(CNN Radio Argentina)- El actor habló en el programa de Cecilia Laratro y, entre otras cuestiones, compartió lo que sintió cuando se le presentó la posibilidad de ser parte de este proyecto, al que considera muy importante como narración de los hechos que sacudieron a la historia reciente de nuestro país. Además, el actor ser refirió a cómo se preparó para interpretar a quien fuera el ministro de economía por aquel entonces, Domingo Felipe Cavallo; Al tiempo que dio su opinión sobre temas coyunturales, históricos y políticos de nuestro país.
“Diciembre, 2001”, es la nueva serie del sello Star Original Productions inspirada en los hechos económicos y sociales que derivaron en una de las crisis más profundas de la historia de Argentina a fines de 2001. A tan solo unos días de su estreno en Star+, este thriller político, ya cuenta con grandes repercusiones y muy buenas críticas.
Compuesta por seis episodios de 40 minutos, la serie está basada en el libro “El palacio y la calle” del periodista Miguel Bonasso y desentraña, desde la ficción, los hechos de un momento trascendental en la historia argentina.
Este domingo por la tarde, Compañía de Radio se dio el placer de hablar con el actor que interpreta a Domingo Cavallo en la serie “Diciembre, 2001” , Luis Machín.
- Cómo fue grabar esta serie en plena pandemia? ¿qué pensaste por aquel entonces?
“Filmamos la serie en momentos de mucha angustia e incertidumbre porque la hicimos en plena pandemia. No sabíamos qué iba pasar, íbamos con todos los cuidados, pero también con los miedos y la incertidumbre. Creo que fue una cosa bastante difícil por el clima que vivíamos en aquel momento, eran días de controles, distancia y cuidados; Todo generaba mucho miedo y había que contenerse. No obstante todo ello y, aunque el temor estaba, también es cierto que estábamos trabajando inmersos en contar una historia muy atractiva por la temática y por las consecuencias que padecimos. Nosotros grabamos esta serie en el 2021. Se pensaba estrenar a los veinte años de esos sucesos trágicos para conmemorar esa tragedia, pero finalmente, por cuestiones (estimo) de la producción de la plataforma, no pudo ser y llegó ahora. A todo esto, nosotros, como grupo de actores y, a pesar de las circunstancias, sí estábamos con la conciencia de contar la historia para que la misma quede para las generaciones venideras”.
Los actores y las actrices, en general, cuentan que no juzgan a sus personajes. Teniendo en cuenta tu trabajo, ¿Cómo fue ponerte en la piel de Cavallo?
“Yo no sé desde qué lugar abordan los demás a cada personaje, pero sí creo que esta es para mí, una manera de trabajar como actor; Sin juzgar a mi personaje. De hecho, yo hice a Hitler, a Videla, pero también he hecho a Belgrano, a San Martín, y esto lo digo en relación a desde qué lugar uno lo dice. Por supuesto yo hablo desde el lugar de actor y si uno lo juzga como ciudadano, esa es otra cosa. Es decir, si uno hace un juicio en relación a la conducta del personaje, y eso te impide verlo para hacer desde algún lugar, entonces, no podés trabajar. Hay una realidad con la que uno como actor se choca a veces, y esta es que, el personaje que te toca tal vez no tiene coincidencias o pensamientos comunes con vos. Hacer un personaje así, para el actor, resulta todo un desafío”.
“En lo particular, para interpretar a Cavallo me centré en lo que él creía y en la manera en la que aparecía en los medios, y aún hoy aparece, con ese discurso lleno de ideas y recetas que sigue defendiendo hasta hoy (como si no supiéramos adónde son capaces de llevarnos). Para componerlo, hice hincapié de manera sistemática y obsesiva en algunas situaciones que protagonizó, como por ejemplo, el momento en el que declara “el corralito”; Ahí yo estudié obsesivamente su gestualidad, lo que hace con las manos, la posición de sus ojos, la no mirada. Para mí es un hombre que tiene una mirada totalmente hacia adentro, distante; Se trata de alguien que mira muy poco a los ojos y que cuando lo hace a cámara, está mirando más allá, como si no pudiera más que estar en su cabeza junto a sus números”.
