(CNN) — Un nuevo incidente desató las tensiones entre Estados Unidos y Afganistán. En esta ocasión, la masacre de 16 civiles afganos perpetrada por un soldado estadounidense cuestiona la estabilidad en los próximos meses, cuando la misión militar encabezada por Estados Unidos haya transferido las responsabilidades en materia de seguridad a las fuerzas afganas.
Los tiroteos del domingo fueron la culminación de una serie de hechos —la quema de ejemplares del Corán por parte de soldados estadounidenses que ocasionó violentas represalias e incluso ataques que se cobraron la vida de miembros de las fuerzas de Estados Unidos— en los que se despertó la ira y la desconfianza entre los gobiernos de Estados Unidos y Afganistán.
La principal preocupación es que la atrocidad aparentemente ejecutada por un soldado de EU exalte los sentimientos antiamericanos entre la población civil, clave para una estrategia contrainsurgente exitosa en contra de los talibanes.
Analistas y funcionarios estadounidenses afirmaron este lunes que la actual transición, que pretende acabar en 2014 con la misión militar encabezada por Estados Unidos, seguirá su curso aunque el proceso será más difícil.
“Todavía no hay una opción mejor, y los afganos aún no están listos para manejar sus problemas sin nuestra ayuda, y creemos que lo saben”, declaró para CNN en un correo electrónico Michael O’Hanlon, socio principal de la Brookings Insitution.
El domingo, Seth Jones, responsable de Ciencias Políticas de la organización de investigaciones Rand Corporation, expresó que el incidente del domingo “ciertamente aumenta la tensión entre Estados Unidos y los afganos, pero no creo que sea un punto de inflexión”.
Jones declaró a CNN que el asunto medular está en que los clanes locales y las subtribus afganas sigan cooperando con las fuerzas estadounidenses y locales en el proceso de transición.
“No creo que aunque esté claro que en muchas regiones se preferiría una intervención menor por parte de Estados Unidos, ello signifique que la transición a un poder afgano deba hacerse más rápido”, declaró Jones.
Los llamados a acelerar la transición en Afganistán habían aumentado incluso antes de los tiroteos del domingo. La semana pasada, varios senadores estadounidenses de ambos partidos dirigieron una carta al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en la que se argumentaba que era necesario acelerar la transferencia de las responsabilidades de seguridad hacia las fuerzas afganas para que las fuerzas de combate estadounidenses puedan regresar a casa.
El líder de la mayoría del Senado, Harry Reid (demócrata por Nevada), reaccionó al tiroteo del domingo uniéndose a los llamados a traer de vuelta a las tropas estadounidenses lo antes posible. El aspirante a candidato presidencial republicano, Newt Gingrich, aseguró que es necesario revalorar la misión en Afganistán en su totalidad.
La administración de Obama reiteró este lunes que, aunque las muertes de civiles fueron trágicas y terribles, no cambiarían las metas ni el itinerario de la estrategia de Estados Unidos para derrotar a Al-Qaeda en Afganistán y dejar las responsabilidades de seguridad en manos de las fuerzas afganas.
“Sin duda son tiempos exigentes”, declaró este lunes la secretaria de prensa de la Casa Blanca. “No creo que el incidente cambie el curso de una estrategia diseñada e implementada para permitir el retiro de las fuerzas estadounidenses”.
Carney señaló que luego de las violentas represalias en Afganistán por la quema de los ejemplares del Corán por parte de tropas estadounidenses, las dos naciones habían podido llegar a un acuerdo largamente negociado sobre el traslado de los detenidos.
También el lunes, el Pentágono describió el tiroteo en Afganistán como “un incidente aislado”, y el vocero George Little dijo que la misión entera sigue sin cambios. “A pesar de lo que algunos dicen, no cambiaremos nuestra estrategia fundamental”, dijo Little. Luego agregó que las encuestas que muestran la falta de apoyo americano a la guerra no afectarán a la estrategia.
O’Hanlon, de la Brookings Insitution, dijo que las consecuencias del tiroteo del domingo podrían afectar los esfuerzos para negociar una sociedad estratégica a largo plazo con Afganistán que tendría como fin mantener el apoyo de Estados Unidos al terminar formalmente la misión militar.
O’Hanlon agregó que hasta ahora, dichas pláticas han sido “obstaculizadas por dificultades como los ataques nocturnos de la OTAN y las bajas civiles”. Jones, el analista de la Rand Corporation, señaló que la noticia de los ataques del domingo viajaría rápido a través de Afganistán, difundida por los mulás en sus mezquitas, de boca en boca y por radio. Agregó que el gobierno probablemente describirá el incidente como la más reciente de las muchas atrocidades cometidas por ambos bandos, haciendo énfasis en los asesinatos de civiles cometidos por talibanes, que los talibanes lo querrán exponer como un ejemplo más de la agresión de Estados Unidos.
En Afganistán, el Talibán calificó de “salvajes americanos de mente enferma” a las fuerzas estadounidenses, y advirtió en una declaración en la red que el grupo los castigaría por sus “actos barbáricos”.
El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, calificó el ataque como “imperdonable” y el aldeano Muhammad Wali declaró que los habitantes del área de los asesinatos estaban muy enojados con las fuerzas de seguridad, tanto americanas como afganas, a las que acusan de ser incapaces de protegerlos. “La gente en estas aldeas está asustada, y no saben qué pasará… Lo único que vieron fue a los americanos matándolos en sus hogares”, dijo Wali.
Para Jones, la mayor reacción provendrá de “subtribus y clanes que perdieron a algunos de sus miembros”. Al añadir que no se conocerán los alcances del ataque hasta que quede más claro el sentir del pueblo afgano, Jones dijo: “Creo que llevará algún tiempo superar esto”.
Según Jones, la retirada de Estados Unidos sucederá sólo si el gobierno y el pueblo afgano lo desean, a lo que agregó: “No debería basarse en un único incidente”.
Chris Lawrence y Brianna Keilar de CNN colaboraron para este reportaje.