Por Karl Penhaul
Nikolaevo, Bulgaria (CNN) - Las casas son de adobe y paja. Las calles encharcadas son de tierra. Una vieja gitana hace gestos de hambre y señala su tripa como si tuviera un agujero. Esto es Nikolaevo, un pueblo gitano en ruinas en el corazón de Bulgaria. Este es el lugar en el que habría crecido, rodeada de decadencia y pobreza “María”, la misteriosa niña rubia que la policía griega descubrió viviendo con una familia gitana que no eran sus padres.
Las pruebas de ADN resolvieron por segunda vez parte del misterio de María, la pequeña a la que apodaron el ángel rubio los medios de comunicación griegos después de que fue hallada durante una redada policial en un campamento de gitanos en Farsalia, Grecia. Sus padres biológicos son los búlgaros Saska Ruseva y Atanas Rusev y, al igual que la pareja griega que había estado criando a Maria, también son gitanos.
“Los padres de María viven de la venta de hierbas que recogen en el bosque o del reciclaje de chatarra. Reciben pagos de manutención infantil, también, pero eso no es suficiente”, dijo un vecino que se identificó como George.
La familia biológica de María vive en una casa de una habitación hecha de adobe. Las paredes han sido blanqueadas y una única ventana está parcialmente cubierta con un panel de vidrio, el resto con láminas de plástico.
Los habitantes de Nikolaevo se quejan de que cuando llueve las casas se inundan el barro de las viviendas se empapa.
Cuando llamamos a la casa el viernes, pocas horas antes de que se haya confirmado la coincidencia de ADN, los Rusevs se habían ido. Los productores de una cadena de televisión nacional más tarde habían confirmado que les habían pagado para que viajaran a la capital, Sofía, a tres horas en coche, para una entrevista que se emitirá la noche del domingo.
El día anterior, sin embargo, Saska Ruseva había hablado con la cadena afiliada a CNN en Bulgaria TV7. En ella negó las acusaciones de que había vendido a su bebé en Grecia o que María había sido objeto de trata en el extranjero por una banda de delincuentes.
“Se la regalé. No cogí ningún dinero. No tenía comida para ella. Pero desde que la he visto en la televisión,me he puesto enferma”, dijo.
Ruseva también señaló que no tenía nombre para la niña al principio pero tenía la intención de llamarla “Stanka”.
A pesar de que los Rusevs habían dejado el pueblo para el fin de semana, dos adolescentes que dicen que son el hermano y la hermana de María -Ángel, de 13 años, y Minka, de 14 - y estaban solos en casa.
Cuando me reuní con Ángel me dijo que no tenía ni idea de dónde se habían ido los Rusevs porque él acababa de volver de la escuela y no había nadie en la casa.
Él ni siquiera habla búlgaro - los vecinos traducen la conversación. Ángel, como muchos en Nikolaevo, sólo habla turco, la lengua que por razones históricas hablan los gitanos en Bulgaria. Sus antepasados llegaron a los Balcanes como soldados o auxiliares en los ejércitos del Imperio Otomano hace unos 500 años.
A un día de distancia de la frontera, María, ahora se cree que de 5 o 6 años de edad, no habla griego. Ella ha crecido hablando el dialecto romaní, derivado de sánscrito antiguo. Esa fue la lengua que hablaban los gitanos cuando llegaron desde la India hace más de 1.000 años.
Me encontré con una mujer que dice que ella es la hermana mayor de María -hija mayor de Saska Ruseva- de 20 años, Katia, en el pueblo de al lado, Gurkevo.
Tiene la piel muy pálida, el pelo teñido de rubio platino con rojo, y la luz le molesta a los ojos claros. También a María la luz le molesta mucho en los ojos. Los residentes del campamento gitano donde fue encontrada dijeron que había nacido con un problema ocular aunque no pudieron precisar el diagnóstico exacto. Cuando se curó, hicieron una gran fiesta en la comunidad para celebrarlo.
Katia me explicó que la madre Saska había viajado a Grecia en 2009 para trabajar en la cosecha de naranja. “Mi madre estaba embarazada en ese momento y dio a luz, pero no tenía el dinero para traer a su bebé a casa. Ella no vendió a Maria, la dejó allí y regresó a Bulgaria para tratar de arreglar los documentos”, dijo.
Los investigadores de ambos lados de la frontera, sin embargo, dudan de esta versión de los acontecimientos. Christos Salis y Eleftheria Dimopoulo, la pareja griega gitana que crió a María desde que tenía unos pocos meses de edad, siguen detenidos acusados de secuestro.
Y el viernes por la tarde , la policía de Bulgaria dijo que había iniciado una investigación criminal bajo la sospecha de que los Rusevs habían vendido Maria en una adopción ilegal.
Fuentes judiciales en Grecia dicen que hace algunos años era frecuente que mujeres búlgaras en avanzado estado de gestación cruzaran la frontera hasta Grecia para dar en adopción a sus hijos a parejas sin hijos griegas a cambio de dinero.
Subrayando estas afirmaciones, la policía griega dijo el viernes que había arrestado a una pareja griega no romaníes en Atenas, acusados de intentar comprar un bebé gitano por 4.000 euros ($ 5,500).
Los investigadores no han dado ninguna pista sobre el tiempo que puede llevar probar o descartar las acusaciones de que María pudo haber sido víctima de una adopción ilegal.
¿Cuál es dato inmediato? Una realizad aplastante: ella, al igual que miles de niños romaníes es víctima de la pobreza aplastante. La Unión Europea dice que de los aproximadamente 12 millones de romaníes en la UE, el 90 % vive por debajo del umbral de la pobreza.
En Nikolaevo, muchos habitantes dicen que, al igual que los padres de María, regularmente viajan a Grecia para la cosecha de frutas y verduras.
En Grecia, la empobrecida comunidad gitana donde se encontró a María dicen que ahora se enfrentan a la competencia por los trabajos agrícolas con gitanos búlgaros, rumanos y albaneses que están aún más desesperada que ellos y dispuestos a trabajar por tan sólo 10 euros al día.
Cuando me despido de Katia, me pregunta si María podrá volver a casa con su familia. “Mi madre realmente quiere que venga a vivir con ellos. Ella ha estado llorando, está muy preocupada”, dice.
Por ahora, parece haber pocas perspectivas inmediatas de una reunión familiar. Los Servicios de Protección Infantil de Bulgaria fueron a Nikolaevo el viernes para llevar a cabo lo que dijeron era una evaluación de la idoneidad de Saska Ruseva “como padres” y las condiciones de vida de la familia.
Al caer la noche, los mismos funcionarios estatales estaban de regreso con la policía para hacerse cargo de Ángel y Minka y asumir su custodia.
Una mujer de su familia tenía a los jóvenes. Ella comenzó a llorar en voz alta ante la perspectiva de que les quitaran a los adolescentes de su lado.
Justo en ese momento, vimos a otro vecino ayudando a Ángel y Minka a escabullirse en la noche.