“Digo esto porque, como actor, uno debe estudiar a su personaje, porque en esa observación uno advierte algunas cuestiones que condicionan el comportamiento de las personas. En este caso puntual, se trata de alguien que no tiene comportamiento político; Tanto es así que el mismo en algún momento les dice a los demás: Los políticos son ustedes, déjenme gobernar. Por otra parte, es un personaje que además tenía un carácter, en determinado momento, que rozaba con lo mesiánico”.
¿Cómo vivieron ustedes, los actores y el grupo de trabajo, la filmación de los hechos de nuestro país?
“Es algo especial lo que sucede en rodaje. Cuando uno trabaja con sus compañeros y, por ejemplo, se detiene para comer, uno no puede evitar hablar de lo que le ocurre con el tema. Claro que, en el momento de grabar, uno está muy metido en lo técnico, en lo compositivo, porque ahí está enfrascado en cómo se va a desarrollar la escena que muchas veces el director ya tiene planteada en su cabeza. Con esto digo que, cuando filmás, uno está concentrado en lo que hay que contar con nuestro cuerpo, voz y mirada. Ahora, eso no quita que en el momento en el que estás haciendo tu trabajo, te pasan cosas. Yo lo veía a Manuel Callau caracterizado de Alfonsín y era muy impresionante; Y a la vez, si escuchás a Fernán Mirás, él dice que, cuando me veía actuar me quería venir a pegar. Con esto quiero decir que, por supuesto no estamos ajenos a ciertas emociones, somos humanos y en ese sentido, en el set, a veces claramente se generaba como una especie de pesadilla porque además de actuar, en ese momento estábamos habitando hechos históricos que nos resonaron, que los vivimos como todos y los atravesamos”.
Diciembre de 2001 a título personal (el recuerdo)
“Yo tenía treinta años en aquel entonces. Recuerdo haber ido a la plaza por aquellas noches y la policía nos corría a caballo. En ese momento vivía frente al Parque Centenario, donde se hacían las asambleas vecinales. También viví, como todos, el desamparo y ese surgimiento del “¡Que se vayan todos!”. Después, a medida que fueron pasando los días, te das cuenta que en definitiva, lo que termina de ordenar las cosas es la política, que está metida en todas las cosas de nuestro quehacer cotidiano”.
“Creo que aquello era un grito de bronca y de desamparo por un Estado ausente. La sensación y la certeza de que te habían robado tus ahorros y no sabías qué hacer ni cómo hacer para seguir. Recuerdo que algunos te decían comprá un auto con la tarjeta (yo pensaba: ¿Para qué voy a comprar un auto?); Y a la vez, otras tantas y tantas personas se preguntaban: ¿Ahora, de qué vivimos?”.
“Es que las pérdidas fueron tremendas, algunas irreparables; Hubo gente que se enfermó, otros que se decidieron terminar con su vida, personas que quedaron sin trabajo, en la calle, fue tremendo. Y creo que la bronca era tan generalizada que no conozco a una sola persona que no le haya tocado en algo”.
La ficción que habla de la realidad
“Diciembre, 2001” está muy bien. Creo que refleja la preocupación de toda la clase media trabajadora y a la vez, muestra lo que pasaba en los diferentes estratos sociales. Creo que la serie logra mostrar que realmente se trató de una instancia excepcional en la que la clase media, que muchas veces no sale a la calle, decidió hacerse escuchar. Desde ese lugar creo que la historia está muy bien contada, porque a la vez abarca la situación que impactó en todos los sectores sociales, más allá de hacer hincapié en los entretelones del palacio”.
-La serie está basada en el libro de Miguel Bonasso; En ella queda muy clara la disociación entre el mundo del “Palacio” y “la calle”. Sentís que ahora habría alguna analogía entre aquello que estaba pasando en el 2001, en relación a esta disociación específicamente¨. y lo que le está pasando hoy en la sociedad?
