La consagrada actriz pasó por Compañía de Radio y, entre otras cosas, explicó lo necesaria que es la cultura para un pueblo, aún, cuando este, esté sumergido en una profunda crisis.

(CNN Radio Argentina)- De miércoles a domingo en el escenario del Teatro Picadero, la actriz se luce con esta adaptación teatral de la consagrada novela de María Negroni, bajo la dirección de Alejandro Tantanian. Se trata de una pieza que propone mucho más que viaje hacia el descubrimiento de uno mismo; que toca fibras universales, trasversales a cualquier mortal, y que, entre tanto que hace, logra ir desde lo íntimo a lo artístico, recorriendo una historia a través de uno de los vínculos más inmensos y difíciles de describir, entender y a veces sanar, el vínculo materno-filial.

Marilú Marini está de regreso en el teatro de Buenos Aires. Y, a juzgar por el boca en boca, lo que hace en las tablas es eso que tanto nos cautiva, porque el público que asiste a verla, señores, aplaude de pie.

Y es que Marini logra sacudir al espectador con esta adaptación teatral de la ovacionada novela de Negroni, una especie de ajuste de cuentas de una hija con una madre desesperada y desesperante.

De otro modo, podría tratarse, además, del desmontaje de una vida que va de la simbiosis al enfrentamiento, de la huida de la casa familiar a la clandestinidad revolucionaria, y de la migración al descubrimiento de sí misma a través de la escritura.

“Las relaciones materno-filiales siempre son complejas y, a su vez, absolutamente singulares”, explicó hace un tiempo Tantanian, quien tomó contacto con la pieza literaria cuando se publicó, en 2021, e inmediatamente pensó en llevarla al teatro con Marilú Marini como actriz protagónica.

Este domingo por la tarde, el programa de Cecilia Laratro conversó con la prestigiosa artista a propósito de algunas cuestiones como: su preparación para cada función; el abordaje de la obra; y sobre lo fundamental de la cultura para el desarrollo de los pueblos, de su identidad y de su imprescindible crecimiento espiritual e intelectual.

-“El corazón del daño” es una novela de María Negroni, quien ha escrito a propósito de su madre, para viajar dentro suyo y poder hablar de ella misma. Yo quisiera que hablemos del tema, pero antes, quisiera consultarte algo, porque tengo entendido que tenés una preparación para la función, muy especial, y me gustaría saber ¿cómo es?

“Sí. Mi preparación consiste en lo siguiente: Llego tres horas antes de la función al teatro. Voy al camarín. Allí, hago una especie de clase (con un trabajo corporal que va a lo esencial, muy corporal e intenso); luego repaso el texto; me maquillo; y estoy conmigo misma y también con el equipo. Yo necesito ese tiempo porque me significa estar alejada de todo; un poco inmersa en ese mundo, en esa otra escena que no es más que la del teatro y luego, la del escenario”.

-Marilú: Esta puesta en escena de Tantanian implica una especie de nueva creación del libro de Negroni, ¿verdad? Y creo que de ahí un poco esa frase de: “Voy a actuar lo que sucedió”. Como si esta obra fuera una nueva creación, como independiente del libro de María. ¿Es así?

“Es algo así, pero en definitiva es también una mirada de María misma, puesto que, la adaptación de la novela la hicieron María (Negroni), Alejandro (Tantanian), y Oria Puppo; Es una mirada sobre esa obra, y es algo que está contemplado para que se haga cuerpo. El teatro es cuerpo. Digo esto para que se entienda: Que se haga cuerpo un texto rico poéticamente, es darle a eso lo concreto y lo presente de un cuerpo en un escenario frente a los espectadores. Es decir, el lugar donde básicamente se produce que, uno de la tribu cuente un cuento para que el resto de la tribu escuche y viva ese cuento”.

“El trabajo fue una labor para encarnar y para, no solamente contar lo que pasa en esa intrincada, complicada y maravillosa relación madre-hija, sino que también, para contar la historia a través de esa relación. De todo ello es que María finalmente deviene autora. Ella logra transformar ese material; ocurre ahí una alquimia con todo lo vivido. Por eso está esta cita está presente en la obra: Voy a contar lo que me sucedió (que es también una citación de Clarice Lispector)”.

- Cómo crees que fue el aprendizaje que ella tiene sobre su madre?

El aprendizaje de esa madre es un poco el aprendizaje que tenemos todos sobre nuestra madre, que es: Lo vivido y lo sentido; ese contacto por ese cuerpo que ella no siente cercano y presente para con ella. Ella siente una especie de confusión “como una relación de no límites” entre ella y su madre, que finalmente ella puede aclarar y entender, puesto que, de ese magma, de esa confusión, nace la autora y nace este libro. Es importante entender del humano aprendizaje de la cotidianeidad, del contacto, del afecto desde lo físico, del cuerpo a cuerpo y, en el caso de esta madre, lo que hay es un cuerpo ausente que justamente por estar ausente está aún más presente en ella. Porque a veces, en la falta, es donde se está mucho más presente”.

