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Por Andrew Keen, especial para CNN

Nota del editor: Andrew Keen es un empresario angloestadounidense, escéptico profesional y autor de El culto del amateur y Digital Vertigo.

(CNN) — Hace algunos días, las autoridades europeas encargadas de salvaguardar los datos de los ciudadanos, en su afán por proteger la privacidad en una era en la que se recolecta una gigantesca cantidad de datos acerca de las personas, presionaron a Google por el tema de la privacidad de la información de los usuarios.

Tan sólo 48 horas más tarde, Google dio otro potencial golpe contra la privacidad, cuando publicó un avance en video de su nueva tecnología Glass: unos lentes de alta tecnología con una interfaz digital revolucionaria que permite a sus portadores no solo ver el mundo a través de los ojos de Google, sino también fotografiar automáticamente todo lo que ven.

“¡Qué extraño!”, exclamó Erin Burnett, de CNN, después de contemplar “el mundo a través de los Google Glasses”.

En verdad es extraño. Estas gafas, una especie de sustituto digital de tus ojos, son extraños en una forma tenebrosa, estilo La ventana indiscreta de Hithcock. Como las cámaras omnipresentes del Gran Hermano en el libro 1984, de George Orwell. Son extraños de la misma forma en la que ahora parece extraño un futuro en el que gobiernan el mundo las compañías de gestión de datos como Google, similares a laWeyland Corp de la película Prometheus.

La coincidencia de los anuncios de la Unión Europea y Google la semana pasada puede haber sido involuntaria, pero ciertamente es ominosa.

La UE está preocupada por la forma en la que Google ha estadoreuniendo y unificando en perfiles la información de sus usuarios desde marzo de 2012 desde sus servicios populares como Search, Gmail, Google+ y YouTube, con el fin de agruparlos para los anunciantes.

Google insiste en que sus políticas de privacidad respetan las leyes europeas y que simplemente están optimizando la experiencia de usuario. Sin embargo, para la UE, la nueva política de privacidad de Google permite que la compañía rastree anónimamente los datos de quienes usamos productos como YouTube, Gmail o Google+.

En octubre pasado, los vigilantes de la UE dieron a Google un plazo de cuatro meses para modificar esta política. Sin embargo, la semana pasada, cuando al parecer nada cambió, Bruselas intensificó su alerta burocrática y prometió que tomará medidas a mediados de año.

No obstante, frente a la presentación de Google Glass, las inquietudes de la UE parecen un retroceso a una era digital más inocente.

Ciertamente los vigilantes deberían oponerse enfáticamente a que Google haya decidido recabar nuestros datos para beneficiar a sus clientes anunciantes. Sin importar la legitimidad de tales prácticas, me manifiesto firmemente a favor de que Google rinda cuentas, tanto legal como moralmente, de las políticas que tan claramente ignoran la privacidad de sus usuarios.

Sin embargo, Google Glass abre un nuevo frente en la guerra digital contra la privacidad. Estos anteojos representan un salto en la historia de la información que se puede comparar con la transición de la bicicleta al automóvil.

Es la clase de transformación radical que podría terminar por destruir completamente nuestra privacidad individual en el siglo XXI digital.

Mientras nadie ponía atención, Google —el gigante digital más ávido de información actualmente— estaba rediseñando la tecnología móvil. Gracias a la desenfrenada carrera en Silicon Valley por desarrollar tecnología computacional usable, no está solo. Supuestamente, Apple está trabajando en su muy esperado reloj de pulsera y los dispositivos que fabrican empresas como Nike y Fitbit ya están revolucionando el sector del cuidado de la salud.

Cuando nos ponemos estos dispositivos de vigilancia, nos volvemos espías de todos y de todos los que nos rodean. Google nos transforma en versiones humanas de esas furgonetas de Street View —que afortunadamente ya se prohibieron en Alemania— que se arrastran por nuestras ciudades y documentan nuestros hogares.

Ni Orwell ni Hitchcock en su momento más fatalista podrían haber soñado con Google Glass. “Glass tendrá un modo automático de fotografía, tomará fotos en intervalos predeterminados (alrededor de cada cinco segundos)”, dijo uno de los fundadores de Google, Sergey Brin, citado por el sitio web de tecnología Mashable.

¡Fotos cada cinco segundos! ¿A dónde irán todos los datos íntimos? El “extraño mundo visto a través de los ojos de Google” de Erin Burnett es en realidad “el mundo visto a través del ojo omnipresente de Google”, como se señala en otro sitio de tecnología líder, TechCrunch.

Los terabytes de información que se registrarán cada cinco segundos a través de los lentes omniscientes fluirán hacia Google, claro está. Ese es el modelo de negocios y la razón de ser de Google Glass. Las fotos que se tomen cada cinco segundos se usarán para acumular datos y luego generar miles de millones de dólares en ganancias, al vender publicidad con base en ellos.

Una de las quejas que la UE tiene contra las prácticas actuales de Google es la ausencia de un botón de renuncia voluntaria que permita a los usuarios negarse a que Google recopile sus datos.

Sin embargo, el problema de negarse se dificulta aún más con Google Glass. Después de todo, conforme estos dispositivos, diseñados por Warby Parker o Ray Ban, se pongan más de moda, la mayoría de nosotros ni siquiera nos daremos cuenta de que al mirarnos, un desconocido con gafas está grabándonos.

Los vigilantes de la UE se opusieron a que Google recabe nuestros datos en un registro único personalizado. Google Glass podría convertirse en el punto focal de todos nuestros datos, en un mundo en el que ya no exista la privacidad.

“Al parecer, todo ocurre en un solo espacio, desde las búsquedas en Google hasta las notificaciones, pasando por las videoconferencias”, señala Techcrunch acerca de los lentes. Así, Google Glass podría volverse el dispositivo central después de las eras de las PC, los iPod y las tabletas. La recopilación de nuestros datos más íntimos, el reflejo de nosotros mismos, se volverá, desde luego, el santo grial de los anunciantes.

Cuando usemos estos dispositivos, los inteligentes ingenieros de Google sabrán dónde estamos en todo momento. Entonces, ¿qué los detendrá de presentarnos anuncios personalizados de los productos sobre los que descansa la mirada misma de nuestros lentes?

El objetivo de Google es crear casualidades sorprendentes. Cuando veamos prendas nuevas en un escaparate, aparecerá una oferta especial relacionada con la ropa en la interfaz digital de nuestros Google Glass. ¿Qué casualidad, no?

¿Qué hacer? ¿Hay algún antídoto para los lentes de Google?

Actualmente se están probando los Google Glass con la intención de que el producto final salga a la venta en 2014. La semana pasada,Google anunció que saldrán a la venta unos cuantos prototipos de los lentes por la considerable cantidad de 1.500 dólares.

Para hacerse acreedores al derecho de comprarlos, los fans adinerados de Google deben entrar a su cuenta de Google+ o Twitter y explicar, en 50 palabras o menos y con el hashtag #ifihadglass, cómo usarían los Google Glass.

Así que si alguien de Google está leyendo esto, aquí está mi solicitud:

#ifihadglass: Haría que la privacidad de los datos fuera una función por defecto. Nadie más puede ver mis datos a menos que lo diga explícitamente. Ni los anunciantes, ni el gobierno; ciertamente tampoco los ingenieros del alma humana en el Googleplex. No, los Google Glass tienen que ser opacos. Exclusivamente para mis ojos.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Andrew Keen.