L.M:- “A veces uno siente que hay una lejanía de la clase dirigente con la temperatura de lo que ocurre en la sociedad, pero no creo que hoy estemos atravesando una problemática como la de entonces. No lo siento así. Siento que es un momento, para muchos, de descrédito de la política. Y me parece que lo que es necesario en estos casos es lograr enfriar un poco la cabeza para entender y recordar que la política es una herramienta capaz de reencausar las cosas, porque lo otro, es el caos. Por eso recalco esto de la serie. Porque en los momentos de mayor caos, es en donde tenemos que estar más atentos, porque ahí están los que aprovechan la situación. Entonces vuelven a intentar arreglar el problema enfermándolo más vendiendo recetas de una economía liberal que ya nos llevó al fracaso y no fue hace mucho”.
“Es más, hace tan poco tiempo que sucedió esto en el marco de la línea de la historia del país, que me alarma que ciertos sectores de clase media que padecieron aquellas recetas estén hoy enarbolando las mismas como mecanismo de salvación. A mí me parece que el ordenamiento es a través de la política. El tema es no desanimarnos. Y yo entiendo que acá hay una responsabilidad de la dirigencia, que es altísima”.
Machín como espectador
“Yo estoy mirando la serie, voy por el capítulo cuarto y, por un lado, me produce una gran satisfacción por haber participado en este proyecto, pero también, como ciudadano de este país, me sacude con una profunda angustia. Yo he hecho a este personaje, estoy satisfecho con mi trabajo, pero también soy argentino y la vivo, la padezco, la sufro, la gozo como cualquiera y en este caso, es duro volver a ver esto”.
¿Cómo compuso al personaje de Domingo Cavallo?
“No hice ningún intento por modificar nada, la voz, algo aguda, me ayudó un poco. En cuanto a su modo de hablar, si bien es cordobés, no tiene tonada, pero al advertir que hablaba aspirándose algunas “s”, y como esto es algo común para los santafesinos; yo, al ser rosarino, es algo a lo que puedo echar mano con bastante facilidad. Por otra parte, estudié muchísimo sus modos, hasta sus equivocaciones al hablar, por supuesto esas que todos tenemos al improvisar; Yo, como actor, observé que si bien es una persona inteligente, no tiene mucha llegada a la gente, ni cuenta con características demasiado cordiales en su mirada, más bien se trata de una mirada distante, como abstraído en sus decisiones y bastante más en lo propio. Esos rasgos generales fueron los que tomé y estudié. Luego, también ayudan algunas herramientas técnicas, las tomas, las maneras de editar las escenas y todo un conjunto de decisiones que terminan por definir cómo se cuenta la historia”.
Por último, antes de despedirse, Machín advirtió su satisfacción por ser parte de este proyecto que, más allá de las sensaciones amargas que pueda remover, las tristeza que pueda traer y las fibras sensibles que logre tocar, no deja de ser un producto que, según sus propias palabras, “al igual que “Argentina, 1985”, se constituye en una producción audiovisual digna de ser vista por el material histórico que invita a repasar, por la problematización de cuestiones tan enraizadas en la sociedad argentina y porque en definitiva, esta producción, como otras, tienen tanto que ver con nuestra historia reciente, con nuestras decisiones como ciudadanos, miembros de una sociedad que logró recuperar la democracia hace cuarenta años, para entendernos y para que queden registros de qué fue lo que ocurrió y cómo salimos adelante”.
Algunos (otros datos) de “Diciembre, 2001”
Realizado por Kapow, el thriller político cuenta con la adaptación de Mario Segade y con la dirección de Benjamín Ávila, al tiempo que es protagonizado por un prestigioso elenco que interpreta a personajes que marcaron una época, encabezado por Luis Luque (Chrystian Colombo), Diego Cremonesi (Javier Cach), Nicolás Furtado (Franco Musciari), Jean Pierre Noher (Fernando de la Rúa), Luis Machín (Domingo Cavallo), César Troncoso (Eduardo Duhalde), Fernán Mirás (Carlos “Chacho” Álvarez), Jorge Suárez (Adolfo Rodríguez Saa), Manuel Callau (Raúl Alfonsín), Cecilia Rossetto (Inés Bruno), Manuel Vicente (Ramón Puerta), Alejandra Flechner (Hilda “Chiche” Duhalde), Vando Villamil (Carlos Ruckauf), Ludovico Di Santo (Antonio de la Rúa) y Sergio Prina (Héctor “El Toba” García).