Fuente: Pew Internet & American Life Project

Por Elizabeth Landau

Nota del editor: Este artículo contiene lenguaje explícito. Lee la historia de un niño que murió por supuesto bullying en Jalisco, México.

(CNN) – Brandon Turley no tenía amigos cuando estaba en sexto grado. A menudo comía solo, pues estaba en una nueva escuela y no conocía a nadie.

Un día, mientras navegaba por MySpace, vio que alguien de la escuela había publicado un boletín —un mensaje visible para muchas personas— en el que declaraba que Turley era “maricón”. Los estudiantes con los que nunca había hablado comentaron y dijeron que estaban de acuerdo.

Al sentirse confundido y molesto, Turley escribió un comentario, en el que preguntaba a sus compañeros de clase por qué decían eso. La respuesta fue aún peor: en MySpace le dijeron que un grupo de 12 chicos quería golpearlo, que debería de dejar de asistir a la escuela y morirse. Mientras caminaba de su casillero hacia la dirección de la escuela para reportar lo que ocurría, los estudiantes le gritaban cosas como “maricón” y “gordito”.

“Era una locura, para mi autoestima fue un gran golpe el no agradarle a la gente a pesar de que no me conocían”, dijo Turley, quien ahora tiene 18 años y va a la preparatoria en Oregon. “No entiendo cómo eso podía ser”.

Un problema persistente

Casi el 25% de los adolescentes han experimentado el acoso cibernético en algún momento, dijo Justin W. Patchin, quien estudia el fenómeno en la Universidad de Wisconsin en Eau Claire. Él y sus colegas aplicaron encuestas formales a 15.000 estudiantes de secundaria y preparatoria a lo largo de Estados Unidos y descubrieron que cerca del 10% de los adolescentes fueron víctimas del ciberacoso en los 30 días previos a la encuesta.

El acoso en línea tiene mucho en común con el acoso en la escuela: ambos comportamientos incluyen acecho, humillación y agresión, dijo Patchin. El ciberacoso presenta retos singulares pues el perpetrador puede mantenerse en el anonimato y atacar a cualquier hora del día o la noche.

Sin embargo, aún se da más acoso en la escuela que en línea, dijo Patchin. Además, entre los jóvenes, es inusual que el acosador en línea sea un perfecto desconocido.

“En nuestra investigación, el objetivo sabe quién es el acosador casi el 85% de las veces; usualmente es alguien de su círculo social”, dijo Patchin.

En la investigación de Patchin también se descubrió que aunque en cierto sentido el ciberacoso es más fácil de perpetrar, los niños que acosan en línea tienden a hacerlo también en la escuela.

Consecuencias duraderas

Se tiene que hablar acerca del ciberacoso más allá de las escuelas, dijo Thomas J. Holt, profesor asociado de Justicia Penal en la Universidad Estatal de Michigan, Estados Unidos.

¿Cómo extendemos o encontramos una forma de desarrollar políticas que tengan un efecto real en la forma en la que los chicos se comunican entre sí, partiendo del supuesto de que te pueden acosar en tu casa, desde las cuatro de la tarde hasta la mañana siguiente? ¿Qué clase de efecto tendrá esto en el desarrollo y salud mental del niño?, dijo.

Holt publicó recientemente un estudio en la revista International Criminal Justice Review en el que usó información que su colega Esther NG recolectó en Singapur. Los investigadores descubrieron que el 27% de los estudiantes que experimentaron el ciberacoso y el 28% de las víctimas del acoso a través de mensajes de texto pensaron en abandonar la escuela o la abandonaron. Estas cifras se compararon con el 22% de los estudiantes que experimentaron acoso físico.

El 28% de los encuestados dijo que habían sido acosados en línea y fueron quienes tenían más probabilidades de decir que habían considerado suicidarse en comparación con el 22% de los que experimentaron acoso físico y el 26% de los que recibieron mensajes de texto acosadores.

En un estudio reciente publicado en la revista JAMA Psychiatry asegura que tanto las víctimas como los acosadores pueden presentar efectos psicológicos duraderos. Las víctimas de acoso presentaron una incidencia mayor de agorafobia —una condición en la que la gente no se siente segura en lugares públicos—, sufre ansiedad generalizada y trastorno de pánico.

Quienes fueron tanto víctimas como acosadores estaban en mayor riesgo de presentar depresión juvenil, trastorno de pánico, agorafobia en el caso de las mujeres y probabilidad de suicidio entre los varones. Quienes solo eran acosadores presentaron un riesgo de desarrollar trastorno de personalidad antisocial.

Reportar el ciberacoso

Como todo lo que hacemos en línea deja una huella digital, es posible rastrear las fuentes anónimas del acoso en la red, dijo Patchin, quien señaló que las pruebas tangibles del ciberacoso podrían estar más claramente definidas que las clásicas situaciones de acoso de “tu palabra contra la mía”.

Patchin aconseja a los niños víctimas de ciberacoso que conserven las pruebas —ya sea un correo electrónico o una publicación en Facebook— para que puedan mostrárselas a los adultos de su confianza. Históricamente ha habido algunos problemas con las escuelas que no castigan el acoso si este no ocurrió estrictamente en la escuela, aunque en la actualidad la mayoría de los educadores se dan cuenta de que tienen la responsabilidad y la autoridad para intervenir, dijo Patchin.

Las soluciones no siempre están claras, incluso en la escuela.

