(CNN Radio Argentina)- La escritora de títulos como “Mátate amor” habló con Aduana de Palabras a propósito de su último trabajo El ruido de una época. Además, hizo varias reflexiones interesantes respecto a la musicalidad que abraza su obra, al tiempo que expresó su crítica a propósito de las situaciones de encorsetamiento creativo que se repiten dentro de espacios de una libertad que tristemente parece no servir como contexto para que los autores arriesguen en sus distintas maneras de hacer mundos.
Aunque lejos se encuentra de gustar de etiquetas, nadie puede contradecir que hablar con Ariana Harwicz es estar ante una artista cuyo discurso y mundo interior responden, para empezar, a un estilo filoso, audaz y provocador. Es a través de ese discurso que la autora busca (o todo lo contrario) las preguntas posibles para contestarse y discutirse (tal como lo hace con aquellas ideas que escribe) y compartir con otros, muchos de los temas que aparecen en el recorrido de su último trabajo.
El ruido de una época es un breve ensayo en el cual la autora confronta posturas sobra la escritura, los escritores y escritoras de estos tiempos, aunque, según sus propias palabras, la intención no perseguía provocar o disparar contra ningún enemigo; sino que, su único objetivo fue el de disparar sin miedo.
Ariana Harwicz habló este sábado por la tarde en el programa conducido por Mariana Mactas y Bobby Flores a través del aire de CNN Radio.
-Acá tengo tu libro que me lo devoré en un día. Lo tengo todo marcado, anotado; Es un trabajo que hace un ruido independiente…
“Este libro que escribí, El ruido de una época, yo también lo tengo todo marcado; Porque yo lo escribí, pero también lo leo y lo discuto. Creo que esto de auto-discutirse es algo de lo mejor que un escritor puede hacer; y me parece necesario, así como uno puede discutir de temas con un otro, discutir con uno mismo. Es que escribir debe ser buscar ser incorrecto, alinearse con la incorreción”.
“El acto de escribir debe estar alineado con cierta incorrección”
-Qué te pasa a vos cuando te preguntan sobre el tema de lo que sucede en el mundo de la escritura? Esto de ver historias, autores y demás, tan políticamente correctos, por no mencionar a aquellas expresiones cancelatorias de obras de otros tiempos
“Yo en esto que ocurre le echo mucho menos la culpa al mercado que a la cobardía de los escritores y autoras de hoy (no digo en dictadura que es otro contexto). Por supuesto que hablo de la escena contemporánea y de países con democracia. Con esto digo, yo no soy tan crítica con los que te dan esas necesarias pautas estandarizadas, porque esas, en definitiva, son herramientas propias del mercado (¡y se utilizan porque necesitan vender!). Mi crítica apunta a la cobardía de quienes escriben y no defienden su obra”.
-Tal vez siento en vos cierta incomodidad a eso que te estén etiquetando como “la escritora latinoamericana”, creo que claramente intentas escapar a los hashtag a los que otros pueden jugar mucho con eso, puede ser?
“Adhiero a eso que decís., aunque nunca lo había dicho así. Creo que todo eso que hoy responde a un pensamiento limitado, mentiroso y falso del hashtag que expresa una identidad única a través de esa especie de rótulo o meme instantáneo (en el que se intenta describir a un autor o a una obra rápido comprensiblemente), es la gran trampa. Trato todo el tiempo de zafarme (es dificilísimo) del mote de “autora latinoamericana de cuarenta y pico, mujer, exiliada, bla, bla, bla“… A propósito de esto, alguien alguna vez me criticó como si yo renegara de lo que soy; No se trata de negar quien soy o lo que soy, es que todo eso no es interesante para la obra del autor. No es interesante que el autor sea una sola cosa, claro que, en términos de mercado, sí parece servir”.
Los ruidos del mercado y los ecos de cada autor
“Es claro que, con esta lógica actual, la que permite poder vender al autor con una descripción reduccionista, solo sirve en términos de mercado; y esa misma ideología corre como río por todos lados. Yo me meto en la sala de inteligencia de cada uno de los países occidentales en los que se venden mis libros y te puedo decir que en todos lados se repite ese mismo pensamiento y esa misma ideología de mercado; en esos términos sí se piensa de igual modo la cosa. Ahora, está en cada autor, y en su ética, ver cómo quiere manejarse si quiere someterse a eso o no “.