-Quiero decir que, en este equipo ya varias hemos ido a ver la obra y, debo advertirles: Marilú logra muchas cosas allí, entre tantas…Hace que cada función se desarrolle sin un solo sonido de celular. No vamos a develar cómo es que lo logra, pero lo cierto es que convence a todos, de la mejor manera.

Cuando el ADN es sabio y manda señales al corazón

-Queríamos saber si tu residencia sigue siendo en Francia. Y, cuando hablabas de este texto, que ya interpretaste en España: ¿¡Quería saber qué te conectó con el texto que fue capaz de hacerte venir a Argentina!?

“Es un texto muy evocador. Un texto que pide que tu cuerpo de emociones y de memoria, y pide que, de lo vivido, aparezca y se haga presente en la actuación y en el trabajo eso que tiene que salir. Y también, actuar en Buenos Aires, es una gran emoción. Yo vivo en París, trabajo allí, tengo a mi familia conmigo. Y tengo la suerte hoy de estar actuando La Tempestad, en breve, en una gira. Así actuaré, por ejemplo, en Hong Kong. No obstante, todo aquello, para mí, actuar en Buenos Aires es impactante. Yo vivo desde 1975 en Francia, pero todos los códigos de esta ciudad están en mi ADN. Yo me encuentro acá y me pongo nerviosa por sus contradicciones y me enojo, pero, aun así, lo amo. Me reconozco acá en Buenos Aires, en las partes nobles y comunicacionales, en las partes luminosas, pero también me reconozco en las oscuras. Y somos un poco de los dos. Creo que nosotros somos capaces de lo más luminoso y de lo más terrible. Yo, cuando estoy en Buenos Aires, me siento cerca de esta humanidad y ella me abraza. Estoy hecha de esta humanidad”.

-Contame tu relación con tu mamá; porque yo creo que en la obra aparece algo de la relación de la protagonista, y también, para contar su historia, entra en juego la relación en función de su padre. ¿Puede estar subyacente esta relación en la obra?

“Sí, claro que sí. El padre siempre, en la relación madre-hijo es el tercero, el que rompe y, creo que es una figura muy importante en ese sentido. Mi madre era prusiana, muy bella, muy linda, pero era distante. Además, estaba en un momento de distancia cuando yo nací: había perdido recientemente a una hija de solo tres años de edad. Ella era una hermana mayor que yo. Su pérdida fue en mi madre un dolor insoportable, del que no sé cómo se sale. Por otra parte, yo sé que llegué como algo luminoso para ella, pero sé también que, al mismo tiempo, ella estaba tan tomada por ese duelo, que le era difícil contactar directamente conmigo. Bueno, cada ser humano tiene su historia con su madre”.

“Volviendo a la obra: Acá, en esta relación de madre e hija, como en todas, el padre es importante. Y lo es, en tanto es un padre con el que uno siente que María ha tenido una relación muy fuerte. Un padre que la puede sacar de ese dúo que forman con la madre, como simbiosis de relación de madre e hija. Sobre todo, de una madre que no sabía mucho de los límites que debía establecer para con su hija. En fin, respecto de mi relación con mi madre, también es así, como toda relación filial, desde lo más luminoso hasta lo más oscuro”.

-Qué significa para vos la cultura del país?

La cultura de un país es lo que da identidad, es lo que da presencia en el concierto mundial. Y la cultura argentina, es una cultura que está representada en el mundo por la música, la pintura, la escultura, el teatro, el cine, la literatura. No dejar que florezca es cortar ese cuerpo argentino en el mundo. Me parece algo esencial, porque la cultura de un país es un lugar de encuentro para el pueblo, para la gente. Yo siempre recuerdo en la época del corralito (allá por el año 2001) que la gente, con lo poco que tenía y podía, se juntaba en el teatro. Y esto sucede porque, en definitiva, es la cultura la que nos rescata, nos hace ser parte de un sistema social que nos pertenece y al que pertenecemos”.

-El teatro, como cuerpo cultural, nos salva. La crisis hace que la gente vaya al teatro

Necesitamos estar en contacto con el cuerpo del otro. Siempre es bueno rodearnos. Después de todo, somos seres sociales, sensibles. Necesitamos del otro para vivir. La vida en sociedad nos aliviana la carga; la constitución de un entramado culturales necesario y nos alimenta el alma y nos da amplitud para razonar y pensar. El teatro es el cuerpo y es también la acción. Por todo esto y por más, es que los espero para compartir esta obra maravillosa, en el Teatro Picadero, en el pasaje Santos Discépolo de Buenos Aires, de miércoles a domingo, a las 20 hs. ¡Los esperamos!”.