(CNN Radio Argentina)- El actor y dramaturgo se encuentra presentado este unipersonalbasado en la novela de Sergio Bizzio. A pesar de haber sido planificada para doce únicas funciones, el éxito a sala llena y el “boca en boca” que no para de crecer, auguran que la pieza podría ir sumando fechas para más funciones, según lo adelantó Tolcachir este domingo a través del programa de Cecilia Laratro. Además, por otro lado, y no menos importante, el artista, en su faceta de director teatral dio algunos detalles prometedores de lo que sucede en el marco de los preparativos, ajustes y ensayos de la obra “Mejor no decirlo”, donde juntará por primera vez a Mercedes Morán e Imanol Arias.
Para hablar de estas obras, de su amor incondicional por el universo teatral; de su experiencia reciente con “Rabia” y con el público tras el estreno, y de algunas otras cosas más, Compañía de Radio tomó contacto con el actor, director y dramaturgo, quien además compartió en el aire de CNN Radio, varias de sus experiencias de vida con el teatro (y viceversa).
Pongamos que hablo de… “Rabia”
Rabia, es una inquietante pieza teatral que cuenta la vida clandestina de un hombre. Con esta historia, Tolcachir hizo una temporada en el Teatro de la Abadía, de Madrid; que es literalmente el edificio de una abadía. Un espacio muy especial, con unos techos de cuarenta metros de alto, un marco imponente para el caso; tras lo cual, la obra realizó una gira por la capital española. También fue estrenada en Mar del Plata y en la ciudad de Montevideo. En tanto que, el jueves 15 de febrero hizo lo suyo en Timbre 4, el complejo cultural cofundado junto a Lautaro Perotti y Gerardo Otero (su compañero de vida), y que ahora también tiene dos sedes en la capital ibérica.
De dónde viene “Rabia”, y en qué se convirtió…
Se trata de una aclamada novela del argentino Sergio Bizzio, adaptada para el teatro de la mano del propio Tolcachir en colaboración con Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo. La obra homónima de Bizzio se convierte así en un monólogo que conmueve y ata al espectador, dejándolo inmerso en una espiral claustrofóbica y de violencia latente de la cual es difícil de salir.
Claudio Tolcachir, director de La omisión de la familia Coleman, Tercer Cuerpo, Emilia y El viento en un violín, entre otras, se sube al escenario para volver a sorprendernos, (una vez más), como actor, con este inquietante y desafiante ejercicio dramático.
Tolcachir: En primera persona del singular (y no tanto)
-¿Hace cuánto que leíste la obra y cómo has quedado enganchado tras ello, en el tiempo?
“Yo la habré leído hace más de quince años. La novela tiene veinte años. Es de esos libros que, cuando los descubrís, algo ocurre allí de empezar a militarlo y a recomendar que todos los lean. Creo que lo que me atrapó de la historia fue esa capacidad de dejarte muy expectante, con muchas imágenes fuertes; además de provocarte y llamar tu atención por esa situación que tiene al lector como alerta ante este personaje que teme siempre estar por ser descubierto (porque este está escondido y nadie lo sabe). En definitiva, esas son situaciones que llevan al protagonista a trabajar para ir buscando maneras de esconderse, y de convivir con ese otro personaje que es Rosa, que es con quien tiene una historia de amor. Cosas como estas, y otras, creo que hacen de esta pieza algo hermoso”.
“Claro que también habitan en ella varios de los condimentos de un thriller; las cuestiones de las clases sociales; el abordaje de temas como los invisibles dentro de la sociedad (que no es un tema menor); además de la cuestión misma desde el punto de vista, si se quiere, existencial, que le permite a mi personaje, a partir de estar solo en esa casa, encontrarse con quien es, amarse y darle, de algún modo, cierto sentido a la vida; Y tanto más”.
