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Por Paul Cruickshank

(CNN) – La administración de Obama y los legisladores del Congreso llevan dos semanas condenando a Edward Snowden, el topo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, según sus siglas en inglés) responsable de filtrar información sensible de los programas de vigilancia de Estados Unidos.

Mike Rogers, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, se refirió a “cambios ya perceptibles realizados por aquellos que buscan hacernos daño a nosotros y a nuestros aliados”.

Según Rogers, las revelaciones de Snowden podrían “dificultar la vigilancia de aquellos que buscan dañar a ciudadanos estadounidenses en los Estados Unidos”.

El director del FBI, Robert Mueller, testificó la semana pasada que “estas revelaciones han causado un daño significativo a nuestra nación y a nuestra seguridad”.

¿Qué tan ciertas son estas afirmaciones?

Casi no hay dudas de que las filtraciones han provocado algún daño. Al mismo tiempo, parecería un hecho que las revelaciones sobre los programas de la Agencia de Seguridad Nacional ayudan de alguna forma a los grupos terroristas.

Al Qaeda y sus ramificaciones le prestan una gran atención a estas cuestiones porque nada es más importante para los grupos terroristas que la seguridad operativa.

Sin embargo, varios analistas remarcan que tanto al Qaeda como otras organizaciones paramilitares ya estaban al tanto de la enorme capacidad de la NSA para monitorear sus comunicaciones. Por tal motivo, llevan años tomando medidas para evitar ser detectadas.

La inteligencia estadounidense ha frustrado numerosos atentados de al Qaeda desde la trágica jornada del 11 de septiembre de 2001. Es difícil que el grupo no estuviera al tanto de esto, ya documentando en su momento por los periódicos The Guardian y The Washington Post.

Algunos de estos atentados incluyen el plan de Najibullah Zazi para bombardear el subterráneo de Nueva York en 2009, el objetivo de atacar a soldados estadounidenses en Alemania en 2007 y la idea de explotar nueve aviones de pasajeros en dirección a Estados Unidos en 2006.

Ante los planes desbaratados, al Qaeda y sus afiliadas comenzaron a ser más cuidadosas en sus comunicaciones.

Para el 2008, al Qaeda había prohibido las comunicaciones electrónicas en las áreas tribales de Pakistán, optando en su reemplazo por mensajeros, según el testimonio de reclutas de la organización.

Militantes afines a al Qaeda desarrollaron software encriptado para ayudar a ocultar las comunicaciones con operarios en el extranjero.

Un grupo de militantes germanos reclutados por al Qaeda para atacar Europa en 2010 recibieron un entrenamiento práctico en Pakistán para codificar sus comunicaciones. El entrenamiento incluyó la utilización de un programa llamado Secretos Muyahidines, según oficiales alemanes de inteligencia.

Uno de los impulsores más prominentes de los Secretos Muyahidines fue Anwar al Awlaki, un clérigo estadounidense-yemení que orquestó varios atentados contra Estados Unidos antes de su muerte en septiembre de 2011.

En el 2009, al Awlaki instruyó personalmente a por lo menos un militante europeo en Yemen, según correos electrónicos encriptados a los que CNN tuvo acceso.

Para el año siguiente, al Awlaki había desarrollado un sofisticado método de varias capas para codificar las comunicaciones con operarios en el extranjero.

Detalles significativos de este mecanismo fueron revelados durante el 2011 en el juicio contra Rajib Karim, un operario terrorista de doble nacionalidad, británica y bangladeshí, que se había comunicado con al Awlaki el año anterior.

El tribunal pudo escuchar cómo Karim, entonces trabajando en un call center de la aerolínea British Airways en Newscastle, se comunicó desde el Reino Unido con al Awlaki en Yemen a través de documentos profundamente encriptados. Estos documentos eran subidos a sitios web de almacenamiento con direcciones solo conocidas por los involucrados.

Al parecer, los mensajes no pudieron ser interceptados por la NSA o por ninguna otra agencia de inteligencia del mundo occidental.

Incluso después de encontrar las comunicaciones, los investigadores británicos tardaron un tiempo significativo en descifrar las comunicaciones, lo que solo pudieron hacer tras encontrar los códigos y las contraseñas en un archivo en la computadora de Karim.

No solo al Qaeda logró evitar ser detectada por la NSA.

El 1 de mayo de 2010, Faisal Shahzad, un estadounidense reclutado por los talibanes pakistaníes, fracasó en su intento por explotar un coche bomba en el emblemático Times Square de Nueva York.

Los documentos del juicio demostraron que Shahzad había estado en contacto con militantes en Pakistán para fabricar la bomba.

“Utilizando programas de software instalados en su computadora mientras estuvo en Pakistán, Shahzad y los talibanes lograron intercambiar información para la fabricación de la bomba”, leían los documentos.

Evidentemente, estas comunicaciones no fueron detectadas por la NSA. De lo contrario, Shahzad habría sido arrestado antes de intentar perpetrar el ataque.