Virus operó como catalizador de la experimentación del erotismo y de las luchas por las identidades de género que serían reconocidas décadas más tarde. Foto: Instagram @planetalibrosar

(CNN Radio Argentina)- Es mucho más que el autor de grandes canciones para la banda que llegó a la escena del rock nacional (y a la vida de muchos) para provocar y despabilarnos hasta volverse genialmente inmortal. Es un artista multifacético que supo construir y participar de una gran arcoíris poético, estilístico y original, en tiempos de una coyuntura pesada, triste y oscura y de poco lugar para maniobras que esperanzaran el camino a una libertad posible.

Nadie puede negar que la inventiva, impronta (y poesía) de Jacoby lo ubicará por siempre entre uno de los artistas más exquisitos de nuestra escena (e historia) poética- musical. Es que, hablando de palabras: Jacoby es la literatura Virus (y viceversa). Es el autor de muchas de esas canciones que nos llamaban a salir a buscar un mundo en donde ocurrieran esas historias encriptadas con aires de pasión, diversión y erotismo.

Jacoby pasó hoy por la tarde por la Aduana que cada sábado proponen Bobby Flores y Mariana Mactas para sellar el pasaporte de un invitado especial.

Y esta vez, el placer estuvo en manos de uno de nuestros históricos artistas nacionales, con un recorrido de gran compromiso y creatividad quien supo llevar adelante iniciativas disruptivas tales como:  el “Primer Manifiesto del Arte y Los Medios”.

Además, participó de “Las Experiencias del 68”, muestra colectiva del Instituto Di Tella y fue impulsor y parte de la histórica “Tucumán arde”.

Entre tanto que hizo, Jacoby también diseñó e impulsó algunos de los primeros experimentos de redes, como “Proyecto Venus” y “Bola de nieve”.

Fue galardonado con una Beca Guggenheim 2002, además de impulsor de la revista Ramona (2000-2010) y, como si todo esto fuera poco, es el autor de cerca de 40 letras para el inigualable Federico Moura. Como si no hubiera sido suficiente, entre tanto que supo construir, Jacoby insiste y sigue haciendo ruido con su literatura.

A su ocho plaquettes o libros de poesía, cinco de ellos publicado en 2018, hoy se le suma este proyecto que relata historias y nos trae letras de la banda platense que marcó una época y un norte a la hora de expresarse y hacer canciones. Y es que Roberto Jacoby es la literatura de Virus, junto con el torbellino del arte de los Moura- Serra. Las letras que guardamos en nuestro recorrido histórico, las letras que todavía queremos seguir cantando y descubriendo.

M.M:- ¿Cómo fue esto de “Superficies de placer, mis letras para Virus y otras canciones”? Digo: Cómo fue esto de plasmar por escrito no solo las letras, sino también, la historia de una época (los 80), con todas las cuestiones que giraban en torno a aquel momento de ebullición social que se daban en aquel país; aunque en este de hoy creo que Virus parece poder condensar también muchas de las cosas que suceden.

R.J:-  “Sí, y cuanto más tiempo pasa más se ve eso. Más se reconoce que aquello que ocurrió se destacó entre muchas otras cosas y finalmente dejó algo. Una historia, o una toma de posiciones, pero dejó huella”.

B.F:- También el público participaba mucho de las letras de Virus. La gente siempre las cambiaba, siempre para bien, siempre a favor, pero lo hacía.

R.J:- Sí, totalmente. Siempre las cambiaban a favor, pero en general eran guardadas.

B.F:- Cada vez que miro para atrás, pienso: ¡Qué buenos éramos en los 80! ¿Cómo te vinculaste a Federico? ¿A los Moura?

R.J:- A Federico lo conocía mucho antes de que decidiera hacer un nuevo grupo. Un poco por el ambiente de los artistas plásticos y visuales, de los artistas de la moda, que era en donde teníamos amigos comunes. Una vez en un cumpleaños charlamos un montón y ahí sentí que lo conocí más profundamente. Me pareció un pibe muy inteligente, simpático y divertido. Después, muchos años después, cerca de los 80, él ya se había lanzado a Virus y ahí fue cuando me contactó por medio un amigo común (el artista Daniel Melgarejo)”.

“Por supuesto que él ya sabía que yo estaba escribiendo, incluso sabía también que había escrito canciones para mí. Un día vino a casa, miró el material y sin decirme mucho, me miró y me dejó un cassette. Creo que eso lo hizo dando por supuesto que yo lo iba a hacer. Bueno, él era muy influyente. Se proponía algo y solo miraba para adelante. En ese momento se llevó lo que luego iba a ser: “El rock es mi forma de ser”, cuya letra estaba toda, menos el estribillo, que lo agregamos después”.

B.F:- Los hermanos Moura componían?

“Julio es quien más compuso. También Federico. Él tenía muchas inquietudes. Tenía una casa de ropa llamada Limbo. Diseñaba las prendas él mismo. Era muy estético, muy curioso. Era todo un investigador. Siempre viajaba para conocer cosas nuevas”.