-“AHORA TENGO TIEMPO PARA PENSAR… NUNCA HABÍA PENSADO”…Esa es una frase que, tengo entendido, te gusta mucho…
“Sí, es así. Sobre eso, el otro día, Sergio Bizzio (que estuvo en España), me dijo: ¡Esa es la primera revolución del personaje! Porque él, yendo y viniendo en esa, su propia vida que transcurrió hasta ese momento como en automático, de pronto se encuentra con que piensa y con que, a partir de esa capacidad de “pensarse a sí mismo”, se abre la posibilidad de ir descubriendo quién es, qué cosas le gustan, qué le pasa con las cosas que piensa y que le aparecen; y todo eso es muy conmovedor también”.
-La historia del personaje, sabemos, asume un riesgo grande. ¿Cuál crees que fue el riesgo que asumieron ustedes a la hora de desplegar en el espacio esta historia?
“¡Todos! Riesgos…Todos. Todo podía salir mal. Había riesgo y miedo. Todo eso se mezclaba. Pero ante el miedo, yo me decía: Cómo no voy a contar esta historia, ¡si se trata de un relato tan genial! Yo, en esta puesta, aunque soy el que encarna al personaje, no dejo de ser un relator. Y acá creo que hay un viaje emocional de cosas que le van pasando a este hombre; Al punto tal sucede algo realmente bueno que, casi sin que el público se dé cuenta, son ellos quienes empiezan a imaginar todo lo que la historia relata, como: la casa y otros tantos elementos que son traídos a escena por la historia. También hay allí, hay que decirlo, hay como un efecto que acciona (y esto lo sabemos porque el público se ha encargado de hacérnoslo saber), que tiene que ver con lo que el espectador logra llenar en el marco de esta historia. En todos los casos, lo que nos comparten, es que se pegan un viaje que los envuelve de modo tal que, luego se hace difícil soltar hasta el final de la obra. Y eso, es maravilloso para todos”.
-Yo vi la obra e intentado ir un poco más profundo, pienso que de repente: “José María podríamos ser cualquiera de nosotros, en tiempos difíciles y hostiles tales como ciertos contextos, propios de nuestro país que, a veces, nos cuesta reconocer. Algo propio de estos tiempos. ¿Qué crees vos?
“Cuando una obra se vuelve tan universal, habla de cualquier proceso humano que esté ligado al trauma, lo que implica encontrarse en el vacío, transitar lo que allí sucede internamente, para luego redescubrirse, y volver a armarse inventándose un mundo; Claro que, aunque el texto nunca habla del tema, para este personaje principal de la obra, su única compañía e interlocutora, digo, con quien comparte todo, no es más que una rata. Y claro, esto también no es un dato menor. Porque, aunque el relato nunca habla explícitamente del tema (como sucede en los buenos textos, que lo importante, está escondido allí en la trama), ocurre algo ahí que habla de este sistema tan hostil, de tan poca humanidad y de tan poca empatía, que se empeña en trabajar para que los invisibles sigan siéndolo y sigan estando fuera del sistema. Por eso también tiene mucho sentido hacer esta obra”.
-Hablemos de Timbre 4, del origen
“¡Contar esta historia es de mis preferidas! ¡Aquello que pasó fue una locura! Yo me mudé ahí en 2001, (hablando de crisis). Teníamos veintipico de años. Nos juntábamos a hacer fiestas ahí, pero también a hacer teatro. Teníamos vecinos (normales); y nosotros hacíamos una obra que trataba de historias de un Cabaret. Motivo por el cual, ¡uno de los vecinos estaba convencido de que ahí funcionaba realmente un cabaret! y no nos quería para nada. Nos denunciaba muy seguido porque, claro, hacíamos mucho ruido. Bueno, eso fue creciendo como refugio del teatro, como sitio donde ser, hacer y refugiarnos. Recuerdo que yo dormía en timbre 3 y hacíamos teatro en el 4”.