Crees que te estás haciendo un poco la fama de difícil por decir no a traductores y a gente que te invita a congresos, etc?
“Difícil no, porque sería un poco patético de mi parte querer hacerme la linda y la sexy con algo así, y además, en última instancia eso cae en el olvido con el tiempo y de ese gesto poco y nada queda en relación a la obra. En este sentido, creo que, lo que queda del artista no es la expresión o la actitud de un momento, sino más bien, su obra. Vos no te acordás de Charly porque una vez se bajó los pantalones en público, pero sí recordás su obra, sus canciones, su genialidad, lo que sentís con su música. Yo trato de esquivarle a las categorías. Me interesa pensar que lo que queda es la obra”.
Qué pensás de los que quieren cambiar la literatura y de lamoda de la cancelación de obras de otras épocas?
“Siempre digo lo mismo ante este tema, y para eso traigo a hoy la frase de Nietzsche cuando decía: Hay que juzgar a un escritor (o a un artista) con la misma lógica que a un criminal; Entonces, agrego yo (porque no se imaginan la cantidad de gente y de escritores que hay que adhieren a esta corriente de la cancelación de obras de otras épocas) que estos editores deberían ser juzgados por lo que hacen”.
Una advertencia como gesto políticamente correcto o una postura obligada de los tiempos que corren
“Esta moda viene de toda una movida que surgió en las Universidades de los EEUU. A partir de ella, los editores son los que, por ejemplo, le ponen carteles de advertencia a trabajos de principio de siglo pasado, y en ese cartel advierten: (No estamos de acuerdo con la ideología y los conceptos que expresa la obra de aquellos tiempos, etc). ¡Todo un discurso de disculpas y de no querer quedar pegado a nada de lo que esa obra dice, con un miedo! Cuando se trata, por ejemplo, de una obra que habla claramente de otros tiempos, y que es necesario que así sea. Para mí, eso es una agachada que no se puede creer”.
-Yo creo que estos disclaimer van a ser más comunes; Ahora bien, esta responsabilidad que claramente nadie pareciera asumir a la hora de tomar riesgos, o a la que nadie pareciera desear quedar pegado ¿A qué crees que responde? ¿A qué le tienen miedo?
“Yo a este fenómeno de desplazar lo que hay que decir para llevarlo al eufemismo de una lógica eufemística solo lo vi en dictadura, en la de nuestro país (aunque yo era muy chiquita) y en otras de países que me ha tocado visitar. En definitiva, eso es más bien algo que responde al tráfico de palabras; en donde lo que existe, existe, pero se lo disfraza por miedo a la policía local, algo que no se entiende en democracia (¿por qué deberíamos tener miedo?). El eufemismo no deja de ser el disfraz de las dictaduras. No veo cuál sería la razón por la cual deberíamos maquillar las palabras. A los chicos de hoy se les quiere dar libros falsos, llenos de eufemismos, y no está bueno eso”.
Preguntas con mucho ruido (y viceversa)
“Yo recuerdo visitar la biblioteca gente religiosa, muy ortodoxa, y preguntar sobre qué podían leer y a qué autores no podían acceder. Recuerdo a una chica de un barrio judío de Israel a la que le consulté si le estaba permitido leer Shakespeare, por ejemplo, y ella contestarme que no; claro que tampoco podía escuchar a The Beatles. En ese entonces recuerdo que yo pensé: qué horror que te purguen, que fea esa purgación de tu libertad, de tu biblioteca, etc… De todos modos, esa situación para ella respondía a la lógica de alguien súper ortodoxo, y es comprensible”.