No sé en qué momento se instaló que soy de “El Di Tella”

“No me gusta mucho que digan que yo soy o yo era “de El Di Tella”, porque no existía tal estrecha relación, pero bueno, quedó así. Tal vez eso se construyó por mis exposiciones y mis intervenciones audiovisuales. Sí es cierto que allí hice varios espectáculos. Se trataba de otros tiempos. En aquel momento, para hacer algo, había que inventar todo; como si hoy para empezar a trabajar tuvieras que hacer primero vos mismo la computadora”.

M.M:- Creo que una de las cosas más destables y valiosas del libro (con prólogo de Andrés Calamaro) tiene que ver con que, además de tus canciones firmadas (de diversas maneras) es que constituye todo un documento artístico e histórico importante para mostrarle a los chicos jóvenes, cuánto tuvo que ver Virus con la irrupción de una primera temática Quid, cosa que fue hasta muy resistida por el mundo del rock, que les gritaba: putos! o les miraba con cierto desprecio (al principio)  y hubo ahí como unas pequeñas barricadas que se armaban, no?

R.J:- “Sí, claro. Todo esto que decís ahora es muy difícil de imaginar, sobre todo dentro del ámbito cultural. La represión policial, por ejemplo; las costumbres; lo que a la gente de aquel entonces le gustaba hacer y no hacer. ¿¡Qué decir de todo aquello!? Eran tiempos en los que la represión venía por todos lados, no solo desde un sector más de derecha. Pero todo esto nunca nos importó demasiado. Y a Federico le importaba “NADA”. Absolutamente nada. Al contrario. Él decía que todas estas reacciones tenían que ver con que habíamos dado en el clavo. Que estábamos haciendo algo que pegaba y que por eso era la incomodidad”.

B.F:- Eran épocas en los que era todo un triunfo que las hordas de termos cuadrados te quisieran bajar del escenario a naranjazos (tal como contaba el otro día en este programa Daniel Melero) ¿Por qué? Porque lo que pasaba era que, luego de eso, al otro recital, todos los que no queríamos ser ni hippies ni heavy metal, los íbamos a ver a ustedes, porque eran a los que había que ir a ver.

“Sí, es como que nuestra propuesta quedaba un poco en el medio en aquella época. Bueno, era un momento turbulento, explosivo, donde pasaban muchas cosas. Sin ir más lejos, en cuanto a lo que estaba en ebullición permanente: En el libro incluyo un listado de lugares que se abrieron en los años ochenta (forma parte de una investigación del tema que hicieron unas chicas que estudiaron el tema). No podés creer la cantidad de lugares, boliches que se abrieron en aquellos tiempos como una necesidad de generar espacios de encuentro, espacios de libertad, de expresión, de construcción como contracara de todo lo que venía sucediendo. Era un momento atravesado por boliches que se abrían por todas partes. Mi lista es solo un recorte de lo que ocurrió en Capital. Pero debía haber mucho más más allá de la ciudad”.

El repaso histórico que se disfruta y se convida

Me gustó mucho poder hacer en el libro una especie de repaso histórico, para poder transmitir un poco la complejidad que tenía toda aquella situación. Porque cuando se dice algo respecto de “los años ochenta”, pocas veces se logra mostrar la cantidad de actividades y cuestiones efervescentes que había; con una tensión que había durado en el tiempo que no vio venir toda una cantidad de elementos generados, como por ejemplo, un gran número de letras de canciones muy provocativas que proclamaban la libertad, la transgresión y una cantidad de mensajes encapsulados que pujaban por salir”.

Cómo era escribir con Federico Moura

“En el trabajo con Federico, nunca jamás tuvimos un desacuerdo en las letras. Él siempre iba para adelante. Nos entendíamos bien porque creo que teníamos un humor parecido. Nos reíamos mucho hasta que quedaba la canción. Básicamente las letras las escribíamos en su casa, un departamento en Suipacha y Viamonte. Ahí nos juntábamos a componer. También hablábamos horas por teléfono. Muchas de las letras las arreglábamos así, hablando tras el tubo. A veces eran charlas muy largas, intentando dar con esa palabra grave o tal otra aguda, para que rimara y quedara bien. Yo las letras las solía entregar completas, pero había que hacer encajar la poesía con la música, cosa que a veces no es nada fácil”.

¡Bueno este es el libro que les presento! Por último, les quería decir que, como ven, el mismo tiene un culo en la tapa, pero también pueden ver ahí, que se yo: Un corazón y hasta, por qué no ¡un durazno!”.

A propósito del libro que tiene prólogo de Andrés Calamaro (algunas palabras de otros artistas):

¡Qué suerte! ¡Estamos ante la maravilla! ¡Roberto nos obliga a sentir la maravilla! ¡La maravilla del amor, la maravilla del sentir y de escribir! ¡La maravilla del tiempo! ¡La maravilla!
¡Jacoby, la maravilla! dijo Fito Páez

Al tiempo que, Adrián Dárgelos expresó: Las de Jacoby son letras espléndidas que viven en mí y han suscitado muchas reflexiones. Es sorprendente cómo resisten el tiempo y ganan altura con el correr de las décadas. Además, son fundamentales para entender lo que siguió en la escena de la música popular argentina.