“Eran épocas de crisis, y lo que hicimos era construir un espacio donde encontrarnos con la gente, entre nosotros, para trabajar, pensar, idear cosas, proyectos. También desde allí nos íbamos a la plaza a reclamar por aquello que creíamos que teníamos que reclamar. La idea era no quedarnos quietos, hacer, movernos, etc… Después de todo, creo que yo, como tantos otros que conformábamos ese espacio, no éramos (ni somos) más que los hijos de aquellos espacios donde nos formamos. Digo esto porque, por ejemplo, yo, como alumno de Alejandra Boero, presencié muchas veces la hermosa locura de esa artista, de esa gran mujer. Y, de ella, además de tanto teatro, también aprendí, (como asistente de una de sus salas, con tan solo 16 años) que, cuando uno tiene ganas y fuerza para hacer teatro, lo que hay que hacer es buscar un lugar y abrir un teatro. Ella hacía eso, y yo, tal cual lo he visto repetidas veces, así también lo aprendí. El teatro es un lugar donde hacer cosas cuando tenés ganas. Pero también es un lugar que, cuando no tenés ganas, siempre te espera. Timbre es de lo más importante que yo he hecho en mi vida”.
-El teatro… es una maravilla existencial. En la obra, yo veía que, desde el escenario, vos mirás a gente del público. Quisiera saber: ¿Eso te distrae?
“No, para nada. Yo estoy tan solo en escena que, cuando yo veo a la gente, me retroalimento. Si yo los puedo ver, es algo que me nutre, no me distrae. Es como si el público fuera mi compañero de escena. Espero que no se incomoden, pero es así como sucede. Me sirve mirarlos. Hacer contacto visual con ellos es algo que me gusta y me energiza para la actuación. Sobre todo en esta obra”.
-De “Rabia”…Lo que se viene…En el Paseo La Plaza: Mejor no decirlo
Cabe destacar que Tolcachir prepara para el 22 de marzo Mejor no decirlo, una comedia que irá a la sala Pablo Neruda del Paseo La Plaza y que une por primera vez a Mercedes Morán e Imanol Arias en escena. La producción corre por cuenta de Pablo Kompel. Respecto de este proyecto, Tolcachir dijo: “Actuar en esta obra y, dirigir otra, suelen ser los momentos donde mayor inspiración encuentro. Como si pudiera cambiar continuamente el punto de vista. A mí me gusta mucho esto de combinar los roles. Se trata de trabajos distintos pero que en definitiva persiguen una misma búsqueda: Que la cosa suceda; descubrir cosas nuevas; encontrarles el tono a las obras; encontrar lo mejor de cada actor”.
“La obra “Mejor no decirlo” es muy ingeniosa y hay tan buena química entre los dos actores que es algo que entusiasma mucho. Creo que estamos sacándole el jugo a un material que plantea cosas tales como: ‘¿Qué pasaría si dijéramos todo lo que pensamos a todo el mundo? Es un tema actual para cuestionarse y la obra plantea un enfoque que me parece que vale la pena. En este sentido, yo tengo una escena entre mis favoritas, en la cual ellos dicen, respecto de un tema y de manera honesta: “Creo que, en verdad, no tengo opinión sobre eso”… Esa respuesta me parece que es muy valiosa en sí misma, sobre todo en estos tiempos en donde todos parecen saber de todos los temas”.
-Abriste Timbre 4 x2 en Madrid…
“Sí. Así es. Se trata de una posibilidad que apareció hace tres años y que creo que he sabido tomar. Se trata de una iniciativa de abrir un espacio allá de teatro con el espíritu de el Timbre 4 de Buenos Aires. Me entusiasmó la idea de alimentar el teatro de acá con ayuda de refuerzos desde afuera, entonces fuimos allá y empezamos a trabajar. Hoy tenemos allá dos sedes que están creciendo, a la par que la productora, y a las que les va muy bien. Yo voy y vengo, trabajo acá y allá siempre que pueda y que la dinámica me lo permita. Es así que esto se fue armando, de modo tal que hoy, es como que tenemos dos casas. Y en este contexto es el que me siento feliz. Y por supuesto, del que me alimento, en donde me refugio y donde me desarrollo. Es, en definitiva, donde elijo estar. Porque el teatro, ya sea haciéndolo, escribiendo obras o dirigiendo, como sea, siempre pero siempre es un espacio que hace bien”.