Por LZ Granderson
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Nota del Editor: LZ Granderson, quien escribe una columna semanal para CNN.com, fue nombrado periodista del año por la Asociación Nacional de Lesbianas y Gays, y fue finalista para el premio de Periodismo en línea 2011. Es redactor y columnista de la revista de ESPN The Magazine y de ESPN.com.
(CNN) – Yo he fumado marihuana.
No hoy o esta semana, ni siquiera este mes, pero lo he hecho. Te lo digo porque antes de empezar a hablar sobre los hábitos de fumar marihuana de los otros, pensé que lo correcto sería reconocer mi propio uso en el pasado.
Probablemente esto animará a otros a ser un poquito más honestos porque, te guste o no, admitir haber fumado marihuana es mucho menos escandaloso.
(Los estados de Washington y Colorado aprobaron legalizar la marihuana para su uso con fines recreativos durante las elecciones del 6 de noviembre en EE.UU. Oregon, por su parte, rechazó la iniciativa por dar más poder regulatorio a quienes la cultivan que a los apoderados).
Si pensabas que Nirvana y Pearl Jam pusieron a Seattle en el mapa, la marihuana legal lo sacará de este mundo.
Y te prometo que será mi última broma sobre la marihuana, aunque ser gracioso con el tema ilustra el por qué le ha tomado tanto tiempo a este país empezar a tener conversaciones adultas acerca de la marihuana, que no solo tiene que ver con un discurso basado en el miedo en lugar de los hechos. Cuando el presidente Nixon firmó la Ley integral de la Prevención del Abuso y Control de las Drogas, inaugurando oficialmente la llamada guerra contra las drogas, la decisición se tomó en gran parte como respuesta a los hippies que fumaban marihuana y los veteranos de Vietnam que regresaban a EU siendo adictos a la heroína.
Nixon tuvo un presupuesto de 100 millones de dólares para luchar contra lo que él llamaba el enemigo público número uno: las drogas ilegales. En 2010, fue de 15 mil millones de dólares. Se han gastado miles de millones de dólares en la guerra de las drogas desde que empezó.
Dos reportes del gobierno publicados el año pasado tuvieron serias dificultades para demostrar que el dinero que se gastaban significaba en realidad una gran diferencia en el tema.
En 1970, el gobierno federal enlistó a la marihuana como una droga más dañina que la cocaína y la metadona. Sabemos que eso no es cierto. Eso sin decir que legalizar la marihuana no tiene riesgos. Se ha comprobado que afecta a la concentración. Pero un estudio descubrió que el alcohol era una droga mucho más peligrosa, seguida por la heroína y el crack. La marihuana quedó muy por debajo en la lista.
¿Entonces, por qué permitimos que el odio de la administración de Nixon por los hippies siga vigente con lo que pensamos acerca del uso de las drogas hoy en día?
No sé que tanto aporte o si la ganancia será pequeña cuando se establezcan los impuestos que sancionen a la marihuana, pero para mí ese no es el punto.
El problema no es cuánto pueda ganar el gobierno de las ventas de la marihuana, sino si las razones por las que la marihuana estaba clasificada originalmente como ilegal siguen siendo válidas hoy en día. En este momento, en el que tenemos estudios que desmienten el mito de los problemas que supuestamente causa la marihuana, ahora que podemos saber qué tan poco efectivo ha sido el gobierno para sacar la marihuana de las calles, y a partir de que hemos vivido la violencia entre los grupos del crimen organizado y las drogas, a pesar de todo, ¿es válido pensar igual que hace 40 años?
En las elecciones presidenciales de 1928, Herbert Hoover aplastó a su oponente, Al Smith, con el triunfo en 40 estados, en gran parte debido a que Smith era considerado el “presidente cocktail”. Smith estaba a favor de repeler la Décimo Octava Enmienda —la prohibición— mientras que Hoover creía que debíamos de reforzar la ley. Es difícil imaginarlo en nuestros días, pero el alcohol era tan odiado que hasta hubo un Partido de la Prohibición que se dedicaba a mantenerlao ilegal. Los miembros hasta postularon a un candidato propio para presidente.
Sin embargo, tan solo cinco años después, el alcohol fue legal. Y aunque perdió su oportunidad para reelegirse, continuó con el apoyo a la prohibición.
Así de rápido pueden cambiar las cosas.
Y ese fragmento de la historia es lo que provoca que los resultados en estos estados sean fascinantes. Nadie esperaba que el presidente Obama o Mitt Romney apoyaran la legalización de la marihuana, ¿pero según tú, cómo debería hablarse de este tema en los próximos cuatro años?
¿Estamos listos para legalizar la marihuana de la manera en la que nuestros abuelos legalizaron el alcohol en EE.UU?
Creo que sí lo estamos, pero bueno, alguien podría decir que soy un poco tendencioso.
(Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a LZ Granderson).