“Ahora bien, en términos de esto que sucede en sociedades democráticas, liberales, occidentales, me pregunto: ¿Qué es lo que nos pasa? A veces pienso: qué cínicos somos, sobre todo cuando esta lógica no logra repetirse con la misma fuerza en otras cuestiones tales como: Los alimentos que comemos; en qué auto andamos, o la procedencia de la ropa que compramos (si viene de talleres clandestinos, por ejemplo); hay mucha cosas que hacemos que extrañamente no nos llevan a preguntarnos qué recorrido moral tienen. Es como medio rara la cosa ahí, no?”.
En épocas de cancelación: El personaje (escritor) devora la obra
“Yo creo que hoy hay mucho más pensamiento a la hora de la creación. Los escritores, los autores, los académicos, los periodistas, todos piensan muchas veces todo antes de hacerlo. No es que yo invento lo que sucede. Hay muchos que se jubilan (que es una especie de suicidio en vida) antes de tiempo; o bien muchos académicos, históricos profesores universitarios se llevan a la muerte social porque tienen miedo de dar clases y que los alumnos los expulsen. Otros en cambio hoy dan las clases con miedo. Es que en todo esto que sucede existe una lógica que responde a las dictaduras, pero a cielo abierto. La contracara de esto es que hoy ves a muchos de los escritores y escritoras contentos, o por lo menos eso es lo que yo veo. Se que con esto que digo me van a matar, pero, detrás de toda una postura, por lo menos en aquellos casos de aquellas a las que les va bien, hay todo un usufructo”.
“Acomodarse a ciertos discursos termina siendo la fórmula del éxito”
“Hoy en día es innegable que hay mayor visibilidad de escritoras mujeres. No sé si después habrá un revanchismo y los hombres volverán a acaparar todo como ha sido antes, pero en todo este tema también hay una idea de acopio de poder porque cuanto más yo defiendo una idea, en twitter, en notas o en donde sea, y defiendo las buenas causas, más libros me compran, más Best Seller soy, mejor caigo, tengo más popularidad, más poder y más contratos (por ende, más guita gano). En definitiva parece que da buenos frutos estar cerca de las buenas causas”.
Es que, como ocurre en la sociedad, en el mundo de la escritura también la gente se va acomodando en el lugar bueno donde da el sol. Hoy no se puede criticar nada. Es algo incorrecto. Nada con lo que estés en desacuerdo se puede expresar (pareciera). Yo creo que, sin discusión de los temas, pensando uniformada y unívocamente, tampoco hay crecimiento. Además, algún día esto se va a dar vuelta todo y, si uno es fundamentalista con un tema por conveniente postura, cuando todo encuentre cierto equilibrio, va a quedar expuesto ahí, de ese lado”.
“El arte debe y tiene que estar peleado con lo que se impone como moda”
“Hoy en día hay cosas que ocurren entre las escritoras que están bastante lejos de la diversidad, una diversidad que veníamos buscando pero que no logramos construir pareciera. Yo en algún momento pensé que podría ser posible juntarnos todas y armar un diálogo con la participación de diferentes pensamientos, pero no fue posible. Después de todo era eso lo que queríamos ¿no?”
“Un libro debe ser un disparo al corazón”
Así lo dijo la escritora al aire de la radio, al tiempo que agregó. “Siempre es preferible trabajar siendo crítica del ruido de la época, y de la sonoridad provocada por la literatura. Creo que, como escritora, es fundamental tratar de pensar sobre qué escribir. Después de todo, lo que más valoro de un escritor, es cuando escribe por fuera de lo que le piden que escriba”.
“Para mí pensar significa poder vaciarse de los espacios cómodos de nuestra propia ideología para permitirse entrar en el laberinto de las contradicciones, las dudas, lo ambiguo de algo que puede ser una cosa y a la vez ser otra al mismo tiempo, porque depende de cómo estoy mirando, desde qué perspectiva”.
Con todo, cabe destacar que El ruido de una época inaugura la colección de No Ficción de Editorial Marciana. En el trabajo, se escuchan ruidos que nos dejan pensando, ruidos de estruendos, algunos de ellos, suenan así, al estilo, Ariana Harwicz: “La única condición de un escritor, de la generación, la cultura y la época que sea en la historia, es la de ser único e irreductible”.