo que su área se había convertido en un “10” por riesgo de incendio y que “nadie te va a asegurar”. Ella y su marido fueron dados de baja de su seguro contra incendios forestales y tuvieron que pasar al plan FAIR para obtener cobertura. Ahora pagan un total de US$ 10.000 al año por las pólizas necesarias para asegurar su casa.
Los costos son abrumadores para sus limitados ingresos: él vive de las prestaciones de la Seguridad Social y ella es su cuidadora. Cuando solo les quedaban ocho años de hipoteca, tuvieron que refinanciar la casa y pedir otro préstamo a 30 años para poder pagar el seguro. Ahora prevé que tendrán que vender su casa e irse de California.
“Es realmente desgarrador”, dice. “Nos vamos a ver obligados a salir por culpa del seguro de hogar”.
El agente de seguros Ramirez dijo que los peligros de incendio en el estado justifican las primas más altas y sugirió que los propietarios no están reconociendo “los verdaderos costos” de vivir en estas áreas. “Si tu zona históricamente no era de alto riesgo de incendio, pero se está convirtiendo en uno, ese es el costo de vivir allí”, dijo. “Si el costo de vivir allí está por encima de tus posibilidades, entonces creo que deberías mudarte”.
Tradicionalmente, los propietarios de viviendas de California podían elegir entre aseguradoras admitidas o no admitidas. Las aseguradoras admitidas, como State Farm, Allstate y Farmers, están autorizadas por el Estado y deben cumplir una serie de normas sobre precios que, según ellos, les impiden asegurar zonas de alto riesgo. Las compañías no admitidas suelen ser aseguradoras más pequeñas que operan sin las mismas normas, por lo que el Estado no tiene que aprobar sus tarifas o pólizas. Por eso suelen cobrar primas más elevadas, pero pueden ofrecer cobertura en zonas de mayor riesgo.
Las aseguradoras admitidas llevan dos años retirándose de California. Allstate dejó de aceptar nuevas pólizas en el estado en 2022, Farmers puso un límite a las pólizas de California que escribiría en julio de 2023, y State Farm dejó de escribir nuevas pólizas en el estado en mayo de 2023, seguido de un anuncio de 2024 que no renovaría alrededor de 72.000 pólizas.
Farmers y State Farm no respondieron inmediatamente a una solicitud de comentarios.
En un comunicado, Allstate dijo que la compañía “hizo una pausa en la venta de pólizas de seguro de hogar para nuevos clientes en 2022. Seguimos ofreciendo cobertura a la mayoría de los clientes de seguros de hogar existentes… En lo que respecta a los incendios forestales, nos hemos trasladado a California con personal de reclamos y múltiples centros móviles de reclamos para dar a nuestros clientes apoyo de uno-a-uno y ayudarles a presentar un reclamo”, además de donaciones para aliviar el desastre.
Ramirez dijo que los propietarios de viviendas dados de baja por estos y otras aseguradoras se vieron sorprendidos por los precios del plan FAIR o de las aseguradoras no admitidas, que pueden costar entre US$ 20.000 y US$ 30.000 al año en zonas de incendios.
“La mayoría de la gente optó por mantener su cobertura baja debido al shock del aumento”, dijo. “Su precio se acaba de triplicar, y nosotros le decimos que lo aumente dos veces más, y la gente dice: ‘Ehhh no tanto, estoy bien aquí’”. Ese enfoque, dijo, ha dejado a muchos californianos sin seguro o con un seguro insuficiente mientras se enfrentan a las secuelas de la devastación.
“Así es como tenemos que fijar los precios ahora”, dijo. “Y miren, todos acaban de incendiarse, ¿verdad? La compañía de seguros perdió, y mucho. Se fijó el precio en consecuencia”.
Residentes como Comey y Mousavipour dicen que entienden que las aseguradoras son empresas que operan pensando en los beneficios, pero que el modelo actual es insostenible.
“Necesitamos una solución en la que la gente esté totalmente asegurada en estas zonas y, puesto que son empresas privadas, hay que incentivarlas para que quieran trabajar aquí”, afirma Mousavipour. “No creo que la respuesta sea que la gente no debería vivir allí, pero hay que abordarlo y hay que invertir de verdad en medidas preventivas contra incendios, para que cuando esto ocurra, estemos preparados”.
Comey señaló directamente a las compañías de seguros.
“Estamos haciendo hincapié en las cosas equivocadas aquí donde ponemos las ganancias corporativas sobre las personas, y estas son las vidas de las personas que se han perdido y todo lo que han llegado a conocer”, dijo.
La página GoFundMe está repleta de recaudaciones de fondos para los propietarios de viviendas de la zona que dijeron que o bien no tenían seguro o recientemente no les habían renovado sus planes. Una recaudación de fondos para la familia de Comey ya ha recaudado más de US$ 130.000.
“Me siento bendecido por la generosidad de la gente”, dijo. “También creo que es un triste estado del capitalismo y del libre mercado que todo el mundo tenga que depender de campañas de GoFundMe incluso para mantenerse a flote o recuperarse”.