La madre de Turley llamó a la escuela, pero los estudiantes involucrados sólo recibieron una plática como castigo. Ella dijo que, al menos en ese entonces, el ciberacoso no se consideraba un comportamiento relacionado con la escuela.

“Tenía tanto miedo de la gente”, dice Turley, mientras explica por qué asistió a secundarias diferentes en sexto, séptimo y octavo grado. Se mantenía callado durante la mayor parte del año y apenas hablaba con otros estudiantes.

Turley volvió a socializar poco a poco en octavo grado, cuando empezó a publicar diarios en video en YouTube. Pronto, otros estudiantes le estaban pidiendo que les ayudara con los proyectos en video de la escuela, a grabar las competencias de atletismo y a hacer otros proyectos en video.

En la preparatoria, Turley descubrió una organización llamada WeStopHate.org, una organización no lucrativa dedicada a ayudar a las personas que habían sido víctimas de acoso y les daba un espacio seguro para compartir sus historias.

Turley diseñó el sitio web de WeStopHate.org y la mayoría de sus gráficos y está activamente comprometido con su organización.

Control parental

Ahsley Berry, de 13 años, también experimentó experiencias desagradables con sus compañeros. Cuando tenía 11 años, uno de ellos le tomó fotos y creó una página de Facebook sobre ella, aunque negó haberlo hecho cuando Ashley confrontó al estudiante del que sospechaba.

“Se mencionaban cosas como a dónde había ido a la escuela, de dónde era mi familia, cuándo era mi cumpleaños, no había configuración de seguridad activa; fue aterrador”, dijo.

La página en sí no hizo daño ni contenía comentarios crueles, dijo Ashley. Sin embargo, su madre, Anna Berry, estaba preocupada por la falla de seguridad y lo puso en contexto con las otras cosas que estaban pasándole a su hija en la escuela: sus amigos dejaban de invitarla a las fiestas de cumpleaños y la dejaban sola en la mesa a la hora del almuerzo.

“Veías a una chica que debería estar sumamente feliz, pero que llegaba a casa y simplemente se encerraba en su habitación”, dijo Berry.

Berry tuvo que involucrar a la policía para que desactivaran la página de Facebook. En séptimo grado, el año que cursa actualmente, Ashley entró a una secundaria diferente.

Actualmente, Berry tiene reglas estrictas para la conducta de su hija en línea. Conoce las contraseñas de Ashley y está conectada con su hija en todas las redes sociales de las que la adolescente es miembro.

Soluciones técnicas a problemas técnicos

Los padres, los familiares, los proveedores de servicios de internet y de tecnología pueden unirse para pensar en la forma en la que los niños usan la tecnología, dijo Holt.

Las aplicaciones que controlan el tiempo que los niños pasan en la red, junto con otros dispositivos de control parental fáciles de usar, dijo Holt.

Los científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) están trabajando en una solución aún más automatizada: un sistema que proporcione a las víctimas de acoso estrategias para sobrellevarlo, que anime a los posibles acosadores a detenerse a pensar antes de publicar algo ofensivo y que permita que los espectadores defiendan a las víctimas, dijo Henry Lieberman.

Los estudiantes de Lieberman, Birago Jones y Karthik Dinakar, están trabajando en un algoritmo que detectaría automáticamente las palabras de acoso. El grupo de investigación descifró la clase de enunciados ofensivos que se construyen comúnmente y las agruparon en categorías como insultos raciales/étnicos, insultos a la inteligencia, acusaciones sobre sexualidad y rechazo/aceptación social.

Aunque no comprende todas las frases potencialmente acosadoras que pueden construirse en línea, los científicos del Laboratorio de Medios del MIT tienen una base de datos con más de un millón de enunciados. Han pensado en la forma en la que algunas oraciones, como “te ves genial cuando usas lápiz labial y vestido” pueden ser ofensivas si se envían específicamente a varones.

La idea es que si alguien trata de publicar un enunciado ofensivo, el acosador potencial recibiría un mensaje como: “¿Estás seguro que quieres enviar esto?” y podría “aparecer” algún material didáctico acerca del acoso. Sin embargo, Lieberman no quiere vetar a la gente automáticamente.

Lieberman y sus colegas están usando las técnicas de aprendizaje de su dispositivo en el sitio web A Thin Line, asociado con la cadena de televisión estadounidense MTV, en el que cualquier persona puede escribir su historia acerca del ciberacoso, leer acerca de las distintas formas que adopta la falta de respeto en línea y encontrar recursos para obtener ayuda. El algoritmo de los investigadores trata de detectar el tema de cada historia y compararlo con otras historias similares. Han descubierto que el tema más frecuente es el sexting (mensajes de texto con contenido sexual), dijo Lieberman.

“Estamos tratando de encontrar sitios de redes sociales que quieran asociarse con nosotros para que podamos poner más de estas cosas en el mundo real”, dijo Lieberman.

Turley y Rigal están promoviendo la idea de poner un “botón de acoso” en Facebook para que la gente pueda reportar el ciberacoso formalmente ante la red social y que suspenda a los acosadores por un periodo determinado. No han recibido respuesta aún, pero esperan que tome impulso.

Mientras tanto, Turley se siente más seguro en la escuela que antes.

“Definitivamente los tiempos han cambiado, poco a poco la gente crea consciencia”, dijo. “Al menos en mi escuela, veo que hay mucho menos acoso y más aceptación en general. La gente apoya a los suyos”.